Capítulo V: Confesiones

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La tarde caía en Ciudad Aron y el viento en aquel frío y extraño día de primavera continuaba soplando, remeciendo los árboles y haciendo caer de ellos, algunas de sus hojas mientras que en el pozo de Ciudad Arón, un hermoso chico de cabellos negros, descansaba bajo las ramas de un frondoso y enorme sauce.

Durante varios minutos sin descanso, el hermoso samurái había caminado sin un rumbo claro, vagando por aquella ciudad que aún le resultaba desconocida, pero que gracias a Johnny, había conocido con mucho más detalle.

Jack se encontraba ahora mucho más tranquilo y descansando, pero aún en su actual estado, su alma sufría ante su descubrimiento de lo que él creía, sería por siempre un amor no correspondido.

- Johnny. – Expresó lamentándose Jack al evocar a aquel atractivo y musculoso rubio que aún a pesar de todo seguía siendo su amigo, aunque también su amado. Por más que quisiera olvidar o intentar borrar aquellos confusos e intensos sentimientos de amor que como un torbellino se arremolinaban en su pecho, sus esfuerzos habían sido en vano, pues parecía que Johnny había decidido arraigarse en la parte más profunda de su corazón negándose a salir de ahí.

¿Qué había hecho para merecer semejante tormento y dolor en su corazón? Pensaba Jack en aquel momento, al darse cuenta que de todo lo que había enfrentado en su vida, nada le había preparado para el dulce y agónico sentimiento del amor.

Por largos años había sido duramente entrenado en todas y cada una de las disciplinas de combate de las que tenía memoria, pero nada de eso le servía ahora para poder hacer frente a la batalla más dura de su vida, mucho más dura que la misma batalla contra Aku, la batalla de enfrentar sus propios sentimientos hacia el musculoso y cautivante chico rubio, que había hecho lo que ni siquiera Aku había conseguido: Apropiarse de su corazón.

Sí, porque por más que quisiera evitarlo, en aquel mundo, en aquel destino al que había sido conducido, Johnny formaba parte de su vida y de su corazón de tal modo que sus pensamientos y sentimientos giraban en torno a aquel rubio, que con su espontaneidad, y cada uno de sus atributos, le había fascinado, como ningún otro ser lo había hecho ni en todos los mundos que había conocido.

- Johnny. – Susurró nuevamente Jack, esta vez sosteniendo firmemente la chaqueta que aún llevaba puesta, aquella chaqueta que le había protegido del frío otorgándole la calidez de Johnny y envolviéndole en el dulce y embriagante aroma de su olor, el olor del rubio, el olor de su amor. Jack se sonrojó de pronto ante el cursi rumbo de sus pensamientos.

- ¿Oh Johnny qué me has hecho? – Preguntó a la nada el pelinegro, pensando en cuánto había cambiado desde que había conocido al rubio, antes de conocerle solía ser extremadamente serio y compuesto, preocupándose sólo por sus objetivos de sobrevivir, de derrotar a Aku, de acabar con aquella infernal lucha en la que había participado, pero desde que había conocido a Johnny, la alegría, la paz, la despreocupación habían pasado a formar parte de su vida, y más aún había sentido profundos sentimientos que jamás había sentido como lo era el amor. Pues si su corazón latía en aquel momento y se sentía intensamente vivo como en ninguna batalla en la que había estado, era simplemente porque su corazón latía de amor por un cierto hombre de nombre Johnny Bravo.

- Mi estadía en este mundo y el conocerte me han vuelto blando. – Expresó en aquella soledad Jack, riendo para sí mismo al percatarse de cómo había cambiado su visión de ver la vida y sobre todo su manera de sentir al conocer a Johnny. En otras ocasiones jamás habría tenido tanto tiempo para pensar en sus propios sentimientos como lo hacía ahora, ni mucho menos para reírse despreocupadamente de sí mismo. El haber conocido a Johnny le había cambiado para bien, le había hecho descubrir una parte de sí mismo que desconocía, la parte de su ser que podía amar entregándolo todo.

Destinos EncontradosWhere stories live. Discover now