Miraculous: les aventures de Ladybug et Chat Noir.

Capitulo I: El libro de los Miraculous

— ¡Marinette! —Grito una dulce voz femenina a una distancia discretamente lejana para la joven que dormía plácidamente en su cama,  tanto que sus oídos detectaban aquel llamado como un susurro ligeramente elevado— ¡Cariño, despierta! ¡Llegaras tarde a la escuela!

Con pereza, la adolescente rodó sobre el colchón, sosteniendo la sabanas con sus manos para cubrir sus cuerpo de los rayos del sol que entraban por la ventana, de este modo la enrollo por todo su cuerpo cual "Burrito" envolviendo los "condimentos", en este caso, a nuestra dulce Marinette. La alarma para despertarse volvió a sonar con el recordatorio de que hacia quince minutos, y nuevamente la pospuso. Miro la hora y lo dejo reposar sobre la mesita de noche para que continuara cargándose.

— Ocho y cuarto... Solo otro par de quince minutos mas... —Se detuvo en seco, abriendo sus ojos como platos. — ¡OCHO Y CUARTO! —Reitero volviendo a la realidad, lanzando las sabanas al final de la cama con sus piernas y pies y levantandose, tropezando con sus propias pantuflas y cayendo al piso. Se recupero rápidamente, ya que estaba acostumbrada a este tipo de caídas, después de todo era bastante despistada y ella misma lo sabia— ¡No, no, no! ¡Tikki! —Llamo a chillidos de Kwami— ¡TIKKI!

— ¿Que sucede Marinette? —Le respondió gentilmente, con el ámbito tan dulce y tierno de costumbre en la extraña criatura rojiza.

— ¿Porque no me habías despertado? ¡Llegare tarde a clases de Física! —Entro corriendo al baño, dándose una ducha rápida que apenas duro, literalmente, tres minutos. Salio con el cabello mojado, pero aun así se amarro sus típicas dos coletas.

Corrió al armario, busco su ropa habitual y como una loca pero audaz logro ponerse las prendas. Ordeno sus cuadernos con las materias que le tocaban de aquel día. Bajo las escaleras corriendo velozmente, se despidió con palabras cariñosas de sus padres y corrió por las calles en busca de un callejón. Miro nuevamente su celular. Un minuto para llegar o nuevamente el castigo de aquella mujer de cabellos purpuras.

— ¡Tikki, Puntos fuera! —La Kwami salio de la mochila directo a los aretes para comenzar la transformación. Una vez finalizada, sostuvo su yoyo y una vez a asegurado una lugar que estuviera firme, alzo su cuerpo de edificio en edificio hasta llegar a la escuela, directamente por la ventana de baño... de los hombres.

"Muy bien, no hay nadie aquí, ¿Quien vendría a solo unos segundos de tocar?" Piensa Marinette con lógica. Se deshizo de su Alter-Lego y corrió por los pasillos, por primera vez justo a tiempo, ya que la maestra se encontraba justo detrás de ella.

— Te haz salvado por esta vez, señorita Marinette Dupain-Cheng— Le reprocho mientras avanzaba hacia su mesa donde acomodo su bolso y esperaba que todos los alumnos dejaran de hacer lo que se encontraban realizando para comenzar las clases.

Marinette suspiro aliviada, aunque fuera solo un día donde no tuviera que encargarse de algo mas allá de los asuntos como presidenta de la clase y como Ladybug, si hablamos de estar para derrotar a las personas Akumatizadas claro.

— Todo un clásico. —Dijo una voz divertida acercándose a ella.

— ¡Alya! Lo siento... volví a... 

— Levantarte tarde, lo se. Eres todo un personaje, Marinette — Rió bajito con algo de ironía— Y dime, con todo este escandalo, ¿Haz traído tu trabajo de Historia?

— ¿¡HABÍA TAREA!?

— Sabia que lo olvidarias... Vamos a sentarnos, tu te encargarás de hacer apuntes de mi trabajo y yo te explicaré lo que hay que hacer en Física, ¿De acuerdo? — Le sonrió amablemente la Césarie.

— Gracias, en serio no se como agradecértelo.

Avanzaron hacia sus puestos y se sentaron. Como bien Alya había dicho, se dedico en prestar atención a la clases mientras la maestra explicaba, en tanto la azabache se abstenía de aquello para realizar la tarea. La miro de reojo y rodó los ojos con una sonrisa. Marinette nunca cambaría.