Capítulo 1

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Frank era apenas un niño de ocho años de edad que vivía en Belleville con ambos padres, Linda y Cheech, y su hermana menor Amy, de ocho meses.

Su niñera Hayley, estaba con ellos la mayor parte del día, y eso le encantaba a Frank, debido a que la chica de diecisiete años era bastante divertida.

El pequeño no tenía ningún amigo y casi nunca veía ni a su mamá ni a su papá.

Una lluviosa mañana, Frank estaba muchísimo más extraño de lo normal.

-¡No! ¡No quiero ir hoy! –Gritó Frank desde su habitación.

­-Vamos... Tienes que ir chiquitín, voy a entrar –Dijo su niñera ya cansada de tanto rogarle.

-No voy a ir Hayley... -Murmuró angustiado.

La joven se dio cuenta de que el pequeño ya estaba vestido y arreglado, pero no dejaba de mirar con desesperación el armario.

-¿Por qué no angelito?

-Porque Él no apareció hoy –Hizo un gran énfasis en Él.

-¿Quién es Él? –Preguntó extrañada.

El pequeño sacudió la cabeza, se levantó de la cama y tomó la mano de su niñera.

-No importa, vamos se nos hace tarde.

Ese día Frank no habló con nadie, solo se limitaba a hacer las actividades que le indicaba la maestra, pero jamás llegó a abrir la boca para hacer alguna travesura.

-¡Frank! ¿Quieres subirte a los columpios conmigo? –Bob, un pequeño rubio de ojos azules intentaba hacer que el mencionado se levantara de su asiento en la hora del receso.

-No Bob, hoy no –Frank miró triste sus zapatos.

-¿El monstruo no apareció hoy tampoco?

-No, no lo hizo y ¡no es un monstruo! Es mi amigo –Susurró el castaño.

-Sí, sé que es tú amigo pero vive en tu armario y eso lo convierte en un monstruo –Bob salió corriendo detrás de Patrick.

Hace meses un extraño ser había salido del armario del pequeño, al principio no le asustó, porque no era feo, en realidad era lo más hermoso que Frank había visto en su corta vida.

-¿Q-quién eres? –No tenía miedo, más bien estaba nervioso.

-Me llamo Gerard, hola Frank –Él le sonrió amable.

-¿Conoces mi nombre? –Sus ojos marrones se abrieron con sorpresa.

-Sí, conozco todo sobre ti.

Desde ese día, las visitas de Gerard fueron constantes, a veces se acurrucaban los dos juntos en la cama del menor, pero cuando Frankie despertaba, Él ya se había ido.

Cuando Hayley fue por el menor a la escuela, su maestra la detuvo.

-Eh, señorita William, entiendo que usted está a cargo del pequeño Iero ¿verdad?

-Si, así es ¿sucede algo?

-Frank ha estado un poco... extraño últimamente ¿Sabe que es lo que le puede estar ocurriendo? –Comentó observando a los otros niños correr y jugar. La pelirroja esperó a que siguiera hablando –Bueno, mientras los alumnos hablan, él se sienta sólo a escribir.

-Gracias, lo tendré en cuenta –Respondió tomándolo de la mano.

-¡Pete! ¡No te montes así en Patrick! –Gritó la maestra antes de poder despedirse debidamente.

De camino a casa Frank no dijo nada, contaba las líneas del pavimento y de vez en cuando cambiaba las líneas por colillas de cigarrillos.

-¿Por qué estás así pequeño? –Preguntó preocupada.

-Nada... es que el monstruo de mi armario no apareció ayer, digo, no es un monstruo, sino un amigo... mi amigo del armario –Explicó el menor.

-Juega conmigo, no lo sé, es buena persona –Contestó mirando sus zapatos.

El resto de la tarde Frank no probó ni un solo bocado de lo que su niñera había preparado para él ¡ni siquiera la gelatina en forma de dinosaurio que tanto le gustaba!

Seguía metido en su cuarto, cuando comenzó a llorar alguien limpió una lágrima que corría por su rostro.

-Vete Hayley, quiero esperar a que mi amigo venga –Apartó su rostro de la mano ajena.

-Pero si ya estoy aquí mi niño –Alzó la mirada y pudo ver los hermosos ojos verdes del habitante del armario.

-¡Gerard! –Gritó el pequeño y lo abrazó.

-Shh... tranquilo, pueden oírnos –Cargó al pequeño en brazos mientras cerraba con cuidado la puerta -¿Cómo has estado Frankie?

-Bien, ¿Cómo has estado tú? –El pequeño parecía muy animado con la conversación, incluso más feliz que de costumbre.

-Bi... No, no he estado bien. La verdad es que me has hecho mucha falta estos días que no pude estar... ¿Sabes Frankie? No me gusta no poder verte –Se acercó hacía su rostro, pero el pequeño lo tomó con sus manitas y besó sus labios, de nuevo.

-Oh... enserio extrañaba eso cariño.

-También yo Gee... -Sonrió el pequeño con cierta inocencia -¿Me has extrañado?

-Cada día, como no te imaginas.

-Yo también lo he hecho... Todos piensan que eres imaginario, y eres un monstruo, yo sé que eres mi amigo y que eres real.

-¿Un monstruo? –Preguntó divertido.

-Mis amigos Bob y Patrick dicen que los monstruos viven en los armarios y tú vives en el mío –Finalizó con una sonrisa.

-Entonces soy un monstruo. Roawr –Fingió un gruñido.

-Te quiero mucho –Lo abrazó, más bien se colgó de él.

-Yo también te quiero, mi Frankie, te adoro, eres mi vida.

Le dio otro pequeño beso en los labios.

-Frank ¿con quién hablas? –Preguntó Linda extrañada detrás de la puerta.

-Con mi monstruo mami.

-¿Monstruo? –Entró al cuarto, pero Gerard ya había regresado al armario.

-Sí, pero tiene aspecto de humano para que no pueda asustarme–Respondió con detalles.

-Entonces es un humano –Sonrió Linda.

-No, él no es humano, es un monstruo.

-Cariño, todos los humanos son monstruos

Mi amigo del armario |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora