Nunca creí que algo así pasaría. Pasó hace tres años, cuando yo tenía 12. Estaba como loca por ir al monte de piknic con mis amigas. Insistimos mucho, muchísimo. Nuestros padres no nos dejaban porque no nos consideraban lo bastante mayores como para ir a una montaña nostotras solas. La verdad es que era algo peligrosa. Tenía muchas rocas, cuestas, y precipicios. Pero nosotras estábamos seguras de que sería una aventura. Yo recuerdo que lloré como loca. Me negaba a comer si no me dejaban ir. Mi madre decía que tendría que demostrar ser lo suficientemente responsable como para cuidarme de mi misma. Después de unas semanas de insistir e insistir, nuestros padres cedieron; a pesar de que dijeran que era peligroso y que nos podría pasar cualquier cosa. Nosotras decíamos que ya teníamos edad, y que no pasaría nada.
Al fin llegó el gran día de la escursión. Yo estaba emocionadísima. Preparé mi mochila totalmente completa, y me vestí con ropa de monte.
Madre- Tened mucho cuidado, y cuidaros unas de otras.
Yo- Siiii...
Al fin me fui. Mis dos amigas íntimas y yo quedamos para ir en tren. Sus nombres eran Vicky y Tara. Las dos estaban también muy emocionadas. Cuando llegamos al inicio de la montaña, cojimos aire y nos pusimos a ello. Era todo cuesta arriba, así que nos cansamos con facilidad, pero aguantábamos la marcha.
Yo- C-cuando, ahh, cuando llegemos... a la cima, ahh, sacamos la comida y hacemos el piknic.
Tara- Vaale...
Vicky- Que... ganas de llegar...
Llegamos a un sitio algo más estrecho, para llegar a la cima de la montaña, teníamos que rodearla por un paseo circular bastante rocoso. Llebábamos las mochilas cargadas a los hombros, y era difícil seguir siempre el mismo ritmo. Llegamos a una altura bastante alta. La vista era espectacular. Podíamos ver las nubes ante las montañas cercanas a ésta. Entonces, en una curba, empezando a cansarnos más, a Vicky, que iba la última en la fila, le tembló la pierna derecha, pisando sin querer una de las piedras del estrecho camino. Lo que provocó que su pierna se deslizara hacia el borde del camino y callera al vacío. Ese momento fue realmente irreal. Mi amiga Tara y yo, vimos a nuestra amiga Vicky resvalar y caer. Pudimos ver como caía de espaldas mientras su aterradora mirada nos seguía al mismo tiempo que iba cayendo. No nos lo podíamos creer. Tara y yo miramos hacia abajo, sin poder apartar la mirada. Realmente se sentía como una pesadilla. Eso no podría haber pasado. Cuando volvimos en nosotras, a Tara empezaron a temblarle las piernas y los labios.
Tara- A-a...
Era incapaz de hablar. Yo aún no podía creérmelo. Entonces recordé la escena de la caída y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi corazón empezó a latir cada vez más rápido, exageradamente rápido.
Tara- Va-vamos a mirar.
Tara y yo corrimos hacia un camino que bajaba por la cuesta hasta donde había una parte plana donde debió de caer Vicky. Habían unos arbustos que aún nos obstaculizaban la vista. Tara y yo los mirábamos como si fueran un telón hacia una obra terrorífica. Yo no quería apartarlos, sabía lo que había detrás, y no quería que mis ojos me mostraran la verdad. Tara apartó los arbustos, y al pasarlos, pudimos ver a Vicky. Su cuerpo estaba tumbado en el suelo, encima de pequeñas piedras como las de antes. Un charco de sangre se asomaba bajo su cabeza, mientras se iba dispersando. El cuerpo se veía rasgado e inmovilizado. Su rostro era realmente aterrador. La boca estaba entre abierta, y sus ojos estaban abiertos como platos, asustados.
Mis ojos temblaban, no podían creer lo que veían. Tara se acercó sigilosamente, como si aún creyera que podía levantarse. Se agachó lenta y temblorosamente, y yo me quedé perpleja obserbando.
Tara- Vi-Vicky...
Las manos de Tara intentaban acariciar el muerto cuerpo de Vicky, pero no eran del todo capaces.
Yo- A-a ¡¡¡¡Aaaaaaa!!!!
Me agarré la cabeza con las manos. Todo el miedo y la culpa que sentía en aquél momento, salió de mi cuerpo convertido en ese grito. Totalmente el grito más fuerte que nunca solté en mi vida.
Tara rompió a llorar, me miraba asustada comprobando la situación en la que estábamos,llorando como una loca.
Tara- ¡¡Vicky!! ¡¡Vicky!!
Yo- ¡¡Aaaaaa-ah-ah!! ¡¡Aaaaaaa!!
Grité hasta que mi voz no pudo dar a más. Mi garganta se sentía como si la hubiesen desgarrado y estaba seca. A Tara se le secaron las lágrimas en su piel. Su rostro era pálido y empapado en lágrimas ahora resecas. Entonces empezé a recordar la discusión con mis padres, todo el tiempo insistiendo para hacer la escursión, todas las veces que me advirtieron que era peligroso y todas las veces que juré que nada pasaría. Tara me miró como si también lo hubiese recordado, y se levantó.
Yo- ¿Qu- qué hacemos?
Tara- S-se van a enfadar...
Mis ojos aún emujaban lágrimas.
Yo- No podemos volver.
Esa frase la dije claramente.
Tara- P-pero...
Dirigió la mirada a Vicky.
Tara- ¿Q-que hacemos con Vicky?
Yo- La tenemos que esconder. Donde nadie la pueda encontrar.
El ambienté se mostró diferente. Un aura oscura nos rodeó y mis ojos se sombrearon.
Yo- Si volvemos nos preguntarán por Vicky.
Tara- Hay que enterrarla.
No teníamos seguro lo que haríamos después, lo que estaba claro, es que el cuerpo de Vicky debía desaparecer.
Sacamos unas mantas para el picnik rodeando el cuerpo de Vicky y tapándolo por completo. Cojí su delicado cuerpo por la parte de arriba, mientras Tara la sujetaba por los pies.
Cojimos otro camino más seguro, que llevaba hacia el bosque. Subimos por el bosque lleno de hojas resecas por el suelo. Hasta que al fin llegamos a una parte más plana. Se hizo tarde. Nosotras depositamos el cuerpo en el suelo y empezamos a hacer un agujero. Estubimos cabando sin parar durante un buen rato; yo, en ese momento, no podía pensar en otra cosa que en cabar y cabar el agujero, casi olvidándome del motivo. Cuando creímos que era suficiente, metimos el cuerpo de Vicky envuelto en manteles ahora manchados en sangre, y la acomodamos al espacio. Me quedé mirando el mantel durante un momento. Me acordé de mí haciendo la mochila, doblando el mantel ilusionada mientras imaginaba un alegre momento de almuerzo junto a mis amigas. Volví a la realidad, ví a Vivky envuelta en ese mantel dentro del agujero, y el mantel lleno de manchas de sangre. Nunca imaginaría que ese mantel acabaría con esa utilidad. Sin embargo, mi rostro no mostraba tristeza ni resentimiento, más bien me quedé mirándolo fríamente. Tara me miró asustada. Volvió la mirada a Vicky, y dibujó en su cara mi mismo rostro. Entonces empezamos a enterrarla. Llenando su cuerpo de tierra que la iba cubriendo. Pero ya no caían lágrimas, solo nos designábamos a enterrar a Vicky, con la mirada fría y sombreada.
Cuando la tapamos del todo, pusimos algunas hojas resecas encima para disimularlo. Se hizo de noche. El cielo estaba oscuro. ¿Qué estaría pensando mi madre? Me daba igual. No pensaba volver, no imaginaba la cara de mi madre en un futuro. No quería que mi madre me mirase a los ojos. No quería decepcionarla de esa manera, no quería ser odiada, no quería que mi madre supiera nada de lo ocurrido aquel día.
Tara y yo empezamos a andar.
Yo- Tenemos que escaparnos. No nos pueden encontrar.