Nidos.

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Sí, dicen que las cosas pasan por alguna razón, y sé que es cierto que para aprender se necesita caer una y otra vez, y es que he caído tantas veces que he pasado desde tan solo rasparme las rodillas a romperme el corazón, lo he atado a mi para que no se desmorone ni huya, esta vez ha sido tan deprisa que no sé decir como pasó, solo sé que llegaste de un día a otro con aquella sonrisa y aquella mirada con desdén, diciendome a gritos que me quieres conocer, yo minuciosamente opté por asignarte un boleto en primera fila para hacerlo, más nunca te lo entregué, en su lugar, acabé con una sed indomable de conocer cada uno de tus pensamientos, planteamientos y hasta la localización de cada uno de tus
lunares, conté cada uno de nuestros irrepetibles momentos, y hasta llegué a mudarme a una de tus capitales, buscando instalarme en aunque sea un trozocito de tú corazón, de hecho, llegué a tatuarme cada una de tus palabras en mi mente y ahora ya no puedo borrarlas, no sé cuál de todas fueron falsas y de todas maneras doy por hecho que algunas lo fueron, y aún así me aferro a ellas como un pájaro a su nido, sabiendo que puede ir más allá, pero que siempre acaba volviendo.

NaufragarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora