Capítulo dos.

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"La casa rodante"

Aquella tarde, la familia Lawson se encontraba almorzando, la anciana mujer se levantó de su silla. Abrió las cortinas para dejar entrar al sol. En efecto, éste entró, junto a un caminante que había estado atascado en las rejas de las ventanas.

—M**rda. Ya están aquí.—Susurró Larry.—Ve y tráeme mi pistola, está en el último cajón del armario. Rápido.

Al tener la pistola en las manos, la posicionó bien, y jaló el gatillo directo a la cabeza del monstruo.

—Tenemos que irnos, el ruido los atraerá.—Habló Larry, yendo a su habitación a buscar su maleta.

Dakota y Marie se subieron rápidamente a la casa rodante, esperando a Larry, quien estaba entrando al vehículo para encender el motor. Pero no encendía, y los caminantes se acercaban.

—Rápido, rápido.—Larry estaba tan apresurado que no servía. Pero se dio cuenta y se calmó, hasta escuchar el ruido del motor encenderse,—¡Bien!—exclamó Larry.

Comenzaron su viaje escapando de los caminantes, y cuando ya no había rastro de ningún otro, fueron en busca de comida y gasolina, pues planeaban vivir en la casa rodante hasta que encontraran alguna casa o cabaña apartada de la humanidad. Fuera de eso, Larry había conseguido montones de litros de gasolina  cuando todo empezó.

Lo más importante de todo (según Larry) era seguir las reglas, pues si querían sobrevivir, estas eran lo fundamental:
-Viajar al lugar menos poblado que pudiesen encontrar.
-No ocupar demasiada gasolina.
-Aprender a convivir en las situaciones más desagradables.
-Encontrar comida antes de que se acabe.
-Matar al menos 4 caminantes por día.
-Encontrar buenas personas para hacer equipo.
La última, pero no menos importante;
-Protegerse mutuamente.

Dakota había practicado con su padre a usar la ballesta, pero sus débiles brazos le impedían usarla, así que acordaron que podría usarla cuando fuera mayor. Aunque Dakota usaba navajas y pistolas, su sueño era usar una katana, la que tenía su padre guardada en el baúl de las armas era una maravilla. La anciana, Marie, preparaba caldos para los enfermos, era como una chamán con todas esas hierbas que podrían curar a alguien de todas las enfermedades posibles. Aunque no lo creas, Marie hacía un gran aporte.

—Papá,—Larry fijó su atención en su hija, quien estaba sentada de copiloto.—queda poca comida, creo que la comida del almacén no era suficiente.

Dakota administraba la comida y el agua, ella se hacía cargo de todo en la casa, pues su padre solo cocinaba el almuerzo y lavaba los platos, así que ella quedó de encargada para esta clase de cosas.

—Podríamos ir al supermercado mayorista de la calle 78.—Habló Larry.

—Creo que ese está infestado.

—La única forma de saber eso es yendo.

Al llegar, habían unos siete caminantes en la entrada, así que decidieron matarlos sigilosamente, uno por uno, y lento pero seguro.

Dakota tomó su navaja al mismo tiempo en el que Larry tomaba su ballesta. Larry bajó primero de la casa rodante y la anciana se quedó adentro.

Lo primero que vio Larry al bajar, fue a un zombie en el suelo, al que le faltaban las piernas, y sólo se veían las tripas esparcidas por el piso. Larry decidió pisar su cabeza con fuerza para matarlo.

Dakota se fue tras la casa rodante, visualizando a un monstruo a su lado,
caminó hacia el lentamente y al estar cerca le enterró la navaja en la nuca. Un ruido la atrajo atrás suyo, pues un caminante estaba a punto de agarrarla, si no hubiera sido por la flecha que le llego justo en el cráneo, haciéndolo caer al piso.

—Gracias papá.—Dijo Dakota al ver a su padre atrás, bajando su ballesta.

Luego de eso siguieron con la matanza, y terminando de matar a todos, entraron al supermercado.

Éste, estaba lleno de comida, pues al parecer todavía no había sido saqueado, excepto que no había ropa y tampoco habían muchas cosas, pues parece que se habían llevado televisores, computadores y celulares, algo que era innecesario en momentos como estos.

—Toma, aquí está la lista de lo que debes buscar.—Dijo Larry entregándole un papel a Dakota.—Tu ve por allá,—apuntó a la izquierda, donde estaba la tienda de ropa; necesitaban chaquetas si querían sobrevivir el invierno. —Y tú irás por la derecha, y trae lo que encuentres que está en la lista. Y cuídate.

Larry se separó de su hija, y para su suerte encontró chaquetas de su talla, ropa interior, frazadas, camisas, pantalones, y un montón de cosas que echó al carrito de las compras.

A Dakota le fue bien también, pues encontró todo lo que había en la lista.

—Bien... Entonces; leche en polvo, listo. —señaló los 5 tarros.—Garbanzos... Ahí están, harina también, las lentejas ahí, semola, jabón, spaguetti, té, toallas femeninas, ¿qué falta?—Parecía que ya estaba todo en el carrito de las compras— ah, esto faltaba.—Señaló tomando 10 paquetes llenos de papel higénico.—Mejor que sobre a que falte.—Contó todo lo que tenía en el carrito y era todo lo que estaba en la lista, además de unos chocolates y dulces que no le vendrían mal. Y también encontró hierbas medicinales para Marie. Y medicamentos en la farmacia.

—Al parecer nos fue bastante bien—Dijo Larry al ver el carro de comida con chocolates y dulces que traía su hija.

Todo fue bien, subieron la comida a las casa rodante sin problemas, excepto por uno o dos zombies que se cruzaron por ahí, todo fue bien y partieron en rumbo al campo, por la misma carretera en la que encontraron a la familia de Robert, Rose, Lukas y Chloe.

The end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora