Capítulo 39. Lo que siento ahora mismo.

534 37 16
                                    

Raquel

–Seguro que esto es ilegal–Digo cruzándome de brazos delante de una puerta gris gigantesca.

–Un poco solo–Jesús se ríe detrás mío y me empuja suave para que entre.

No sé que me espera al otro lado, pero viniendo de este chico me espero hasta quinientos leones queriéndome comer. Todavía tengo el pelo mojado de la piscina y él también.

***

–Joder–Susurro con los ojos como platos. Madre mía.
M A D R E   M I A.
Sevilla aparece al completo delante de mis ojos.
Son las doce y media de la noche y las luces de las farolas, el puente, las calles, la Giralda... Iluminan todo el paisaje.
El olor a humedad y a calor es impresionante. Porque sí, he descubierto que el calor huele.

Me apoyo en la barandilla de piedra mientras vuelvo a echar un vistazo a todo esto.
No puedo creer que esté aquí.
Las manos de Jesús me rodean la cintura por detrás y apoya la mandíbula en mi hombro.
Oigo como se ríe bajito.

–¿Te gusta? –Sonrío sin poder evitarlo y asiento. Como si no lo supiera.

Vuelvo a mirar detenidamente La Giralda y La Torre del Oro. Noto cosquillas en los ojos y sé que ahora mismo me pondría a llorar de emoción. De estar aquí. De oler el sur. Pero intento controlarlo apoyandome en el pecho de Jesús.

–No sé como explicar lo que siento ahora mismo–Admito sincera y apoyo mis manos en las de Jesús sobre mi vientre y noto como sonríe.

–Yo tampoco–Susurra en mi oído y giro un poco la cara para mirarlo.

–¿Tú tampoco qué? –Se encoje de hombros.

–No sé como explicar lo que siento ahora mismo–Frunzo el ceño al oír mis mismas palabras y me sonríe débilmente. Y sé que me gustaría seguir hablando así, en susurros, con su pecho en mi espalda pero también sé que mi otro yo me dice que me quite ya y eso hago.

–¿De qué conoces este sitio? –Cuestiono mientras él acaba retirándose también.

–Mi abuelo nos traía a Dani y a mí siempre–Sonrío –Cuando tenía ocho años me caí ahí –Cuenta riendo,  señalando un escalón –Y me hice una brecha en la pierna–Se sube un poco el bajo del pantalón corto y junto a un lunar en el muslo, veo una brecha de unos seis puntos –Pero fui un campeón y no lloré –Suelto una carcajada imaginándome al Jesús de ocho años haciéndose el héroe.

***

–Prefiero cambiar de tema–Bufo rodando los ojos y mirando al cuerpo que está tumbado a mi derecha.
Que Jesús haya traído una toalla para tumbarnos en mitad de la terraza justo con la luna llena enfrente es un plan muy romántico, y eso que odio lo romántico–Sabes... Creo que ya sé como te tiras a tanta chica–Me mira riendo y mueve la cabeza–Las subes a una terraza súper bonita, les traes algo para que se tumben mientras miran las estrellas y claro, se derriten–Argumento riendo.

–Se derriten solo con verme, tronca. No hace que falta que haga todo eso –La cara de ser el más chulo de su barrio es lo mejor de la conversación–Pero me estás dando a entender que ahora mismo estás derretida por mí.

–Eso es lo que te gustaría, Oviedo–Respondo medio riendo.

–¿No soy el amor de tu vida? –Cuestiona levantando una ceja y refiriéndose el nombre de Snapchat.

¡No! ¡Eres un pesado con eso, eh! –Le doy un puñetazo en el pecho y se ríe.

–¿Puedo preguntarte una cosa? –Asiento sin pensarlo y le miro–¿Por qué el día que te conocí me dijiste eso de no me voy a liar contigo, Jesús ? –Niego riendo y me incorporo.

–¡Porque no me voy a liar contigo! –Le vuelvo a dar otro puñetazo en el pecho y pone cara de dolor aunque sé que no ha dolido.

–No entiendo por qué... Si soy el amor de tu vida–Se vuelve a mofar de mi y mira mal aunque ni de coña estoy enfadada–Es broma–Se ríe y mira al cielo–Sólo pensaba que tenías una respuesta más clara. En plan, no me liaría contigo porque eres feo, me caes mal y pienso que tienes la polla pequeña.

–¡También es por eso! –Reímos a la vez y niego–Simplemente no quiero estar con nadie, ¿tan raro es?

–Pues el otro día te liaste con Rubén –Me chirría el oído al oír su nombre y aparto la vista de Jesús un instante–Perdón... No quería decir exactamente eso–Se incorpora para quedar los dos sentados y me abraza por la espalda. Le dejo hacerse a mi cuerpo porque sé que nunca le voy a negar nada y porque de verdad lo necesito. Llevo necesitando a este chico desde el momento en que lo vi subirse a ese escenario –Quería decir con con él si has estado. Ya... Me entiendes–Asiento y apoyo la nuca en su hombro–Lo siento.

–No pasa nada Jesusin–Me giro un poco y le revuelvo el pelo–Enserio. Son momentos tontos que me dan. Pero sí, llevas razón, con él sí que he estado–Me encojo de hombros.

–Igual te da miedo estar con alguien más –Me vuelvo a encoger de hombros.

–Igual–Los brazos de Jesús me agarran aún más fuerte por la cintura y decido que esta vez va a ser así y no me voy a quitar. Miro la luna perfectamente redonda y sonrío –¿Crees en los hombres lobo?

–No sé, ¿y tú? –Me enojo de hombros y vuelvo a contemplarla.

–Tal vez alguno hay –Medio sonrío y pienso en lo muy loca que me he vuelto desde que veo series con criaturas extrañas –¿ Has visto Teen Wolf  ?–Niega con la cabeza al lado de la mía –¡Pues la tienes que ver! Ya te la pondré un día de estos–Se ríe bajito y asiente.

–Aún así me debes un cine de miedo, eh. No te creas que se me olvida–Me hace cosquillas en la tripa y asiento mientras me río.

–¡Que sí! ¡Voy al cine cuando quieras pero para! –Le retiro las manos y niega.

–En mi casa –Vuelve a hacerme cosquillas y asiento.

–¡Que sí! ¡Odio las cos... quillas! –Intento respirar–¡Jesús!

–Y luego te quedas a dormir –Para de hacerme cosquillas y le miro muy seria negando–Cómo que no... –Sus manos vuelven a mi vientre y lo odio.

–¡Vale!  ¡Que sí! –Me río e intento quitármelo de encima–¡Que lo que quieras! –Se acaba riendo él también y se tumba a mi lado. Intento volver a respirar normal y lo oigo reírse –Cállate –Le doy un empujón con el hombro y noto como me duele la mandíbula de reírme.

–Estás muy mona riéndote.

–Que te calles–Repito, y me abraza de imprevisto haciéndose un ovillo a mi lado–¿Eres un gato?

–Tengo sueño morenita–Apoya la cabeza en mi hombro y miro a mi alrededor.

–¿Piensas dormir aquí? –Hundo mi mano en su pelo rizadito por el agua de la piscina y agarro algún mechón en mis dedos. Lo oigo suspirar.

–Ajá –Me encojo de hombros. Tampoco se está tan incómoda aquí. Muevo un poco la cabeza hacia abajo para ver a Jesús arremolinado a mi lado. Oigo como respira tranquilamente y tiene la mano inmóvil en mi cadera. La cabeza le sube y baja debido a mi respiración bajo ella y joder, no puede estar más bonito.
Paseo la mano que tenia en su pelo por su nuca delicadamente, noto como se le pone la piel de gallina y sé de sobra que no es porque haga frío, aunque a mi cabeza le intente convencer de que sí es por eso.
Y también sé de sobra que no está dormido y que la sonrisa que acaba de soltar es porque sabe que esa sensación lo he causado yo y parece que le gusta. Pero a mi no.
En el fondo sí que me gusta causar esto en Jesús pero en el otro fondo no. ¡Y ahora es cuando mis dos yo empiezan a discutir!
Noto como se me pone la piel de gallina y salgo de mis pensamientos para fijarme en que la mano de Jesús está debajo de mi camiseta acariciándome el vientre.
Y sonríe.
Vuelve a sonreír porque parece que le gusta que él me cause lo mismo que yo a él.
Pero sé que mi cabeza va a continuar diciendo que no.

Tu Sonrisa En Mis Pupilas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora