Una semana más tarde, Tooru ya casi se había adaptado por completo a su nueva vida. Resultó ser que tanto Kuroo como Bokuto habían ingresado a su misma universidad. Como Tooru, Bokuto había sido reclutado por uno de los entrenadores deportivos de la institución (aunque sus calificaciones no eran de lo mejor, sí lo era su habilidad atlética), y Kuroo no la había tenido difícil para ingresar por su desempeño académico y deportivo en la preparatoria. Así que los tres pasaban mucho tiempo juntos entre clases, además de ser vecinos. Como todavía no comenzaban las actividades deportivas en la universidad, se dedicaban a entrenar juntos por su cuenta, también le enseñaban a Tooru a manejarse por Tokio, y por las noches pasaban mucho tiempo observando videos de otros equipos, los tres en pijama y pantuflas, comiendo porquerías.
—¡YA ES LA HORA! —gritó de golpe Bokuto, cuyo pijama incluía una sudadera impresa con las #72 debilidades que hasta ahora Akaashi le había descubierto, rematando con una frase automotivadora sobre ser el As de la cancha.
—¿Dónde está el control? —quiso saber Kuroo ahogando un bostezo. Estaba estirado de costado en el piso con la cabeza apoyada sobre una mano. Se lo veía relajado como un gato al sol mientras se levantaba la vieja sudadera oscura de Nekoma para rascarse el estómago.
Tooru, con los anteojos puestos y vistiendo un suéter de ovnis con pantalones de estrellas y planetas a juego, se estiró para tomar el control y cambiar del video deportivo que veían, al canal de teleseries. Los tres se habían enganchado al drama nocturno del momento.
—Listo.
—¡Shh, shh, va empezar! —exclamó Bokuto con ansiedad.
—Nadie estaba hablando —murmuró Kuroo, lanzándole un cojín por la cabeza. Bokuto lo remató por costumbre y el cojín terminó golpeando la lata de soda de Tooru, que cayó y le mojó los pantalones.
—¡Mi universo! —se indignó poniéndose en pie de un salto.
—¿Te presto unos pantalones? —preguntó Kuroo, aunque su postura no indicaba que tuviese la más mínima intención de levantarse en las próximas cuarenta y ocho horas del fin de semana.
—No, está bien, voy a cambiarme y vuelvo —repuso Tooru.
—¡Te perderás lo mejor! —le advirtió Bokuto sin apartar la vista de la pantalla.
Tooru se apresuró a ir a su casa, no solo por la necesidad de cambiar su ropa, si no porque era hora de su "llamada nocturna". Sonrió como un idiota al entrar a su apartamento y al instante sacó el celular para marcar el número de Iwa-chan.
La segunda noche desde su llegada a Tokio lo sorprendió recibir una llamada de Iwaizumi. El grito de emoción que lanzó hizo que incluso Kuroo y Bokuto se preocuparan y le tocaran la puerta para ver si estaba bien o había visto una aparición. Resultó ser que Iwaizumi lo llamaba solo para ver cómo estaba llevando la nueva vida, porque había apostado con Hanamaki y Mattsun que en cuanto llegara a Tokio se echaría a llorar en algún rincón.
—Pues esta vez perdiste la apuesta, Iwa-chan —replicó Tooru con toda la dignidad que pudo juntar tras unos milisegundos de duda.
Hubo un silencio en la línea.
—¿Cuántos minutos lloraste?
—Solo cinco —gruñó Tooru entre dientes, resignado.— ¡Pero absolutamente no fue por ti!
Otro silencio.
—Perfecto, mañana comeré ramen gratis gracias a tus lágrimas, lo disfrutaré doblemente.
—¡Iwa-chan, eres malvado! ¡Deberías querer verme sonreír!
—¿No lo estás haciendo ahora? —indicó con un tono tan naturalmente confiado que Tooru no pudo contradecirlo, aunque trató de tirarse las comisuras de la boca hacia abajo, sin éxito.— Como sea, era solo eso. Hablamos otro día. Bye.
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El Club de los 5 - Haikyuu!!
FanfictionLos chicos de tercero dejan atrás la preparatoria y entran a la vida universitaria. Oikawa se muda a Tokio sin Iwaizumi, tras haberse declarado torpemente y sin saber la respuesta. Allí descubre que sus nuevos y ruidosos vecinos son Kuroo y Bokuto...