Durante la siguiente semana, Kuroo no consiguió ubicar a Kenma de ninguna manera; no le respondía llamadas ni mensajes, ni tampoco estaba en su casa. Cuando se dejó caer por allí el domingo, la madre de Kenma le dijo que el chico había avisado que se quedaría en la casa de un amigo, y ella había dado por descontado que sería en lo de Kuroo, pues su hijo no tenía más amigos de tanta confianza. Así pues, Kuroo espero al término de los feriados y fue hasta la universidad de Kenma, pero tampoco lo encontró allí. Se topó con Yuu y Miyuki, la parejita de frikis que se había hecho amiga de Kenma recientemente, pero aseguraban tampoco saber nada del chico; no obstante, por la cara suspicaz de la chica, Kuroo supuso que en verdad sí sabían algo, y no pensaban decírselo. Por un lado se alegraba de que Kenma hubiese conseguido nuevos amigos de confianza, y por otra parte solo tenía ganas de estrangularlos hasta que le contaran lo que sabían.
Finalmente tuvo que rendirse y esperar hasta que Kenma decidiera volver a contactarse con él. Tampoco es como si pudiese evitarlo para siempre, solo debía darle algunos días más para que se calmara. Kenma solía reaccionar así, como un gatito asustadizo, a quien no había que presionar para recuperar su confianza. El problema era que nunca había sido él mismo, Kuroo, la causa del desconfiar de Kenma, y no sabía qué hacer ahora que estaba en esa posición. Trataba de analizar las cosas y actuar controlándose lo mejor posible, pero eso no implicaba que no estuviese impaciente y ansioso al respecto. En su mente se repetía la escena del viernes pasado una y otra vez, cambiando algunos detalles, llegando a tiempo de retener a Kenma y arreglando ahí mismo el malentendido. Porque solo había sido eso, un malentendido. Definitivamente no había reaccionado ante el beso de Tsukishima. O quizá un poco, pero eran reacciones normales ante una situación así, no implicaba nada especial.
Tsukishima, por su parte, le pidió las disculpas pertinentes en cuanto Kuroo volvió de la calle, sin haber encontrado a Kenma. El rubio no se mostró muy afectado por la situación, pero aún así se disculpó por crear aquel malentendido (a pesar de que su expresión facial no indicaba que le importara demasiado). Adujo que hizo aquello motivado por la curiosidad y un poco por revancha, devolviéndole a Kuroo sus provocaciones pasadas, pero jamás imaginó que las cosas terminarían así. Kuroo aceptó su explicación sin darle muchas vueltas al asunto, a pesar de que una parte de él comprendía que la mirada de Tsukishima escondía algo más. Sin embargo, en ese momento no tenía tiempo ni ganas de analizarlo.
Durante toda la semana estuvo malhumorado e irritable; hasta que por fin el siguiente sábado recibió la tan ansiada llamada. Estaba tirado en el sofá del comedor, con el TV prendido como única compañía mientras leía por centésima vez la misma página de un texto sobre los fundamentos de la Espectroscopia, cuando su celular sonó. Pensaba que era Bokuto, para pedirle algún plato específico para la cena, por lo que tomó el móvil con desgana y casi lo dejó caer al ver el nombre de la llamada entrante.
—Kuro —dijo la voz bajita de Kenma al otro lado de la línea.
Toda la calma y la mesura de Kuroo fueron a parar al demonio en cuanto lo escuchó.
—¿Dónde estás? ¿Cómo estás?
—Estoy bien, estoy en casa.
—Ya salgo para allá —anunció Kuroo, tirando el texto a un costado y poniéndose de pie.
—No, está bien así —replicó Kenma entonces.— Solo quería hablar un momento.
—Lo sé, yo también —hizo una pausa, tratando de ordenar las ideas.— Pero esto es algo que debemos hablar cara a cara.
—Tal vez... —titubeó.— Pero no quiero verte.
Aquello era algo que se esperaba, y sin embargo no dejó de caerle como un puñetazo en el estómago a Kuroo.
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El Club de los 5 - Haikyuu!!
FanfictionLos chicos de tercero dejan atrás la preparatoria y entran a la vida universitaria. Oikawa se muda a Tokio sin Iwaizumi, tras haberse declarado torpemente y sin saber la respuesta. Allí descubre que sus nuevos y ruidosos vecinos son Kuroo y Bokuto...