arcane

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“Hay un muchacho valiente, porque lo de ser cobarde ya le ha costado demasiado” Christian Pueyo

El vagón era abordado a las 6 de la mañana por personas buscando llegar a su destino, el aire frío entrando en ellos y contando el tiempo justo

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El vagón era abordado a las 6 de la mañana por personas buscando llegar a su destino, el aire frío entrando en ellos y contando el tiempo justo.

Pero había una persona, un chico, él siempre llevaba un libro en sus manos, una mochila marrón de cuero a un lado y grandes gafas redondas, el chico hacia trabajo social en la biblioteca de la universidad hacia unas semanas, sin embargo el lo vio cuando el pelinegro estaba en su último día, no tuvo la oportunidad de hablarle después.

Por lo general el chico no se sentaba, aún con diez asientos vacíos a su lado Jimin prefería leer de pie, con sus audiculares puestos, haciéndose ajeno a todo lo que lo rodeaba, incluyendo al castaño de enfrente, [porque a él ya le conocía demasiado]

El castaño siempre tomaba el mismo vagón que el pelinegro, le resultaba peculiar la forma en que el chico leía, parecía transportarse a otro mundo. Muchas veces lo había escuchado reír, mientras que para los demás parecía ridículo, para él resultaba hermosa aquella melodía. [había deseado decírselo ya varias veces]

Jimin nunca bajaba su libro, cada semana llevaba uno nuevo y el menor se preguntaba como es que los leía tan rápido, lo más que el castaño había leído en sus cortos 18 años, eran las obras de Shakespeare, para la clase de literatura. [los mismos que el pelinegro le había entregado]

Él ya conocía cada acción de aquel chico, la primera vez que lo vio creyó que quizás el pelinegro leía para alguna clase, la segunda semana se dio cuenta que no era así, la tercera observo detalladamente a aquel humano queriendo una oportunidad para hablar con él, la cuarta semana sus esperanzas disminuyeron, el nunca despegaba sus ojos del libro ni siquiera al bajar del vagón. Una guerra de dragones podía estar fente a él, pero sus ojos no se despegarian de aquel libro. [a menos que sea para apreciarlo a él a escondidas]

La noche anterior el castaño había estado reflexionando sobre aquél chico de los libros, se dio cuenta que había visto aquel toque bohemio en sus prendas, en su mochila y sus gafas, había visto sus dedos rechonchos y pequeños, igual que su estatura, sus cabellos siempre descuidados y él pasando sus dedos en una línea imaginaría del centro para acomodarlo. [actitud que él habia imitado repetidas ocasiones]

Recordó la forma en que sus ojos desaparecían cuando leían algo que le parecía tierno, lo sabía por la forma en que sus mejillas se volvían carmín y una sonrisita se asomaba en sus labios abultados. [la misma sonrisa que el más bajo le dirigia a jungkook cuando este estaba disperso, sin que se percatara de ello]

La estruendosa risa que inundaba sus oídos y la forma en que cubría sus labios sabiendo que estaba siendo muy ruidoso y le apenaba.

Las pequeñas lágrimas que vio caer de sus orbes mientras leía el poemario “Aquí dentro siempre llueve” y limpiaba con la manga de su suéter, tratando de no lucir muy obvio.

Jungkook se había aprendido el lenguaje corporal del pelinegro con el paso de las semanas, él sabía que aquel chico se cubría en los libros intentando alejarse de la realidad.

Pero lo que más curiosidad le causaba era el porque nunca levantaba la vista fuera de los libros. Y es que el nunca noto esos dos orbes verdes mirándole cuando agachaba la mirada.

Jungkook quería ser notado, quería recibir la atención de aquel bonito chico, se estaba volviendo loco y eso le carcomía la mente, hoy hablaría con él, estaba decidido.

Se levantó con una sonrisa plasmada en su rostro, sus manos sudaban por el nerviosismo y sentía que en cualquier segundo su estómago explotaría por la inmensa cantidad de sentimientos dentro de su cuerpo. [los mismos que jimin sintió cuando el castaño pidió las obras de shakespeare y entrego su credencial, jeon jungkook digno de un ser tan hermoso]

A las 6 en punto subió al vagón, aún sonriendo, pero no duro mucho. Esta vez el chico no estaba, sus nervios crecieron al triple y miles de dudas surgieron en su interior, trató de mantener la calma, tomó su lugar habitual, con la diferencia de que esta vez miro por el pequeño ventanal de nuevo disperso.

Se sentía decepcionado, había estado esperando este momento por días y ahora estaba arruinado. Sólo esperaba que el pelinegro estuviera bien y solo haya tenido un pequeño retraso, el aún tenía una pizca de esperanza en su ser.

Las puertas del vagón se cerraron, ni siquiera se atrevió a mirar por la puerta, seguramente no estaría ahí, una ola extraña recorrió su cuerpo, y comenzó a sentirse decaído y dolido, pero el chico de los libros no tenía la culpa, él ni siquiera lo conocía.  [o eso creía jungkook]

- Disculpa... ¿Podría tomar asiento aquí? - sus ojos giraron a el dueño de aquella dulce voz y maldición, era él.

Miró alrededor creyendo alucinar, todo parecía normal, pero hm... la mayoría de los asientos aún estaban vacíos, asintió atontado por el chico.

El pelinegro sonrió sentándose y rozando ligeramente su rodilla con la del castaño, jungkook se sentía desmayar, un delicioso aroma inundó su nariz, el perfume de aquel lindo chico, era tan dulce, igual que el dueño.

Esta vez el chico no llevaba ningún libro, era su oportunidad, lamió sus labios y se preparó mentalmente para el ridículo de su vida, pero la dulce voz del contrario lo corto de golpe.

- Me llamo Jimin, Park Jimin - Y si, su respiración se corto cuando el chico dejo un beso en su mejilla a modo de saludo, nunca más se lavaria aquella mejilla. Bueno, quizás estaba exagerando un poco-demasiado.

El castaño alzó su mano para presentarse - Soy Jung...

- Jungkook, lo sé, llevas mirándome todos los días. - el mayor río avergonzado y bajo la mirada

- ¿Como sabes mi nombre? - una ola de dudas llenaron su mente. [un ser despistado a decir verdad]

- Tu también me gustas, Jeon.

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𝒂𝒓𝒄𝒂𝒏𝒆! 𝒈𝒈𝒖𝒌𝒎𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora