Era época de invierno, las calles estaban congeladas del frió que había y gracias al clima París a penas tenia ciudadanos paseando por ella y los que lo hacían traían ropa bien abrigadora para mantenerse calientes de la helada brisa. Bueno casi todos, en el colegio Françoise Dupont se encontraba una adolescente esperando a que llegara la limusina y llevarla a su casa pero no contó de que llegaría tarde, en cuanto llegara seguro despediría a la persona que la hizo esperar tanto a ella, a la hija del alcalde.
Estaba sentada en las escaleras después de cansarse de estar de pie, la escuela estaba desierta no había nadie en ella porque apenas sonar el timbre de salida los alumnos salieron corriendo con sus abrigos directo a sus casas pero la joven ni se molesto en traerse algo caliente ¿la razón? ni yo se, solo se que dejo su abrigo en su habitación.
-Ahgg ¿cuando llegara la limusina?-pregunto furiosa al aire
-Mami, hoy comeremos pastel ¿verdad?-escucho la rubia una vocecita
Levanto su vista que la tenia gacha, al frente del colegio se encontraba una niña de al menos unos seis años con cabellera rubia amarrado en dos coletas altas y ojos grises claros con un bonito abrigo de color amarillo pálido, una falda del mismo color, medias color negro, botas marrones y una bonita bufanda violeta, cargaba una bolsa donde se podía ver que había comprado pan junto que al parecer es su madre que iba a un lado de la pequeña niña, completamente idénticas, la mujer al igual de la niña era rubia con ojos color gris claro, un abrigo negro con un pantalón de mezclilla gris, botas negras y una bufanda celeste. La mayor de las dos reía por la pregunta que había hecho la menor.
-Por supuesto que si cariño ¿por que crees que hice pastel? ademas ¿por que crees que lo hice de manzana tu favorito?-le pregunta con una dulce sonrisa
-¿En serio? gracias, gracias, gracias-la abraza-te amo mami
-Yo también te amo hija-le besa su mejilla y siguen su camino
La ojiazul veía la escena enternecida y nostálgica, le traía tantos recuerdos cuando era en verdad feliz, donde estaba ella, su padre y sobretodo... su madre, cuando de un momento a otro el recuerdo que creyó a ver borrado de su mente para siempre apareció de repente. Su madre en una camilla del hospital, doctores y enfermeros corriendo de un lugar a otro y su padre al igual que ella atrás de un vidrio viendo toda la escena, viendo como su madre se iba poco a poco. La muchacha sintió su cara húmeda, empezó a llorar ¿hace cuanto que no lloraba? hace años, para ser mas precisos después del funeral de su madre, a partir de ese día no volvió a ser la misma niña que solía ser, cambio por completo, su cambio es notorio si la conocieras de pequeña, lo cual seria imposible, no había tenido amigos cuando era una niña. Adrien Agreste, lo conoció cuando tenia siete años un año después de la perdida de su madre. Le tenia mucho cariño a el joven, él había logrado sacarle una sonrisa en sus peores momentos una de las razones por la cual era muy cariñosa con el, le tenia admiración al ver que era gentil y amable con las demás personas aun después de la desaparición de su madre, algo que ella no pudo hacer y que seguro aun no podrá.
El clima era cada vez mas frió, se regañaba mentalmente por no traerse ropa mas abrigada, sus mejillas estaban rojas por el frió y su nariz ya se tornaba de un color morado. Sus brazos y su cuello sintieron algo cálido, era un abrigo amarillo con detalles negro y una bufanda blanca ¿cuando habían aparecido hay? levanto su vista y se encontró a la persona a quien menos se esperaba. Negro azabache era el color de su cabello amarrado en dos coletas cortas, ojos celestes igual al cielo con un abrigo gris oscuro, pantalón rosa al igual que sus botas y bufanda.
-Hola-hace un gesto con la mano en señal de saludo
-¿Y tú que haces aquí?-pregunto remarcando el "tú"
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MLB -Gracias... por ser como eres
FanfictionUna pequeña historia donde la persona mas egocéntrica sabe agradecer...