PONCHO
Me adentré en el Tequila, sorprendido por la penumbra que dentro había. Caminé entre las mesas desocupadas, sintiendo un escalofrío. ¿Por qué no habría nadie?
Pero en eso estaba equivocado, si que había alguien.
Aarón estaba allí, sentado en una de las mesas del fondo, mirándome con una arrogancia desconocida para mi, sustituyendo su expresión normalmente amigable. Quizás a veces era un poco descarado, pero nada que ver con su petulancia en ese momento. Lo más sorprendente era que sobre su regazo estaba sentada Dul, concentrada en Aarón como si ella fuera su satélite o algo parecido. Ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba allí, o si lo hizo, no dio señales de ello.
Me acerqué a ellos con cautela, esperando que alguno de los dos hiciera o dijera algo para quitarme esa sensación de hostilidad. Pero ninguno hizo nada, Dul ni siquiera me volteó a ver, mientras que Aarón si lo hizo, pero como si quisiera romper mi pobre hueso vómer (hueso de la nariz para los poco puestos en el tema como Giovanni).
Dejando a un lado esta pequeña lección de anatomía, el caso es que, al fin, uno de los dos habló, Aarón, para ser más exactos.
- ¿Esto es lo que quieres? - me retó sonriendo de manera arrogante. Lo miré como si de pronto le hubieran salido antenas. ¿De qué estaba hablando?
Entonces con un dedo alzó el mentón de Dul y sus rostros quedaron a la misma altura. Ambos se inclinaron a la vez el uno sobre el otro y comenzaron a besarse con la misma necesidad con la que un náufrago se aferra a un salvavidas. Apenas si fui consciente de que me había acercado a ellos para romper el hueso vómer de Aarón, cuando alguien me agarró por detrás. Volteé con una expresión que pretendí, fuera amenazadora, y así pude ver a Edgar, sonriéndome de la misma forma que lo había hecho Aarón ¿quien demonios le había dado vela en ese entierro?
Me debatí furiosamente, tratando de soltarme, pero era demasiado fuerte, no fui capaz de deshacerme de él hasta que no me soltó voluntariamente. Lo sentí reír atrás de mi, aunque no me quedé para enterarme del chiste, eché a correr hacia donde se encontraban Aarón y Dul, que aunque ya no se besaban, se dedicaban unas carantoñas que me gustaban casi tan poco como el beso.
Estaba a un metro escaso de ellos, cuando impacté contra algo que me hizo caer hacia atrás. Noqueado, parpadeé varias veces, sin entender contra que había chocado. Me incorporé lentamente, confundido, sintiendo las carcajadas de Edgar detrás de mí. Observé a Aarón, que se reía también y a Dul, que no me hacía caso alguno. ¿Estaba ciega o qué? Me había dado el topetazo del siglo, podría haberme partido todos los dientes, o de plano abrirme la cabeza, pero ella nada, ahí seguía muy risa y risa con Aarón. La miré sintiendo una repentina ola de resentimiento.
De pronto Edgar ya no estaba detrás de mí, se había unido a la diversión con Dul y Aarón. Se sentó en la silla de al lado, tomó a Dul de la mano y la llevó hasta su regazo, mientras Aarón los observaba, complacido. Yo, por mi parte, estaba horrorizado. Dulce se recostó sobre su pecho mientras él posaba su mano sobre la rodilla de ella y ascendía por su pierna, con cara de deleite. Quise acercarme para dejarlo manco y se la pasasen las ganas de andarla toqueteando, cuando la barrera invisible volvió a hacer acto de presencia. Recordé el hueso vomer otra vez, sobre todo porque supe que se había roto el mío con tremendo golpe, a pesar de que no me dolía.
- Renunciaste a ella ¿recuerdas? - me restregó Edgar, sonriendo muy pagado de sí mismo.
- Suéltala – le exigí con frío odio.
- Ella te ve como su hermano Poncho – intervino Ucker, surgiendo de ninguna parte hasta quedar situado detrás de Dul.
Lo miré sorprendido. Él, por el contrario, no me prestó la más mínima atención. Rebuscó algo en el interior de su saco y extrajo un elegante y en apariencia carísimo collar, que depositó sobre el cuello de Dul. Ella sonrió encantada mientras las blancas perlas rodeaban su cuello, mientras Ucker deslizaba su mano hasta su clavícula, para dejarla luego sobre su hombro. Dul volteó ligeramente hacia atrás justo en el momento en el que Ucker se inclinaba con el claro objetivo de besarla. Sentí como mi furia crecía por momentos ¿iban a montar una orgía delante de mí o qué?
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Un Verano para Recordar
RomanceEsta historia es una de las mejores que he leído, y me he leído muchiiiisimas.. La escribió una chica de España que se llama Miri (en el Foro de Univisión su usuario era chukypollito) y es simplemente hermosa, cuenta la historia de amor de Dulce y P...