22.- Miedo.

52 2 1
                                    

~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

~

Una semana después del regreso de Jess, Sophie no lo había visto ni una vez. Con Alicia y Max de luna de miel, ella quedó a cargo del conservatorio en su ausencia y casi no tenía tiempo ni para respirar. Aunque tampoco es como si Jesse la hubiera buscado en algún momento de la semana. Desde que volvió de aquél viaje de negocios, no estaba demasiado comunicativo con ella. O con cualquier otro ser humano. Soph incluso dudaba que le hubiera dirigido la palabra a su pobre gato.

Por eso ahora estaba tocando a su puerta, con comida china para llevar en una de sus manos y su bolso en la otra. En cuanto tuvo un pequeño tiempo libre, lo primero que había decidido era ir a asegurarse de que Jess estuviera vivo, y llegó casi corriendo a su restaurante chino favorito para así no llegar con las manos vacías.

— ¡Hola, Sophie! —dijo un muy agitado Jess—. ¿Qué haces por aquí?

—Bueno, no hemos hablado en toda la semana. Venía a comprobar que estuvieras vivo —se encogió de hombros y esquivó hábilmente al chico para adentrarse al departamento—. Y traje comida china, tu favorita.

—Gracias, Soph —dijo levemente resignado a que ella estuviera dentro, y cerró la puerta—. Iba a llamarte, pero...

"... Pero no sabía cómo mirarte a los ojos para después dejarte ir" pensó él.

—No te preocupes, no siempre tienes que buscarme tú a mí —le sonrió levemente y comenzó a inspeccionar su alrededor—. ¿Por qué tienes tantas cajas de cartón?

—Uh...

— ¿Y por qué empacas tus cosas? Casi se ve igual que cuando vine a ayudar con tu mudanza a la ciudad —comentó entre desconcertada y divertida.

—Yo...

— ¡Vas a cambiarte de casa! —exclamó emocionada—. Este lugar me encanta, lo sabes, pero me alegra que te mudes. No es un hogar demasiado apropiado para Allie —muy a su pesar, Jess sonrió por el hecho de que Sophie se preocupara tanto por su gato—. ¿Dónde vivirás ahora? Más cerca de mi departamento, espero. Vivimos tan lejos uno del otro —dramatizó.

—Sólo son seis estaciones del metro —respondió él con algo de gracia.

— ¡Exacto! Apuesto a que ese horrible metro se ha hecho millonario gracias a nosotros —suspiró y dejó la comida en la mesa de centro del salón para después tomar asiento en el sofá de Jess—. Entonces, ¿a dónde te mudas?

Jesse entendió que ese era el momento de ser sincero.

—Yo... voy a volver a trabajar en la sección de viajes y turismo de la revista.

— ¿Qué estás diciendo, Jess? —Sophie parecía perdida y él en serio lamentó que fuera así.

—Mi tiempo aquí terminó, Solecito —dijo lentamente—. La editora jefe me lo comunicó en esa reunión que tuvimos —entre toda la neblina en su cabeza, ella pudo notar la amargura en los ojos del chico.

"Casi" nunca es suficiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora