Actualidad.
Ya hace 6 años que estamos en Canadá, poco tiempo después de que llegáramos, vinieron Fernando y Fredo también. Ahora, viven en la casa de al lado, por lo que Fredo y yo nos hicimos mejores amigos después de todo el tiempo que pasamos juntos.
Ahora, pertenezco a la reciente mafia que Fernando ha creado, su nombre es Black Pistols, el dinero predomina en nuestras vidas... Fredo y yo luchamos en el ring mientras nuestros padres se dedican a hacer apuestas con los contrincantes. Nunca he perdido una pelea, soy totalmente implacable gracias a los entrenamientos de Fernando.Pero, esta noche es distinta, luchamos contra la mafia de los Monkey Dollars, la mafia a la que pertenece Christopher Jones, el superviviente de la casa que hace años atrás mis padres quemaron. He descubierto por mi propio pie, que el sabe que mis padres lo hicieron, por lo que supongo, que Fredo esta noche tendrá que luchar como nunca lo ha hecho. Mientras que yo, tendré que luchar contra su mejor luchadora, Anastasia Jackson, prima materna de Cristopher, por lo que también,tendré que tener cuidado con mis dientes sino quiero perderlos.
La pelea comienza exactamente a las 22:30 ㏘, apenas quedaba una hora ya, por lo que me duché rápido después del entrenamiento y me puse un short de deporte junto a una camiseta de tirantes y mis botas, todo esto de color negro. Até mi pelo en una coleta alta y colgué mi bolsa de mi hombro. Salí rápido del gimnasio y me subí a mi precioso Chevrolet Camaro, también, como no, de color negro y dejé mi bolsa en el asiento del copiloto.
Lo arranqué y disfruté del sonido de su motor hasta que comencé a conducir hasta el lugar donde se celebrara esta noche. Un sótano enorme de la mafia enemiga, aparqué el coche fuera del alcance de cualquier borracho estúpido y entré con cuidado de que nadie me viera.
Una vez allí, mi madre me abrazó y Fernando me dió un beso en la cabeza señalándome donde Fredo se encontraba, me acerqué a el y me senté a su lado.¿Nervioso? —Pronuncié sentándome en el sillón dejando mi bolsa a un lado—.
Un poco, verás. —Suspiró y entrelazando sus propias manos, me miró—. No me apetece mucho que el tío superviviente de la casa que tus padres quemaron, me rompa la cara. —Dijo esto último en un susurro—.
Tranquilo, no serás al único que intentarán romperle la cara. —Miró a un lado, donde nuestros contrincantes también conversaban, seguramente de partirnos a la mitad—.
Pero tu, eres Adriana Clementine. —Se puso serio de repente—. A ti nunca te ha ganado nadie. Sin embargo, yo soy Fredo Mikael, me han roto la cara tantas veces, como dedos tengo en el cuerpo.
No digas tonterías, podrás con el, estaré apoyándote junto a nuestros padres. —Lo abrazo brindándole mi apoyo antes de que Fernando lo avisara de que debía prepararse—.
Fredo abandonó su asiento para subirse al ring, colocando su protección en los dientes y después sus característicos guantes amarillos de la suerte.
Después de unos minutos, Cristopher se subió al ring junto a el, con todo lo necesario ya puesto. Una mujer con poca ropa se subió al ring dando por iniciada la pelea. Fernando se puso en un lado del ring, seguido por mi madre, mientras que yo, seguía mirando la pelea desde mi asiento.
Fredo estaba haciéndolo muy bien, su enemigo aún no lo había ni rozado y como si le fuese la vida en ello, saltó y un puñetazo voló hacia la cara de su contrincante dejándolo completamente k.o.
Mi madre se acercó a mi, ayudándome a colocarme los guantes y la protección de la boca.¿Estás lista, cielo? —Dijo acabando de apretar mi guante derecho—. Estoy orgullosa de ti.
Lo estoy, mamá. —Sonreí y me levanté en cuanto terminó de apretar mi guante—. Gracias. —Dije, antes de subirme al ring y mirar a la chica que se ponía frente a mi—.
Buena suerte. —Dijo la rubia de ojos verdes con prepotencia—.
Eso debería decírtelo yo a ti. —Una carcajada salió de mi boca y la mujer de poca ropa subió de nuevo—.
Fredo, Fernando y mi madre estaban colocados a un lado del ring, gritando mi nombre, mientras que al otro, se encontraban los de la otra mafia coreando el nombre de la rubia.
El primer golpe, o más bien... Casi golpe, lo lanzó ella, lo esquivé sin dificultad y mis puños hicieron un camino desde su estómago hacia su cara. Siguió en pie lanzándome otro golpe, este si me tocó, pero apenas lo sentí, puesto que me había dado en el hombro. Me reí un poco y mi puño voló desde mi cadera hacia la parte baja de su barbilla haciendo así que la chica saliera por los aires cayendo desplomada al suelo. Me quité los guantes y los lancé al suelo del ring antes de saltar las cuerdas y lanzarme a los brazos de las tres personas más importantes de mi vida.
Unos aplausos se escucharon y el silencio reinó de repente en la sala. Esas pisadas, yo las conocía, era la persona de la que había escapado, era el primer hombre que me había roto el corazón, era mi padre. Mi cuerpo se estremeció y deshice el abrazo dando un paso atrás.Veo que has mejorado, querida niña. —Avanzó lentamente hacia mi quedándose quieto una vez que estaba frente a mi—.
¿Qué haces aquí? —Fue lo único que pude decir al verlo de pie, frente a mi. Me sentía como una niña indefensa, de nuevo, me sentía como la primera vez me subí al ring, totalmente, fuera de lugar—.
¿No puedo venir a ver a mi hija? —Dijo, con su característica sonrisa de lado—.
No, no puedes. —Intervino mi madre poniéndome detrás suya, protegiéndome de el—. Creí que lo suponías cuando nos fuimos después de que me maltrataras aquel día.
Son errores que uno comete, querida Margarett y estoy aquí para pediros perdón a ambas. —Mantuvo su sonrisa cínica en su rostro—.
No hay perdón que valga. —Salí de detrás de mi madre agarrando su mano para que supiera que estaba con ella—. Tú pegaste a mamá, eres un monstruo.
Preferiría papá. —Se encoge de hombros—. Pero, siendo así, me conformo con monstruo.
Es mejor que nos vayamos. —Dijo, esta vez, Fernando, agarrando mis guantes del suelo y dándomelos—. No merece la pena perder el tiempo con hombres como el.
Tienes razón. —Agarré mi bolsa y metí mis guantes dentro, cerré la cremallera y avisé a Fredo de que nos íbamos—.
Mi padre, se quedó allí, firme y serio parado al lado del ring mientras nosotros nos íbamos. Fredo se subió conmigo en el coche y mi madre junto a Fernando se subieron en el coche de el. Esta vez, el camino fue silencioso, me recordaba al camino de mi antigüa casa al aeropuerto, pero esta vez, era yo quien conducía y era a mi quien le salían las lágrimas sin cesar mientras Fredo intentaba calmarme sin resultado. Aparqué el coche frente a la casa y desabroche mi cinturón, cogí mi bolsa y salí corriendo a casa. Abrí la puerta y subí corriendo a mi habitación, la cerré rápidamente y me tiré en la cama, agotada, devastada y rota, rota como una muñeca de trapo viejo.
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Open Scars
Romance«¿Qué pasa cuando a una chica no es su primer amor quien le rompe el corazón, sino su padre?»