LA SORPRESA

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Era una fría mañana de verano ,como todas las mañanas aquí, en Galicia. A pesar de que el despertador ya había sonado hace cinco minutos, Dory seguía enroscada en las sábanas aún a sabiendas de que llegaría tarde al trabajo.
Estaba a punto de volver a conciliar el sueño hasta que ,Pedro y Antonia, sus vecinos del 4º, comenzaron con su discusión mañanera, como de costumbre.
Ya desechando la idea de seguir durmiendo ,Dory se levantó y se dirigió lentamente a la cocina. Se dispuso a preparar su desayuno: unas tostadas integrales con remolacha y ese asqueroso batido de acelgas, pepino y apio que la repugnante anoréxica de su dietista le había mandado tomar.

Una vez hubo sobrevivido a su desayuno ,dejó los platos de cualquier manera sobre la encimera y fue a cambiarse. Dory abrió el armario pensando en que podría ponerse, hasta que se acordó de que tenía que llevar el feo y aburrido uniforme de todos los días. Le dio al botón del play de la radio y sonaba la canción Sex on fire del grupo Kings of leon. Dory se puso a bailar al son de la música mientras se subía esa apretada faja que le disimulaba esos cinco quilillos que le sobraban.
Se puso esas horribles medias de abuela marrones , la falda de tubo azul marino que le hacia el culo fofo, una blusa color caqui y finalmente una americana que hacia juego con la falda.
Iba a lavarse los dientes cuando le dio por mirar al reloj para comprobar la hora. Eran las 7:00 h y ella tenía que entrar al trabajo a las 7.30.Teniendo en cuenta que su trabajo estaba a cuarenta minutos de su casa, Dory dejó el cepillo de dientes en el lavabo, conservando aún el sabor a apio y remolacha en la boca y fue corriendo hacia al coche.

Dory tenía un Citroën Saxo destartalado, que le había regalado su padre cuando él consiguió uno mejor. El coche tenía más de 16 años e iba muy despacio, el trabajo de Dory solo estaba a veinte minutos , pero con esa chatarra se doblaba el tiempo y siempre tenía que salir antes de casa.

Finalmente ,tras una demora de veinte minutos , llego a su trabajo ,preparada para recibir todas las quejas de su jefe, Gerardo. Gerardo era un cuarentón pitopausico que se echo a perder cuando su mujer le dejó por un cubano de veinte años .Reprimía su dolor con los demás y trataba a todos sus empleados con desprecio.
Cuando pensaba que nadie le veía ,en la soledad de su despacho, se ponía a cantar canciones de Whitney Houston ,tirando a la basura la poca dignidad que le quedaba.
Cuando se quedó en el paro, su padre le ofreció un puesto en el hotel que dirigía, este murió y Gerardo quedó al cargo del hotel esclavizando a todos sus empleados.

Después de aguantar los insistentes gritos de Gerardo, Dory ocupó su puesto de trabajo. Ella era una de las recepcionistas del hotel ,se ocupaba de atender a los huéspedes y entregarles sus tarjetas de habitación ,además de atender todas las llamadas de teléfono.
El Hotel Rivada era el más visitado de la zona por sus hermosas vistas al mar.
Aunque no todo era maravilloso en él, ya que Dory tenía que trabajar 12 horas y solo tenía un día de descanso, además le pagaban una miseria; pero no podía quejarse porque sino Gerardo la despediría.

-Hola, tengo una habitación reservada a nombre de Venancio Casanova-dijo un amable hombre.

-¡VENANCIOOO! -se escuchó de repente en la recepción del hotel. -¿COMPRASTE LOS PAÑALES DE LA NIÑA?

-No cariño, se me olvidaron - contestó Venancio a su mujer con una paciencia infinita.

-¡SERÁS INÚTIL!- contestó cabreada y llamando más la atención de los presentes.-¡NO HACES NADA BIEN! Tenía que haberme casado con Gumersindo, ese si que era un hombre de verdad- continuaba quejándose - un hombre con dinero suficiente como para pagarse un buen hotel, no como esta mierda en la que me has metido a traición -dijo mirando el lugar con asco y desprecio.

- Disculpe señor, he encontrado su reserva para seis personas en la planta baja- dijo Dory ajena a la discusión. -Aquí tiene la llave, que disfrute de su estancia.

Antes de que Venancio pudiera coger la llave, Dory pudo ver con terror como una masa de niños se aproximaba gritando hacia el mostrador.

- ¡¡¡MAMÁ, MAMÁ QUEREMOS IR A LA PISCINA!!! -exigieron los pequeños a su madre.

Loli, la mujer de Venancio, empezó a rebuscar en la enorme bolsa de mano que llevaba consigo hasta encontrar lo que buscaba. De repente un silbido inundó toda la estancia. Los niños, al oír el silbato, formaron una fila ordenada como si del ejército se tratase.

- ¡SILENCIOOOOO! ¡SUBIR A LA HABITACIÓN, DESHACER LA MALETA Y COLOCAR VUESTRA ROPA EN EL ARMARIO! ¡DESPUÉS IROS A DORMIR Y MAÑANA YA HABLAREMOS SOBRE IR A LA PISCINA!.

-Pero mamá , son las nueve y media de la mañana -dijo el mayor de los hermanos, con temor a que su madre se enfadara más de lo que estaba.

-¡¡¡ME DA IGUALLLLL,NO CUESTIONES LO QUE DIGO!!!

-Muchas gracias señorita- dijo Venancio intentando mantener la calma.

Dory vio como la familia Casanova entraba en el ascensor y desaparecía de su vista dejando todo en calma.

La puerta de la recepción se abrió como cada vez que entraba un cliente, aunque Dory no le prestó especial atención.
Alzó la cabeza para recibir al nuevo huésped, encontrándose con alguien a quien no esperaba volver a ver.

El hotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora