Capítulo Veintidós.

117 15 93
                                    

30 de enero, 2016.

Estacioné el auto frente a la casa, tomé aire y bajé. Me acerqué a la puerta principal, toqué dos veces y esperé a que me abrieran. Mordí mi labio inferior realmente nerviosa. ¿Qué se supone que voy a decir?

Mientras mi mente estaba concentrada en ver qué decía, escuché la puerta abrirse, levanté mi mirada y me fue imposible evitar que mis ojos se humedecieran. La rubia frente a mí ladeó su sonrisa y sin decir nada me atrajo hacia ella y me rodeó con sus brazos.

– Mi niña, no te preocupes. – mordí más fuerte mi labio intentando evitar llorar. No quiero llorar más.

– Yo... lo siento. – me alejé un poco y limpié el par de lágrimas que se habían escapado.

– ¡Vamos, vamos! – se hizo un lado dejándome pasar a la casa. – Prepararé café, ya vuelvo.

Naomi desapareció en el pasadizo que daba a la cocina, escuché pasos en las escaleras, me volteé y ladeé mi sonrisa. Me agaché y abrí mis brazos, la pequeña corrió hacia mí y se colgó de mi cuello. Me levanté aún con Lucy en mis brazos, ella enredó sus piernas en mi cadera y besó ruidosamente mi mejilla.

– ¿Lista para la tarde de chicas? – pregunté mirándola. Sus ojitos se abrieron a más no poder y comenzó a agitar su cabeza haciendo que sus rulos se movieran.

– ¡Sí, tarde de chicas! – chilló emocionada.

La bajé y ella inmediatamente corrió en busca de su abuela, seguí sus pasos hasta que llegué al espacio donde se encontraban ambas. Me senté en uno de los bancos de la cocina y dejé mis codos sobre el mesón.

Naomi se volteó con dos tazas de café, me dio una y la otra la dejó frente a mí. Lucy le pidió su vaso de niña grande, una vez que su abuela se lo entregó corrió hacia la sala y encendió el televisor.

– ¿Has sabido algo de Alex? – pregunté después de un rato en silencio.

Ella levantó la mirada como si intentara asegurarse que estaré bien con su respuesta. Como si quisiera saber si no moriré o si no me deprimiré por lo que sea que vaya a decir. Al final, asiente con su cabeza y ladea su sonrisa.

– Me llamó hace como dos días. – asentí. – Explicó que se había ido con un amigo porque necesitaba tiempo y que había vuelto hacía unos días, pero que Bryan lo llamó así que tuvo que salir del país.

– ¿Cuándo salió? – volví a inquirir antes de soplar el café.

– Si mal no me falla la memoria, hace tres días. Dijo que les explicara a todos que lamentaba si no contestaba... – la interrumpí.

– Estoy segura de que a la última persona que quiere ver es a mí. – hice una mueca y le di un trago a mi café.

Naomi negó con su cabeza en ese momento. Uno de los rizos de su cabello se escapó de su lugar, por lo que ella lo tomó y lo volvió a colocar tras su oreja.

– Lauren... Dicen que mamá cuervo siempre ve a sus cuervitos como los más bellos, como si fueran perfectos. – ladeé mi sonrisa por su dicho. – No voy a decir que mis hijos son perfectos, porque sé muy bien que han cometido sus errores y también sé que tienen sus defectos. Sin embargo, sé que les enseñé a enfrentar sus problemas y solucionarlos de la mejor manera. No digo que seas un problema o que mi pequeña nieta lo sea. A lo que voy es que ninguno de los dos fue criado para ser grosero y sé, porque he visto a Evan muchas veces con humo en las orejas, que no está molesto contigo ni que te odia.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora