Ellie. #11

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—¡Hola! —escuché los gritos de varias chicas detrás del teléfono, provocando que lo alejara un poco de mi oído.

—Hola —sonreí al escuchar la voz de Nelly.

—Vamos de compras —dijo Debby, arrebatándole el teléfono de las manos a Nelly—. Ivonne, Nelly, Delinna... ¿Quieres venir?

Observé qué tan cómoda me sentía en mi cama, con mi laptop y una taza de café. Estaba en medio de una carta bastante importante para Elliot. Tal vez podría ser otro día...

—Compraremos café en Grumpy... —canturreó, lanzando su sucia jugada para seducirme al lado oscuro. Y vaya que funcionó, porque mi café estaba del asco y Grumpy era mi tienda de café favorita. Me mordí el labio unos segundos y dije:

—¿Pueden pasar por mí?

—Estamos allí en diez —colgó. Negué con la cabeza y salí de la cama para meterme a la bañera. Hoy sería un largo día.

(...)

—Tenemos una lista de cosas por hacer —dijo Nelly con seriedad frente a todas nosotras. Bajó la mirada hacia un papel que sostenía entre sus dedos y comenzó a decir—: Un vestido para la fiesta de Debby: y sí, cada una necesita uno; un regalo para el aniversario de Delinna...

—¿Estás aburrida? —preguntó Ivonne, apareciendo a mi lado mientras seguía mirando a Nelly fijamente. Era bastante raro que Ivonne se apareciera para entablar una conversación, así que, según Debby, debía ser apreciado.

—No —medio sonreí y me crucé de brazos—. Sólo estoy un poco cansada.

Hubo un pequeño silencio entre nosotras antes de que ella dijera:

—Seguro no dormiste lo suficiente.

—Mjm —musité, apretando los labios, evitando mentir. Por un lado odiaba no poder decirles nada. Pero luego recordaba que, si tan sólo lo supieran, cuando me cansaba, comenzarían a tratarme diferente. Y por nada del mundo quería eso.

—¿Sabes algo? —murmuró Ivonne con un tono intrigante—. No todos los ciegos son incapaces de ver, Ellie.

Y así se alejó de mí para acercarse a Nelly, tocarle el hombro y pedirle que pare.

—Para ser honesta, creo que lo primero que todas queremos es ir a Grumpy Coffee, Nelly.

—Nadie quiere ir a Grumpy... —dijo, segura de sí misma.

—Yo sí —dijo Delinna.

—Yo sí —dije.

—Y yo —Debby.

—Y yo —dijo Ivonne, alzando una ceja, provocando que los ánimos de Nelly se fueran abajo.

—Bien... —cedió, con el ceño fruncido—. Vayamos al estúpido Grumpy Coffee.

Al llegar a nuestro café favorito en todo el mundo, ordenar y sentarnos en un lugar un poco apartado de las demás personas, Debby se acercó a mí. Pensé que me sacaría conversación pero, sorpresivamente, no fue así. Tan sólo me dedicó una sonrisa y se volvió para prestarle atención a Delinna y Nelly, quienes peleaban por qué regalo de aniversario Delinna debería comprar.

La situación era la siguiente: En la familia de Debby y Delinna había una tradición. Todos los años, en un día de Octubre (sin importar cuál), debían regalarle algo a todos los miembros de la familia, por el simple hecho de estar vivos un día más. Y, pues, Debby parecía muy tranquila, pero Delinna se estaba volviendo loca porque no tenía ni idea de qué regalarle a sus padres.

Si algún día me dejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora