Eco

10 2 0
                                    


Para Bryan, antes de desaparecer.

Hay tanto de ti, en mí. Y hay tanto de mí, que ya no me pertenece.

Parece que solo ha sido ayer, el recuerdo quiere permanecer fresco. Tu risa, tu voz, mis manos temblando, mis ojos llenos de dudas. Y tú, con esa forma de ser tan tuya. Con ese timbre de voz que tanto me calma, con esas caricias que me hacen sentir como una niña. Nosotros, la nada, nuestro sillón.

¿Lo recuerdas?

Yo a veces ya no puedo, y me duele.

Me molesta saber que poco a poco vas desapareciendo de mi memoria. Que, aunque no quiero, el tiempo te va borrando ¡Quédate conmigo! No pido mucho: Solo el recuerdo, de tu risa, de tu voz, de las hermosas palabras que siempre decías. Un sillón, dos personas. No es mucho.

El tiempo sigue su curso, las horas pasan, los días llegan, las estaciones terminan. Yo sigo aquí, justo donde me dejaste, esperando. Espero un día, y dos, y tres. Y de pronto ya son cinco años. ¿Dónde estás? ¿Por qué no regresas? Yo te extraño, el sol te extraña, nuestro sillón te extraña.

¿Dónde estás?

Es la pregunta sin respuesta ¿Te olvidaste de mí, de nosotros? Y la respuesta no llega.

El tiempo pasa, la vida cambia.

Yo me muevo, la espera me ha cansado.

Un día, nuestro sillón se cruza en mi camino: tan destartalado, tan lleno de agujeros, tan descuidado y roído por el paso del tiempo. Ya no es el mismo, ni yo soy la misma. Entonces me doy cuenta ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Diez, doce, tal vez quince años?

El sillón, con nuestras alegrías. Tú. Tú y tu recuerdo. Yo. Yo y mi tristeza. Y el eco, del silencio.

La vida sigue y las preguntas sin respuesta ya no importan.

EcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora