Capitulo 5

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Bostezó y luego miró el reloj. Estaba en las escaleras de la mansión esperando la llegada de su padre con sus invitados, los Pines, sacudió su cabello recién cortado, miro la puerta y recordó aquel día lluvioso que su padre regreso de su viaje a los Ángeles. Cuando se enfermó, y empezó a delirar por la soledad, eso era posible, él lo había comprobado después de haber escuchado esas. Esa voz tan desquiciada, tan aterradora pero sobre todo fuerte, eso le aterraba más, el gran tono de voz que tenía, ¿Cómo era eso posible? Sabía que venía de su cabeza pero, ¿Esa voz por dónde venía? No vena de afuera como las alucinaciones normales, parecía que estaba en su oído gritando.

Desde ese día ya no la había escuchado, pero a veces, cuando se encontraba solo oía murmureos, pero de solo una persona, pensaba que estaba loco o algo así, pero el viejo McGucket decía que no lo estaba que oír voces o su nombre reflejaba su buena salud cerebral. Mentira. Miro el reloj otra vez, las 2: 34 de la tarde. Se levantó y caminó hacia la puerta. La abrió y salió. Camino por el bosque, hasta el pueblo, llevaba su suéter favorito color verde oscuro, sus pantalones un poco sueltos y tennis negros, si, su combinación no era perfecta pero se sentía cómodo sobre todo. Saco su libreto de notas y su lapicera del bolsillo del pantalón, anoto una flecha en la ocupación de ¨Recoger el almuerzo¨. Paso a la cafetería y ahí estaba Susan, con el almuerzo esperándolo.

-Gracias, ¿Mi padre ya lo pago no?- Le pregunto el rubio a la mujer.

-Si hijo, disfrútenlo.- Agrego esta y se despidió con la mano. Robin, el chico que era novio de esa extraña muchacha de cabello morado estaba sirviéndoles a sus amigos, siempre iban a comer ahí, trabajaba ahí desde hace 2 semanas, era divertido escucharlos hablar, aunque Jeff nunca había intercambiado palabra con ellos, sin duda les parecía demasiado ¨Cool¨ como para hablarle, el solo era el chico hijo  del loco del pueblo. Sonrió al pensar esto, loco, que estúpido que el piense algo así, McGucket no oía voces. Salió de la cafetería.

Caminó sin prisa, los Pines no llegarían sino hasta las 3, saco un panecillo de la bolsa y empezó a mordisquearlo. Se quedó mirando el suelo de la plaza, no puso atención al tiempo y en cuanto se percató de esto miró su reloj, eran las 3:21. Corrió hacia la mansión, iba tan dentro de sus pensamientos y recuerdos sobre los mellizos Pines que chocó con alguien. No cayó al suelo pero estuvo a punto, miro a la persona con la que había chocado.

-Lo lamento mucho...- Se quedó atónito al verlo, tardo segundos en reconocerlo, a alguien que podría reconocer en milésimas de segundo. Un chic de cabello castaño, ojos oscuros y algo hostiles, un poco de barba color marrón, y aquel gorro color café claro tipo leñador. Sonrió al instante. El chico castaño solo lo miro con indiferencia.

-Disculpa mi culpa...- Y volvió a mirar su cuaderno para seguir caminando sin prestar atención a nada más a su alrededor. Paso de largo la presencia del rubio, esto entristeció al muchacho.

-H-Hey, tu eres Dipper Pines- Dijo el rubio, chico volvió la mirada hacia este y lo miro con desconfianza, con la frialdad de su mirada podía congelar a toda una ciudad. Esto estremeció a Jeff,- ¿No?-

-Sí, soy yo, pero me tengo que ir, hasta luego.- Y siguió caminando. Jeff solo pudo procesarlo hasta llegar a casa, ese chico no era Dipper, para nada, se parecía a el pero era, ¿Cómo decirlo? Era un chico totalmente diferente al de hace unos años, ahora era un adulto joven de dieciocho años, alto, con un semblante serio, lentes color negros, su cabello desordenado, bajo ese gorro que siempre traían, era extraño verlo. Por aquella impresión después de muchos años sin verlo, se le quito el apetito al pobre de Jeff y su fuerza lo había dejado atrás, se quedó inmóvil sin escuchar, sin ver, sin sentir nada, solo era alguien que estaba parado en medio de un camino hacia la mansión Noroeste. Solo era eso. Sin darse cuenta una chica alegre se le aproximo y lo abrazo por la espalda. Este dio un respingo y voltio su cabeza para identificar a la pequeña figura. Una castaña está fuertemente aferrada a su espalda.

-Jeffy...¡Eres Jeffy!- Grito esta con una sonrisa perfectamente bien hecha, blanca y hermosa.

-¡M-Mabel! ¡¿Qué tal?- El rubio se liberó de su agarre para voltear a abrazarla. La tomo por debajo de los brazos la abrazo como un koala a una rama y dio 2 vueltas cargándola. Por su parte ella reía como una chica que acababa de descubrir la risa. La puso en el suelo nuevamente y empezaron a caminar juntos a casa. Hablando de cualquier cosa, pero sobre todo del tiempo que no se habían visto. Al llegar a casa estaba el viejo McGucket con unos planos de arriba para abajo.

-¡Oh! Jeffy que bien que volviste, necesito que me ayudes con esto, es para dentro de una semana...- Se aproximó a la mesa más cercana y puso todos los papeles sobre esta, Jeff se acercó a su padre, viendo todos los planos demasiado rápido.

-¿Para dentro de una semana? Demonios, esto es demasiado, es solo un producto pero un tanto complejo, además esto.-Apunto con su dedo índice una parte en blanco debajo de aquella increíble maquina.- No tenemos el ángulo de inclinación.-

-Lo sé , lo sé, pero aun no estoy seguro si sea el correcto.-Le respondió el barba color plata, Mabel se acercó y apunto emocionada al papel.

-Son 56 Grados, ¡56!- Contesto esta, su hombro golpeo con el brazo del muchacho a un lado de ella, esto le impacto.

-¡Es cierto! Mabel, ¿Cómo lo supiste?- Pregunto el chico de cabello rizado mientras anotaba en el papel velozmente.

-Soy una estrella de los ángulos, genio-Hizo una expresión infantil al hacer el símbolo de paz con sus dedos. El rizos de oro le sonrió de oreja a oreja. En ese momento abrazo a la castaña, esta se quedó paralizada.

-Que bien que volviste, estuve un poco aburrido estos últimos 3 años, con mi padre...-Mabel al oír estas palabras correspondió el abrazo, su cuerpo se había desarrollado muy bien estos últimos años, sus suéteres ya no ocultaban sus curvas notorias de mujer. El anciano tocio para que los dos se dieran cuenta de su acción. Estos se sonrojaron y se separaron al instante.

-Bueno, vayamos por Dipper, debe de estar en la cabaña del misterio...-Agrego la chica con un suéter color amarillo.

-¿La cabaña del misterio?- Pregunto Jeff.

-Si, ¿no recuerdas que siempre íbamos ahí todos los veranos?-

-Oh, cierto...- Lo recordó, como conoció a los castaños Pines, cuando casi le vuelan con la puerta su cabeza. Se quedó un tiempo en su nube hasta que la puerta se abrió.

-Vamos.- Comento la castaña. El solo asintió, iban diciendo bromas todo el camino abajo, hasta llegar al dichoso lugar. Ahí estaba efectivamente Dipper, con una persona hablando y riendo. Se quedaron unos segundos mirándose y después, el siguiente acto que hicieron dejo a Jeff sin habla. Mabel abrió su boca atónita y tartamudeo un poco, Dipper beso a la mujer que estaba con él. Ella tenía una gorra como la de Jeff, azul y con un pino. Su cabello largo y rojo le hacía lucir algo aventurera. Era Wendy, la novia de Dipper desde hace 3 meses.


Esperándote( Billdip Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora