Dayana entró en la oficina con prisa. Faltaba media hora aún para tener que empezar a trabajar, pero primero tenía que terminar el informe de ventas. Se sentó en su escritorio y encendió el ordenador. Poco a poco fue llegando la gente de la oficina mientras ella aún estaba haciendo el informe. Le faltaba poco ya para terminarlo. Vio entrar a su jefe, un bien cuidado hombre de poco más de cuarenta años. Llevaba barba recortada y bien arreglada y un traje gris hecho a medida. Su cabello castaño tenía algunos mechones canosos y sus ojos verdes brillaban de manera especial. Cada vez que Esteban Márquez hablaba era capaz de mover el mundo.
—Buenos días —saludó y se dirigió a su oficina.
Un murmullo generalizado le respondió al saludo. Dayana sonrió levemente, Esteban era un hombre atractivo e interesante y cualquier chica querría estar con él, no obstante no se le conocía novia. Quizás fuese un poco libertino, o tal vez simplemente no tenía tiempo para atender debidamente a una mujer.
Terminó de escribir las últimas líneas del informe y guardó el archivo. Pulsó el botón de imprimir y se dirigió a la gran impresora.
Allí se cruzó con Manolo, el contable. Las mejillas comenzaron a encendérsele al verlo recordando lo que había presenciado la noche anterior.
—Buenos días —saludó Manolo mientras esperaba que salieran unos papeles de la impresora.
Dayana le respondió con una amplia sonrisa.
—Buenos días, Manolo. —Observó el aspecto desgastado del hombre. Iba afeitado y trajeado, pero aun así no tenía buen aspecto. Era ojeroso, de piel ligeramente amarillenta y unas pocas canas cubrían su rasa cabeza.
Se puso de pie junto a él esperando que la impresora terminara de escupir los papeles del hombre.
—Manolo, ¿luego tendría un momento para hablar? —preguntó con cierta timidez.
—¿Para qué?
Dayana tragó saliva. No estaba muy segura de lo que iba a hacer, pero con la grabación que tenía en su móvil creía que podría sacar algo de provecho. Primero que nada intentaría conseguir un aumento de sueldo.
—Yo... quería hablar de mi contrato...
Manolo arqueó una ceja y miró a la mujer divertido. Negó con la cabeza.
—¿Hay algún problema con tu contrato, Dayana?
—Ehm... No... Bueno, sí —titubeó.
—Pues eso no es conmigo con quien debes hablarlo. Deberías hablarlo con María, de recursos humanos —contestó el hombre mientras terminaba de recoger sus papeles.
Con eso no había contado. Pensaba que sería sencillo utilizar el vídeo en su favor, pero no se había acordado de que los contratos y sueldos los gestionaba María. Los papeles del informe que acababa de terminar comenzaron a salir de la impresora.
—Manolo —lo llamó antes de que él se alejase mucho—. Lo sé todo. —En cuanto dijo esas palabras, se arrepintió de haberlo hecho, sin embargo el hombre no tuvo la reacción que ella esperaba.
—Muy bien, me alegro por ti.
—Quiero... —titubeó—. Quiero un aumento de sueldo.
Manolo la observó serio.
—Háblalo con María.
—Si no me ayudas le contaré todo al jefe.
Manolo comenzó a reírse. Su rostro se tornó serio y una sonrisa cruel marcó sus labios
—No tienes nada. Y si lo tuvieras sabrías que si dices algo no volverás a trabajar nunca más.
Dayana tragó saliva. ¿Estaba hablando en serio o se estaba marcando un farol? Fuese como fuese, no conseguiría intimidarla.
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Sexo y traición en la oficina
RomanceDayana ha sido testigo de como la secretaria de su jefe y el contable de la empresa mantenían relaciones sexuales mientras conspiraban de algún modo contra su jefe. Dayana intentará sacar partido de lo que ahora sabe, pero no sabe en qué mundo se es...