#Capítulo 26

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- No es un buen plan - decía Lily, mientras los cinco seguían a James por la gran explanada que rodeaba la Mansión de los Malfoy -. En realidad, es una mierda de plan.

- Saldrá bien - dijo James rodeando un charco de barro -. Siempre que Longbottom no le pote a un auror en los zapatos.

Frank le lanzó una mirada de furia al capitán de Gryffindor.

- Tal vez decida potarte a ti en los zapatos.

- Será entonces cuando te tire de la torre de astronomía.

- ¿Te encanta tirar a la gente de sitios altos, no? - gruñó Alice, dándole una patada a un guijarro. Era un día nublado, con lluvias intermitentes, por lo que unas gotas de agua saltaron junto a la piedra.

- ¿Podemos centrarnos en cómo diablos vamos a entrar y a salir? - exclamó Rose, que estaba al borde de un ataque de nervios -. En vez de seguir esta estúpida guerra Longbottom-Potter.

- Potter-Longbottom - aclaró James. Lily le pegó un puñetazo en el hombro con demasiada fuerza para ser amistoso. Correteó hacia Rose.

- Lo siento, Rosie. Mi hermano es un imbécil - dijo, lo suficientemente alto para que se enterase-. Tú tranqui. Todo saldrá bien.

- Acabas de decir que es una mierda de plan.

Lily asintió.

- Y lo es - admitió -. Pero nos las apañaremos. Siempre lo hacemos.

Obviando algunos comentarios de James contra Alice y viceversa, el trayecto transcurrió en silencio. Cada uno hacía lo que podía para no pensar que estaban en riesgo de pasar la noche en el cuartelillo. Lily cantaba una canción muggle. Frank intentaba no caerse en ningún charco. Rose... Rose pensaba en él. En Scorpius. Recordaba cada beso que se habían dado, cada palabra intercambiada, las buenas y las malas. Miraba al cielo, y casi podía verle, en su escoba.

Sin meterme ni un gol, le recordó su orgullo de guardiana. Yo soy la reina.

Entonces comenzó a canturrear la canción que había heredado de su padre, la que se cantaba en cada partido en el que jugaba Gryffindor, y al que habían pillado a McGonagall tarareándola en una clase.

- ¡Mirad! - exclamó Frank impresionado, cuando la Mansión Malfoy apareció entre dos colinas. Rose no pudo evitar un gesto de asombro. La casa era más grande de lo que había imaginado, alzándose alta, oscura e imponente, con sus ventanales y sus inclinados techos. Se imaginó a un Scorpius más pequeño, correteando entre esos tenebrosos pasillos -. Es casi como Hogwarts.

- No seas exagerado - musitó James, aunque él también estuviese sorprendido -. Vamos, o no llegaremos antes del cumpleaños de Lily.

Pusieron rumbo a la casa, pero cuando apenas estaban a cien metros de la verja, dos aurores se aparecieron ante sus narices.

- ¿Qué hacéis aquí? - exclamó el más alto, vestido con una túnica morada -. Sólo personal autorizado.

James dio un par de pasos adelante.

- Buenas, caballeros. Mi nombre es James Sirius.

- Pues muy bien, chico, vuelve a casa.

- No, no, no, caballero - dijo él -. Creo que no me entiende, voy a entrar en esa casa. Me manda mi padre.

James hablaba con una seguridad apabullante, aunque su puño aferraba con fuerza su varita en el bolsillo trasero del pantalón.

- Pues como tu padre no sea el Ministro de Magia, me temo...

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora