Capítulo 40

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Lauren

Esperaba con ansias que Charlie y mi madre salieran de su oficina. No sabia lo que estaba sucediendo. Tan solo eran eternos minutos que comparados con siglos, eran eternos. ¿Qué podían hablar, Charlie y mi madre? ¿De mi? o ¿Quizás ella le convenza de que se aleje de mi?. Demasiadas hipótesis se vieron reflejadas en mi cabeza. Yo tan solo veía el techo con desespero. Mis manos sudaban cada momento que pasaba. 

De repente oigo el pisar de unos tacones. Era mi madre. Y no tenia buena cara.

-¿Ha sucedido algo?- pregunto con miedo.

Esta me mira con un atisbo de desprecio. 

-Deberías alejarte de ese hombre.- dice mi madre, acto seguido abre la puerta de la casa y se va sin decir ni adiós.

-¡Mamá!- grité desde la ventana, pero esta ni se inmutó.

-Dejala.- dice Charlie. Note en esa palabra, mil sentimientos. Y no eran positivos.

-¿Qué ha pasado?- le pregunté.Este me miro con recelo e hizo un puño con las manos.

-No ha pasado nada Lauren. Ahora me tengo que ir.- dice Charlie mientras se pone bien la corbata.

-¿A dónde?.

Estaba confundida, todo había sucedido tan rápido. Mi madre. Y ahora, él debía irse. Aquí hay gato encerrado y yo pienso abrir la puerta para que se vaya, metafóricamente hablando.

-¿Te pregunto yo a ti a dónde vas, cuando sales?.- pregunta groseramente, mirándome muy fijamente a los ojos.

Esa pregunta era muy estúpida, desde que le conocí a él, no iba a ningún lugar, no hablaba con nadie, no hacía nada. Básicamente mi vida se había convertido en Charlie White, en sus misterios, sus sombras y efectivamente me estaba consumiendo en su vida. Mi mundo ya no era mi mundo, mi vida ya no era mi vida. Lauren, ya no era Lauren.

Efectivamente, el amor, te consume, te pierde. Si permites que el amor entre a tu casa, no solo entrará a tu casa, si no también a todas las habitaciones, hasta que finalmente, te fundas en el, y tu ya no serás tú. Serás mejor o quizás peor. Pero habrás perdido tu esencia, y en efecto, esto me había sucedido a mi. Aquella chica tan perfecta, ya no era perfecta, simplemente ya no era. No era nada. Nada más que una sombra, de ella. Mi sombra. 

- No puedo perder más el tiempo con tus absurdas lagunas mentales de niña.- gruñe Charlie. 

¿Absurdas lagunas mentales de niña?. Estas palabras me endurecieron. Fruncí las cejas. Apreté los nudillos con fuerza. ¡Qué rabia!

-¿Porqué me hablas así?- le pregunto con un nudo en la garganta.

-¡Después hablamos, no tengo tiempo de tus problemillas de niña!- al decir esto, cruza por la puerta.

Me había dejado allí, sola. Sin importar mis sentimientos o lo que pueda llegar a pensar o a hacer. Me senté en el sofá. Mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Tenía impotencia de no saber lo que sucedida a mi alrededor. Esto me hizo recordar...

-¡Eres una zorra!- grita mi padre.

Leonor lloraba sin detenerse ni un momento.

-¿Crees que tus lágrimas me conmueven?- le grita mi padre entre burlas.

Cuando logré ver bien que sucedía, vi a mi madre tirada en el suelo, mientras mi padre en frente de ella y con una botella en la mano, apenas podía mantenerse en pie. Mi madre consiguió verme por el pequeño espacio que había abierto de la puerta. Abrió los ojos como platos. Pude ver como una lágrima se escapaba por su mejilla.

Las Sombras De CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora