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¡A leer!:3

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Las lágrimas resbalaban por sus mejillas como las gotas que caían del cielo por la ventana. El hombre que se encontraba arriba de él dejaba salir gruñidos asquerosos mientras profanaba al chico inmóvil en la cama.

¿Cómo había llegado a eso? Realmente ya no le importaba, estaba acostumbrado a un hombre diferente cada noche.

Su familia era considerada perfecta, según los demás. Aparentemente la típica familia de padres tabajadores e hijos sobresalientes.

Escuchó como el hombre gemía más alto mientras aceleraba sus embestidas anunciando que estaba pronto a correrse.

Nadie sabía que todas las noches llegaba un hombre diferente a su cama. Nadie sabía como su madre se ahogaba en pastillas tratando de ignorar como su esposo la engañaba con putas. Nadie sabía como su hermano se fundía en drogas.

Sintió como el condón en su interior era llenado por el esperma del viejo cuarenton de esa noche.

-Estuviste bien, bonito- dijo este acariciando su rostro.- Después regreso por más, cuidate precioso- dijo burlonamente mientras se vestía, para después salir de la habitación.

Solo pudo atinar a hacer una cara de asco. Definitivamente nadie sabía lo que ocurría cuando la puerta de su casa se cerraba y las cortinas eran bajadas.

¿Cómo reaccionarían sus amigos si supieran que su madre lo vendía? ¿Qué pensarían del historial de hombres que tenía desde hace tiempo?

Escuchó la puerta de su habitación abrirse de nuevo. La mujer que se hacía llamar su madre entró con cara de disgusto.

-Te he dicho que trates bien a los clientes- dijo mirándolo fríamente.- Y deja de llorar, no consigues nada con eso más que dar asco- escupió mientras salía por la puerta.

El débil cuerpo de Minseok temblaba gracias a sus sollozos. Se acurrucó más en su cama, haciendo una bolita con su cuerpo, tratando de borrar el tacto de esas horribles manos que aún sentía por su cuerpo.

No, definitivamente nunca sabrían lo que sucedía entre esas paredes. Nunca sabrían el asco que sentía por sí mismo, y los pensamientos que recorrían su mente.

El solo quería poder ser feliz. Escapar de la vida de mierda que tenía; de la supesta familia perfecta que eran. Quería poder enamorarse sin miedo a ser rechazado por ser un chico repugnante.

Y con lágrimas recorriendo su rostro, cayó dormido en la sucia cama de su habitación.

*******

Un día más de escuela. Me encontraba en el comedor junto con mis dos amigos, Luhan y Jongdae, el primero intentando convencerme de salir con ellos.

-Vamos Minnie, será divertido- dijo haciendo puchero el rubio.

-No creo que me dejen- contesté incómodo.

-¿Por qué no Minseok?- por primera vez habló Jongdae.

Volteé a verlo. Su mirada encontró la mía. Aparté la vista.

-No sé...- susurré.

El timbre sonó anunciando la salida. Tomé mis cosas y salí de ahí acompañado de ambos chicos.

-Yo opino que vayamos los tres, vamos a divertirnos- insistió Luhan.

-No creo que... ¿Me estan siguiendo?- pregunté al notar que el camino a sus casas era para el otro lado.

-No... Solo vamos contigo- respondió burlón Jongdae.

Después de un rato caminando, mi casa se hizo presente.

-Chicos, en serio, no puedo ir- dije parando en la puerta.

Antes de que alguien más hiciera algún comentario, la puerta se abrió dejando a la vista a la mujer que me dió la vida.

-Minseokkie, llegas tarde- dijo fingiendo una sonrisa dulce.

'Las apariencias siempre deben mantenerse, aún en momentos inesperados', recuerdo que siempre decía después de que una visita llegara de sorpresa.

-¡Oh! Señora Kim, gusto en saludarla- dijo Luhan antes de que yo pudiera responder algo a 'mi madre'.

-Luhan. Jongdae. Que milagro- respondió de forma cortés.

-Señora Kim, nos preguntábamos si podía dejar a Minnie salir con nosotros mañana en la noche- preguntó Jongdae. Un leve sonrojo apareciendo en mis mejillas por el apodo.

-Oh... Ya veo...- respondió ella mirándome de reojo.

Tragué saliva nervioso. Esto no me estaba gustando, les dije a los idiotas de mis amigos que no, ¿Por qué no entendieron a la primera?

-Claro que sí queridos. Pueden pasar por él a las ocho- dijo suavizando su mirada ahora dirigida a ambos chicos frente a ella.

-Gracias señora. Nos vemos mañana Minseok- dijeron ambos mientras se alejaban felices. Suspiré.

-Entra- ordenó.

Cruzé el umbral de la puerta hacia la sala. Miré al suelo nervioso, más problemas me esperaban ahora.

-¿Qué fue eso? ¡Sabes que tienes clientes para mañana! Ahora tendré que cancelarlos- refunfuñó enojada.

-¡Pudiste simplemente decirles que no!- me defendí. No era mi culpa.

-¿Y hacerme quedar cómo alguien que solo te tiene encerrado y no te deja salir? Pensarán que soy mala madre- dijo.

Las ganas de reír sarcásticamente me invadieron. En verdad era irónico ya que es eso lo que realmente es, agregándole el hecho de que me hacía tener sexo con desconocidos todos los días.

-Ahora ve a comer. Esta vez trabajarás desde temprano- dijo subiendo las escaleras hacia su habitación.

Me dirigí a la cocina soltando un suspiro y sin apetito. Sería una larga noche.

DollhouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora