Capitulo 1

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Diciembre 1998

-¡Christopher, Christopher!- Gritaba Melanie con los puños cerrados mientras corría hacia su hermano, sus pequeños pies se atoraban entre las hiervas pero eso no la hacía detenerse ni tropezar, si tropezaba se le caería lo que llevaba en las manos. En cuanto llego a él se dejó caer y comenzó a llorar.

-¿Qué te pasa Mel?- pregunto su hermano preocupado mientras secaba las lágrimas que caían por sus rosadas mejillas.

-Mi di-diente.- murmuro la pequeña pelirroja entrecortadamente, Christopher la miro extrañado y Melanie extendió su mano hacia el abriendo su puño dejándolo ver el diente que se le había caído. Sonrió casi aliviado y coloco unos mechones de cabello detrás de sus orejas.

-No tienes porqué asustarte Melanie- susurro, Melanie lo miro a los ojos.- ¿Sabías que te darán una recompensa por este diente? Dicen que si en la noche dejas tu diente debajo de tu almohada una pequeña hada viene por él y te deja dinero a cambio.

-¿En serio?- pregunto entusiasmada y con un brillo especial en sus grandes ojos azules, ya no quedaba rastro de lágrimas. - ¿Y será mucho? ¿Voy a poder comprar lo que quiera con él, verdad? Porque estoy segura de que la señora Allivet estará feliz si le compro algunos de sus deliciosos dulces.

-Bueno eso podremos arreglarlo después, ahora hay que ir a casa porque ya es tarde y tienes que cepillar ese diente para que cuando el hada venga por él, este limpio.- Dijo Christopher y Melanie abrió los ojos sorprendida, paso la mirada de su hermano a su diente y cerro rápidamente la mano para después salir corriendo en dirección a su casa. Christopher comenzó a andar hasta que su madre le dijo que se acercara.

Melanie y Christopher eran distintos en todos aspectos-no solo la edad- ella era la típica niña risueña creyente de los cuentos de hadas y amante de los paraísos extraordinarios que crean los escritores, en cambio el simplemente prefería las actividades al aire. Christopher no creía que en los cuentos de hadas, pero se sentía comprometido a que su hermana los creyera, él era el mayor, pero no era su obligación cuidar lo que hacía, su madre le había prohibido tratar de ser sobreprotector con ella.

Pero como compartían diferencias también tenían cosas en común: el cabello rojo, la piel pálida y los enormes ojos azules que habían heredado de su madre.

-Llegas tarde para la cena.- le reprocho la mujer a Christopher en cuanto abrió la puerta.- Tu hermana me ha dicho que le ha pasado algo extraordinario esta tarde mientras jugaban ¿sabes de lo que se trata?- pregunto, él se encogió de hombros y paso al lado de ella sin decir palabra alguna.

-Mami ¿ya quieres que te cuente lo que paso esta tarde?- pregunto Melanie entusiasmada mientras veía como su madre acomodaba los cubiertos en la mesa. La mujer asintió y la pequeña pelirroja sonrió con autosuficiencia- Esa tarde cuando estábamos jugando en el bosque se me ha caído mi primer diente.- dijo plantando el diente ensangrentado delante de los ojos de su madre.

-¿Sabes que tienes que dejar ese diente debajo de la almohada esta noche?- pregunto la mujer y agotada se dejó caer en una silla quedando de frente a su pequeña hija.

-¡Si! Christopher me lo dijo y también dijo que podría comprar dulces con el dinero que me deje.- Dijo la niña emocionada y la mujer le dedico una sonrisa, esperaba no decepcionar a su pequeña hija dejándole solo una moneda, pero cada vez sus recursos eran más bajos y las deudas más grandes que el mantener a la familia- aunque fuera pequeña- le estaba costando hasta la última gota de sudor.

Después de esa pequeña platica la cena transcurrió como cualquier otro día, cada uno platicaba hablaba de lo que se le venía a la mente y por ratos guardaban silencio mientras comían del estofado recalentado del día anterior. En cuanto terminaron, todos se desearon buenas noches y se fueron a sus respectivas habitaciones.

Alucinaciones |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora