Capítulo • 1 • Victoria

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    Eran las cinco de la mañana y los sonidos de las sirenas no me dejaban dormir una hora más, solo una hora me faltaba para empezar de nuevo la rutina estudiantil que espero espero con ansias termine pronto.

    Se escuchaba tan cerca que entre dormida empecé a cuestionarme si algo estaba ocurriendo en mi casa. Aún con los ojos entrecerrados, decidí asomarme por la pequeña ventana de mi habitación para averiguar de donde venían los sonidos.

        La iluminación en mi cuarto no era la mejor tomando en cuenta que era el viejo ático que estuvo muchos años desocupado almacenando viejos muebles de la abuela. La única ventana que daba al exterior era un pequeño aro de madera pintado blanco que estaba sobre mi cama.

    Me paré de puntitas en mi colchón y mientras hacía equilibrio, pude ver una patrulla que no estaba en mi casa; sino, en la casa de mis vecinos del frente, los Richardson.

    Siempre habían sido una familia muy hermética, casi nunca interactuaban con los demás. Parecía que Roberth era un ocupado hombre de negocios o algo por el estilo que constantemente estaba en el teléfono y vestía de traje. Marianne era todo un enigma, salía en ocaciones de casa por las mañanas con su BMW rojo y volvía hasta las horas de la tarde.

A ser verdad no sabía nada de la familia a pesar que haber sido su vecina por un largo tiempo.

A diferencia de sus padres, Annelisse Richardson era otra historia, ella era mi compañera de clase y parecía que cada persona de todo Indian Valley la conocía. Tenía una belleza incomparable, su piel era inmaculada, una tez totalmente intacta y blanca, y una piel tan saludable que brillaba desde lo lejos. Poseía unos labios carnudos y rosados naturalmente, y unos ojos azules tan intensos que pocos podían sostenerle la mirada sin caer encantados con su belleza, algo hechizaste ha ser verdad, y su cabello negro largo como la noche más serena. Su presencia, sin embargo, iba más allá de su apariencia; su carisma era mágnetico, capaz de iluminar cualquier habitación. En la cuidad, no había quien no la adorara ya que su amabilidad, generosidad y su sonrisa cálida contagiaban una energía positiva que envolvía a quien la conocía. Pero principalmente, lograba hacer que todo quien hablara con ella se sintiera especial, tenía una habilidad fascinante para ganarse el cariño de los demás.

   Pero no todo les salió bien a los Richardson, mientras Annelisse era buena en todo lo que hacía, su hijo Zayden era todo lo contrario. El hermano gemelo de Annelisse, como ella, también tenía unos ojos azules, el cabello negro, y una tez blanca. Aunque con él las cosas eran mucho más delicadas.

Los únicos recuerdos que tengo de él no son nada agradables, estuvo en el jardín de niños con nosotros pero era extremadamente callado y retraído, no tenía amigos ni intenciones de socializar con nadie; en los recesos se sentaba solo en los lugares más retirados y nos observaba mientras jugábamos, su mirada nos asustaba.

Pero el incidente de las tortugas creó un antes y un después en nuestra vida; una tarde después de haber almorzado, todos los compañeros habíamos salido a jugar. En nuestro salón teníamos 3 tortugas de mascota, Rocky, Cleo y Molly. Esa tarde ya muy cansados y con las rodillas lastimadas de jugar en el playground volvimos a clase, cuando la profesora abrió la puerta esbozó un grito que jamás olvidaré, intentó protegernos a todos y sacarnos del salón pero algunos si logramos ver la escena:
Las tortugas habían sido sádicamente masacradas, todas las paredes estaban llenas de sangre y el salón destrozado. En el fondo, Zayden sentado abrazando sus piernas.

Fue la experiencia más traumática que pude haber vivido. Ese día marcó mi vida para siempre, no pude volver a ver al chico jamás sin llorar aterrada, afortunadamente, un tiempo después se fue sin dejar rastro, sus padres lo enviaron a alguna escuela en otro país.

AnnelisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora