Cuenta Emily:
No sé qué ha pasado conmigo, siento que hace días que no despierto y aún no puedo despertar. Estoy sumida en un sueño profundo donde todo lo que veo es sangre y unos intensos ojos celestes que me miran desde la oscuridad. A veces podía escuchar una voz que me hablaba desde lejos pero no podía entender lo que decía.
Por más que pusiera todos mis sentidos a trabajar, no entendía qué es lo que estaba pasando. Era una eterna agonía. No podía despertar, no podía ver la luz, no podía ver el rostro de Ian… ¿Estaba muriendo? ¿Se trataba de eso? ¿Así se sentía morir o al menos estar muriendo? ¿Estoy en coma? ¿Sigo en el medio del bosque tirada sobre los helechos?Estaba aterrada. No quería morir. No sin antes saber qué se sentía ser vampiro, ser inmortal. Probar el sabor de la sangre animal. Correr por el bosque a toda velocidad sin importar nada. Poder arrancar árboles de raíz sin demasiado esfuerzo. Quería ser vampiro sea como sea.
- Emily, por favor, despierta – sentí esa dulce voz otra vez resonando en la oscuridad. Con ella, los intensos ojos celestes desaparecían y sentía que no todo estaba perdido y que todavía no estaba muerta –. Emily, te necesito, te extraño, por favor.
Esa voz me partía el alma, si es que todavía tenía una; intentaba identificarla pero mi mente no quería trabajar lo suficiente como para reconocerla. Sentí un nudo en la garganta y cómo unas saladas lágrimas se desprendían de mis ojos.
Me sentí viva. Estaba viva.
Sentí un fuerte dolor en uno de mis brazos, en mi cuello y una jaqueca que me impedía abrir los ojos y ver de dónde procedía esa voz aterciopelada que no podía reconocer. Luché con todas mis fuerzas para despertar y salir de eso. Ese túnel sin fin, oscuro, con ojos que me miran provocándome terror, con voces que no podía distinguir, con sangre a mi alrededor.
Con todas mis fuerzas logré abrir los ojos, una luz blanca me cegó. Sentí unas punzadas de dolor por todo mi brazo y cuello, eso hacía que me retuerza y se intensificaba el dolor.
La habitación era blanca, totalmente blanca. Había pequeños cuadros en la pared que quedaba a mi izquierda, cuadros que no podía descifrar por mi falta de visión. Parecía una habitación de un hospital. No había nadie a mí alrededor, o al menos al alcance de mi corta vista.
No podía mover mi cuello para obtener una mejor visión de la habitación, el dolor se intensificaba cada vez más. Al igual que mi visión, ésta se ajustaba cada vez mejor a la luz de la sala. Podía ver con claridad que estaba internada en un hospital, probablemente el de Rosewood.- ¡Enfermera! Ha despertado – dijo una voz dulce a mi lado. Ian, pensé automáticamente, siempre fue su voz. Una muchacha rubia se acercó a mí y me sonrió. Luego desapareció de mi vista – ¿Se encuentra bien?
- Sí, perfectamente. Pero deberá permanecer aquí unos días más para controlar sus heridas – se volvió hacia mí – ¿Has escuchado linda? Tienes heridas en tu cuello y brazos, y son muy profundas ¿sabes? ¿Te acuerdas cómo te las has hecho? – negué con la cabeza. No tenía imágenes claras en mi mente, me veía en el bosque y luego en la cafetería del instituto rodeada de sangre e inmóvil. Luego tenía otro tipo de imágenes en mi mente que debían ser producto de la compulsión hecha por Rosalie ya que no tenían demasiado sentido – Bueno, te has caído de la escalera de tu instituto y has chocado contra una ventana. Has atravesado por ella, de ahí las heridas de tu brazo y cuello. Luego te has quebrado tu pierna derecha.
- Oh por Dios – dije sin más. Estaba destruida.
- Tu novio ha estado aquí durante días esperando que despiertes – dijo mirando hacia mi derecha. Allí estaba, parado como una estatua mirándome con sus dulces ojos color dorado, su sonrisa perfecta y brillante, su perfección increíble –, supongo que tienen mucho que hablar – nos sonrió dulcemente –. Adiós cariño. Cualquier cosa que pase no duden en llamarme, mi nombre es Cindy – dijo antes de desaparecer por la puerta.
- Hola Emmy – dijo acercándose a mí y dejándome un dulce beso en los labios. Sentí que no lo veía hace años, sentí que lo extrañaba demasiado.
- ¿Qué ha pasado, Ian? – dije tomando una de sus frías manos.
- Damon te ha secuestrado, ha bebido de ti. Quiso convertirte en vampiro… Luché contra él, aunque no lo recuerdo. Luego desperté aquí, a tu lado.
- ¿Y qué es esa historia que me ha contado la enfermera? Tengo las imágenes claras en mi mente, tanto que creo que realmente pasó.
- Rosalie ha hecho que creas que eso te había pasado por si llegabas a dudar de algo ante la policía o los médicos. Fue sólo para prevenir.
- ¿Pensó que iba a contar su secreto? – se limitó a asentir – ¿Tanto desconfía de mí?
- Eres humana, Emily. Ella no confía en humanos, y lo sabes bien. Pero no debemos estar hablando de ella en este momento. ¿Cómo te encuentras?
- Tengo un fuerte dolor en el brazo y en el cuello. ¿He estado en coma?
- No – rió –, has estado sedada un par de días solamente. Para que no sufras con tanto dolor. Tu madre está fuera con tu padre, ¿quieres verlos?
- ¿Están los dos juntos? – pregunté sorprendida.
- No, está Deborah, que prácticamente camina por las paredes. También está Harry… pero no voy a dejar que lo veas – rió. No recordaba cómo se veía su rostro cuando mencionaba a Harry o a Jason. Sonreí por sus celos.
- ¿Te molestaría llamarlos? Solo a Alice y a John. Por favor – se acercó a mí nuevamente y me dejó un suave beso en la frente para luego ir a buscar a mis padres.
- Deborah, quedate aquí por favor – escuché a mi padre decir antes de entrar a la habitación. Al entrar junto con Alice, sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Hija, ¿cómo te sientes? – preguntó Alice corriendo hacia mí.Hablé varios minutos con mis padres, hasta que Carlisle entró en la habitación para darle un vistazo a mis heridas. ¡Vaya heridas tenía! Eran puntos rojos bastante grandes. Al verlos se me erizó la piel producto de un escalofrío que recorrió mi espina dorsal. Miles de imágenes terroríficas cruzaron mi mente en un segundo. No entendía nada. No recordaba nada con demasiada claridad. Tenía las imágenes en mi cabeza pero no las podía acomodar. Había espacios vacíos entre cada una, a veces veía a Damon sonriendo, a veces solo veía mi sangre salir por las heridas de mis brazos, luego volvía a verlo a Damon y luego a Carlisle. Después de eso, solo recuerdo la caída de la escalera del instituto.
- ¿Cómo llegué a las manos de Damon? – le pregunté a Carlisle mientras me revisaba.
- Te encontró desmayada en el bosque. ¿Recuerdas eso, no? – parecía preocupado por lo que no recordaba.
- Sí, recuerdo estar en el bosque demasiado debilitada luego de haber discutido con Ian…
- ¿Ian te dejó sola?
- Sí – dije con un hilo de voz. Carlisle no contestó más nada, solo se limitó a estudiarme con el rostro contraído. Me intrigaba saber qué es lo que estaba pensando –. De todos modos no lo culpo.
- Pues deberías – dijo alguien entrando por la puerta de mi habitación. La persona que menos esperaba que llegase, me sonreía desde la puerta esperando ser invitado a entrar.
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La oveja y el león
FanfictionNo hay cuerpo ni alma que aguante "para siempre", dijo Emily, sin saber que su "para siempre" sería real.