¡Vete de ahí!
Alina no quiere.
¡Arrástrala, no me importa! Los cetros se han roto, todo es un caos, la iluminada ha perdido.
Suke había intentado huir del núcleo de la batalla pero había quedado estupefacto al sentir en el otro extremo a la sombra arribar frente a su hermano. Ahora la salida estaba cubierta de demonios que lo atacaban alentados por su reciente victoria con los cetros sin darle ningún tipo de respiro. No quería pensarlo, pero no veía una salida victoriosa de este embrollo.
¡Pásales por encima, no me importa, sal de ahí!
No tengo como.
Te doy la fuerza.
¿Estás loco? ¿Con la sombra frente a ti? Protege a Alina si no la quieres dejar sola ahí.
Suke le tenía cariño a la chica que había conquistado el frio corazón de su hermano al punto de lograr separar sus mentes. Era la primera persona que los había reconocido como individuos y no como una abominación, por lo que entendía perfectamente que Dai se quisiera quedar con ella e intentase protegerla. Lo que no comprendía era qué le veía de interesante a la escuálida chica de atractivo, pero no le importaba agregar un tercer integrante a su cerrada sociedad si de ella se trataba.
Intentando secarse el sudor de la frente con su mano sucia, Suke estaba comenzando a perder las esperanzas como muchos soldados a su alrededor. A su espalda, sintió un grito de guerra femenino y tres mujeres atléticas y hermosas entraron como un torbellino al núcleo de batalla donde Suke se encontraba. Espalda con espalda, las mujeres se movían al unísono y giraban avanzando con una destreza inigualable. En sus rostros se denotaba rabia descontrolada.
En pocos segundos se detuvieron rodeando de espaldas el cadáver de Rashieka. Una de ellas, se agachó al costado de la líder de Battousania y acarició la mejilla del cuerpo con ternura, mientras las otras dos la cubrían de los agresores. Entre estocada y estocada, Suke observó como la mujer buscaba algo alrededor de Rashieka, finalmente levantando con victoria el cetro de su pueblo.
Estaba completo. El maldito cetro no tenía ni rastros del hachazo que había recibido.
No puede ser.
Seguro que vistes mal.
El hacha era del tamaño del ego de los eleutherianos, te aseguro que el maldito cetro estaba partido en dos.
Con un grito que resonó a varios metros a la redonda, la mujer arrodillada salió de la protección de sus compañeras y procedió a romperle el cráneo a cuanto demonio se le cruzase.
—Vengan a mi asquerosos demonios y prueben la furia de las flores de Battousania –gritó la portadora del cetro revoleándolo nuevamente.
Cuando los battousanios escucharon nuevamente el sonido del cuerno proveniente del cetro, el grito del pueblo guerrero fue ensordecedor y Suke entendió finalmente el poder que tenía el símbolo. Incluso él mismo sentía su fuerza renovada y gritaba al son de los battousanios, la esperanza creciendo al observar el milagroso cetro reconstruido.
Dirigiendo su mirada hacia donde había caído el eleutheriano portador del cetro, Suke pudo apenas distinguir al hombre alado que voló en picada protegido por varios compañeros y tomó el cetro del suelo. Manteniéndose a una distancia visible, el eleutheriano de plumas oscuras y cabellos atados en una cola, revoleó el cetro a su alrededor para emitir nuevamente el sonido de los anunciadores. En un momento poco usual para su raza, los eleutherianos gritaron de pura honesta alegría al escuchar el sonido que pensaban extinto por segunda vez y se lanzaron al ataque como nunca antes.
En el otro extremo del campo de batalla, el Príncipe Mental se abría paso prácticamente sólo entre un mar de demonios desaforados. Logró llegar al lugar donde le habían arrebatado el cetro con un par de heridas, pero lleno de determinación, levantando finalmente el cetro que hacía juego con sus plateados cabellos. Los soldados gaeleanos se abalanzaron en una mezcla de realidad e ilusión proporcionada por los faerlingas alrededor.
Los demonios entraron en pánico debido a la confusión de ver los cetros nuevamente formados, y el ejército de la iluminada aprovechó para atacar aún más fieramente. Algunos de los demonios huían despavoridos hacia las cavernas o hacia el bosque, pero pocos eran los que lo lograban. ¿Había visto este desenlace la iluminada cuando armó el plan?
No entiendo...
El Maestro de las formas.
¿Lo ha hecho?
Un verdadero Maestro de las formas, pocos existen que puedan usar el poder así. Pero el precio a pagar es muy alto...
Deja la poesía de lado y concéntrate en la sombra, por aquí tenemos todo controlado.
¿Crees que la iluminada sabía lo que iba a pasar? ¿O solamente apostó a que el Maestro de las formas sería lo suficientemente leal y poderoso?
No lo sé, no te olvides que la primera opción de la iluminada era nuestra madre. Si hubiese sido ella habríamos perdido por más que fuera la mejor Maestra de las formas... Nunca habría dado tanto de ella por una causa.
No pienses en ella.
Todo ahora está en manos de ustedes, por aquí está todo dominado.
Con una sonrisa en el rostro, Suke juntó fuerzas para unirse a las tres flores de Battousania.
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Maestra del Alma
FantasiAlina despierta en un mundo diferente al suyo y mientras intenta determinar si está loca o no, se ve sumida en una guerra ancestral liderada por una enigmática chica llamada Mayra. Recorriendo este extraño mundo al que llaman Babia en busca de aliad...