En el auto: busqueda de nombre, y de memoria

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El sol pegaba algunos débiles rayos sobre el patio delantero, derretían la fina capa de nieve que aún permanecía sobre el césped después de que acabara el invierno, era un día resplandeciente con olor a pino y humedad.

Un pequeño castaño entraba y salía de la casa color celeste de dos pisos, llevaba y traía maletas desde el interior hasta la acera donde el auto ya estaba estacionado. Se veía realmente emocionado y ansioso, de hecho lo estaba, había estado esperando toda la noche porque amaneciera para poder saltar de su cama e ir directo a su armario a armar su mochila; como sus padres se encontraban de vacaciones prometieron llevarlo de vacaciones el fin de semana a una acogedora y rústica cabaña a orillas de un lago, siempre que podían iban a ese lugar a pasar en familia y el niño de los ojos claros no veía la hora de llegar.

-mamá, ¿dónde está mi avión?-preguntó el pequeño-

-revisa en tu baúl de juguetes, Thiago-le respondió la dulce mujer con una sonrisa divertida-

-no me gusta ese nombre-el castaño se cruzó de brazos-¿por qué me pusieron así?

-porque tu abuela lo quiso y tu padre la complació-la mujer hizo una mueca-

-es mi nombre ¿por qué nadie me preguntó antes de ponérmelo?-el castaño zapateó en el suelo-

Y es que eso era una discusión habitual entre él y su madre aunque la mayoría de las veces fuese solo una broma, pero de todos a Thiago no le agradaba su nombre, no por nada en particular pero él pensaba que no tenía cara de Thiago y por tanto sus padres habían elegido mal o habían visto al bebé equivocado en la cuna del hospital cuando estaban firmando su partida de nacimiento.

-porque cuando te lo pregunté solo pateaste y no entendí que querías decir-le contestó su madre mientras colocaba un trozo de lechuga en cada uno de los sandwichs que preparaba-

-¿y si una patada era sí y dos no?-el de los ojos claros cuestionó-¿qué tal si quería decirte eso?

-cariño, sabes que no voy a cambiarte el nombre ¿cierto?-la mujer castaña lo miró con ternura-

-lo sé-este ladeó con la cabeza-solo me aseguro de que tengas en claro mi punto de no conformidad

Dicho eso el pequeño dio media vuelta y subió por las escaleras de madera en forma de caracol.

Para tan solo tener ocho años Thiago decía y veía las cosas muy diferentes a un niño de su edad.

Una vez en la segunda planta abrió la puerta color rojo que daba paso a su habitación, con una mochila en mano agarró su avión de juguete, una pelota de tennis, unos cuantos carritos y una linterna.

-¿listo, hijo?-la voz de su padre lo interrumpió de su labor pero al girar no lo vio-

-sí, papá-contestó de todos modos-solo estoy guardando algunos juguetes

-¿qué te parece Aleix?-el hombre arqueó una ceja-

El chico hizo una mueca de total desaprobación y negó.

-¿de dónde has sacado ese nombre?-le preguntó el pequeño-

-de la web-respondió el hombre-pero vale, buscaré otro

Esta vez sí lo vio, iba bajando con una mochila color azul pues hasta el momento habían estado charlando a través de la pared. Él creía que su padre si aceptaba su teoría del cambio de nombres ya que el hombre se esforzaba buscando un nombre que le agradara a su hijo, a decir verdad no se lo iba a cambiar de todos modos pero al menos quería demostrarle que lo que pensaba era importante y quería ser parte de sus decisiones, por más pequeñas o grandes que fueran.

Detrás del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora