Todo empezó normal ese día, nada parecía fuera de lugar. Fuiste a la universidad como cada día desde hacía 2 años, saludando y sonriendo a tus amigos y maestros.
Normalmente eras atenta a tu entorno, y siempre notabas algo diferente en cualquier situación pero ese día no, ese día tu mente está llena de temas y lecturas que habías estudiado para pasar tus exámenes finales y poder disfrutar tus vacaciones en paz.
Si tan solo no hubieras distraído tu cerebro, habrías notado un pequeño cambio, casi imperceptible, pero ahí estaba. Un extraño que estaba en la entrada y a quien la mirada se le iluminó de manera enferma cuando te vio, oh dulce Andrómeda, sí hubieras estado atenta a tu entorno y no haciendo honor a tu nombre habrías logrado salvarte del infierno por venir.Hora 1: El reloj corre, el tiempo gatea.
-Tiempo. Entreguen sus exámenes y verán sus calificaciones en 2 semanas, hasta entonces que tengan buen descanso. –El profesor Andrews sonrió comprensivo al ver caras de pánicos seguidas de caras de alivio. Sonrió divertido al recibir los exámenes de cada fila de estudiantes, unos iban arrugados, otros pulcros y otros tantos llenos de dibujos nerviosos. –Felices pre-vacaciones.
Te enderezaste, y sonriendo aliviada te dirigiste a la salida convencida de que habías pasado cada examen y no tendrías que volver hasta pasado dos meses. Con más tranquilidad te despediste de tus amigos y les deseaste un feliz verano. Eran solo las 3 de la tarde y el día era hermoso, decidiste entonces tomar la ruta del parque para hacer tu día mas "verde". Caminaste entre las sombreadas veredas del parque, topándote con algún caminante o niños jugando en la fresca sombra.
Llegaste al punto medio del parque, suspiraste de felicidad al ver los árboles ofrecerte sombra, y escuchar el tenue rumor de agua corriendo en el río. Asentiste momentáneamente para ti y continuaste tu paseo. Ya casi veías la salida, ya casi eras libre...
Hasta que tu ansiada libertad se cortó cuando una venda negra cubrió tus ojos y un golpe te noqueo.—Te tengo, pajarito. –fue lo último que tu mente registró antes que la inconsciencia te absorbiera.
Empezaste a removerte, y soltaste un grito de espanto cuando te diste cuenta que estabas atada con una larga cadena a una pesa negra. Intentaste liberarte, claro. Y de pronto te detuviste. ¿Dónde estabas? ¿Por qué estabas atada cual prisionera? ¿Quién te había llevado ahí?
"Te tengo pajarito" Recordaste esa frase murmurada a tu oído y te acercaste a la puerta golpeándola.— ¡Ayuda! ¡Por piedad, alguien ayúdeme! –Gritaste llorando- ¡Por favor!
— Nadie vendrá, pajarito. –Una voz te murmuró desde el lado contrario a la puerta que ferozmente golpeabas- Estamos muy lejos de una ciudad, y estás en mi poder.
— ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
Una suave pero fría risa resonó por el lugar, creando un eco espantoso que te llenó de zozobra.
— ¿No me recuerdas, Andy? Soy James. James Wilkins. Ya sabes, segundo año de la preparatoria. ¿No?
— ¿¡Y!? ¿¡Qué quieres!?
— Te amo. Tu también gustabas de mi, recuerdo...
— Nada, maldito enfermo ¡Te presté un lápiz una vez! No me gustabas... Nunca lo hiciste solo fui amable ¡Solo eso!
—...estúpida. Aquí tienes tu comida y más vale que calles, Andrómeda. O te reunirás con tus ancestros.
Con un rechinido una ventanilla se abrió y una bandeja de comida se deslizó hacia adentro. Sollozaste y te acurrucaste en un rincón, cautiva por un raro al que solo una vez le mostraste amabilidad, no podías creerlo, imposible que alguien te hubiera acosado y observado tantos años para poder hacerte esto. ¿Te mataría? ¿Te violaría? Preguntas más sombrías y graves asediaban tu mente.
Los pasos te indicaron que el se había ido y temblando seguiste buscando ansiosa, aun en tu miedo y llanto, como escapar.
No había forma, estabas enclaustrada y sin salida. Agotada pero con la mente corriendo a toda velocidad miraste tu reloj, quizás llevabas horas ahí, pero no. Grande fue tu sorpresa cuando viste que solo llevabas una hora atrapada.
Miraste por los huecos entre las tablas que cubrían la ventana y desalentada viste la cruda realidad. Estabas atrapada en un viejo edificio de apartamentos que se había incendiado a 35 km de la ciudad. Estabas en un 6to piso, y no había nada cerca, nada salvo el abandono y los vagabundos.Comenzó tu martirio.
Comenzó el juego de la supervivencia y tienes 12 horas para escapar.
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Hora cero
Teen FictionDebes correr, no te detengas ni mires atrás, eso es lo que hacen las tontas chicas de las películas y por eso se caen y son capturadas. No mires, no te detengas. ¡CORRE! ¡¡CORRE!! El tiempo se agota, casi es hora. ¡Corre! ¡CORRE MÁS RÁPIDO!