El corazón de Amanda latía desbocado, su respiración era agitada trataba que con cada aspiración de sus pulmones, los llenara lo suficiente para seguir corriendo por aquellos amplios pasillos del instituto en donde estudiaba. El miedo invadía todo su ser y en lo único que su mente carburaba era en seguir corriendo, correr, correr para no ser alcanzada por "El".
El choque de sus pies descalzos hacia eco por todo el lugar, haciendo mas fácil para su cazador encontrar donde se hallas, las tenues luces del techo hacían posible distinguir su camino, el sudor posado en su frente haciendo que sus pelirrojos cabellos se pegaran a su frente, sus rodillas dolían pero eso no ere impedimento para seguir su paso pues el miedo que sentía en esos momentos era mayor al dolor.
Por otra parte un chico alto , vestido con prendas de color negro seguía a paso lento a la pobre chica pelirroja, un hacha de leñador se posaba en su mano derecha la cabeza de esta estaba en el suelo siendo arrastrada por su dueño. El mas alto tenia una enorme sonrisa en su boca marcando a su paso un par de hoyuelos y dejando a la vista sus perfectos y blancos dientes, la adrenalina y testosterona fluían por sus venas, sus orbes verdes brillaban con entusiasmo y sus pupilas se dilataban a un punto que era confuso reconocer el color de sus ojos.
-Vamos Amanda, estas haciendo esto mas difícil- Comento divertido el ojiverde.
El sabia perfectamente donde se encontraba la pelirroja, pero para el era mas divertido jugar un poco con sus presas, al fin y al cabo si la mataba en un solo movimiento no seria tan divertido para el.
Lo único que era audible dentro del lugar era el sonido de las botas de cuero golpeando repetitiva-mente contra el suelo y el de los pies descalzos de Amanda impactar contra los fríos azulejos.
Amanda estaba mas que aterrada pues el chico de orbes esmeralda lo había amenazado mientras la asfixiaba del cuello rodeando con sus grandes manos su delgado cuello, este se acerco a su cuello y le pregunto en un susurro "¿Como quieres que te mate?...Tal vez ...¿Desmembrada?¿Ahogada en la piscina?...o...¿Quemada viva?, escoge rápido preciosa que me tengo que ir a casa" , a lo que ella respondió con un sollozo, el chico solo le sonrió con malicia.
La chica estaba tan asustada y perdida en su llanto que ni siquiera se dio cuenta cuando llego al final del pasillo este, lamentablemente, sin salida, su única opción era volver por el camino que llego pero cuando se proponía a hacerlo una sombra de gran tamaño se acercaba dando vuelta en el pasillo de la derecha que se conectaba en el que ella se ubicaba, las lagrimas comenzaron a manchar su mejillas sin control, todo su cuerpo temblaba, sus instintos le decía que gritara, que gritara lo mas que pudiera, pero no había nadie en el lugar que pudiera ayudarla, estaba condenada.
Amanda, desesperada busco alguna salida , algo que pudiera ayudarla, pero no había nada hay, mas que puertas cerradas de las cuales ninguna tenia la llave, rezo en su mente diciendo "Por favor,Dios ayúdame, te lo suplico, por favor", su cuerpo cayo al suelo, abrazo sus rodillas contra su pecho tratando de protegerse a si misma, tratando de creer que esto no era mas que un sueño y que todo iba estar bien, quería acallar sus sollozos pero le era imposible.
Para el de orbes verdes fue bastante fácil encontrar a la chica pelirroja pues reconocía a la perfección esos sollozos, se acerco al fragil cuerpo de Amanda que se posaba en posición fetal en el suelo, la susodicha al percatarse de la presencia del mas alto soltó un grito agudo del fondo de su garganta y su inconsciente hizo que se levantase y correr a alguna salida, pero esto fue en vano pues su delgado cuerpo cayo en el helado suelo gracias a un fuerte golpe en la espalda que le propino el de orbes esmeralda.
-¿A donde vas, preciosa?- Le dijo el ojiverde, riendo al ver como hacia esfuerzos por ponerse de pie.
La de rojos cabellos luchaba en el suelo para ponerse de pie y huir pero el fuerte golpe la había desubicado y sus costillas dolían como los mil infiernos.Escuchaba una risa grave a sus espaldas, sabia de quien era y eso la aterraba mas, sentía que en cualquier momento su corazón se le iba a salir del pecho.Cuando por fin logro ponerse de rodillas, otro golpe en su mejilla la hizo volver al suelo.