Capítulo l

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Había decidido olvidarme de todo por un rato. Y cuando digo de todo... es de todo.
No hay mejor método para olvidar todo que el dormir, muchos dirán que es el alcohol pero yo tengo mis reservas en cuanto a ello, sin olvidarnos de la resaca moral y física. Nada de alcohol ni de bares, dormir es la solución para el mal que me aqueja. Y ¿cuál es ese mal? Te diré: se llama Lutfi.

Todos mis amigos me han estado buscando las últimas 24 horas sin parar, eso lo incluye a él, pero todos viven lo suficientemente lejos como para venir a verme, realmente espero que no lo hagan, no tengo ganas de lidiar con nadie ni de responder preguntas.
El móvil lo he apagado y no he encendido el ordenador, que bueno que ya había programado los videos para hoy.
Una ducha necesito para relajarme. Entré al baño y abrí el agua caliente y fría a partes iguales, no necesitaba que estuviera hirviendo ni tampoco que salieran cubitos de hielo de la llave. Estuve así, debajo del chorro de agua fácilmente media hora, si no es que más tiempo pero no me importaba. Salí del baño con una toalla enrollada en la cintura, carajo, ni siquiera sabía por que hacía eso, si hace mucho tiempo que vivo solo, no es como sea necesario. Me puse unos boxers y me recoste en mi cama, y más pronto que tarde el sueño me había invadido dejándome inconsciente y al fin otorgándome eso que tanto quería: olvidar.

A estas alturas se estarán preguntando: Gona, ¿Qué es eso que tanto quieres olvidar?. Quiero olvidar que en algún momento tuve un mejor amigo, quiero olvidar que en algún momento salimos de copas, quiero olvidar todos los celos que tuve cuando me presentó a su novia, quiero olvidar su tristeza del momento en que terminaron, quiero olvidar que mi corazón latía desesperado por decirle que yo lo amaba desde hacía mucho tiempo, y, sobre todo, quiero olvidar lo cobarde que fui al darle un beso e irme corriendo de su casa sin darle tiempo de hacer nada, ni siquiera de rechazarme, por que tenía mucho miedo de que lo hiciera.

Desperté gracias al insistente sonido del timbre y de la puerta, quién fuera que estuviera tocando realmente estaba desesperado por entrar.
Me puse una playera cualquiera y bajé a ver quien era. Antes de siquiera estar cerca de la puerta, adormilado, y habiendo olvidado todos mis problemas pregunté quien tocaba mientras seguía caminando hacia la entrada, y justo cuando iba a abrir la puerta escuché una voz que hizo que terminara de despertar y regresara a esa pesadilla de la que quería escapar.

-Gona, abre la puerta por favor!
Maldita sea, ya no podía hacer nada, el ya sabía que yo estaba adentro, despierto, y que venía a abrir, oh Dios ¿por qué a mi?
Abrí la puerta y antes de que pudiera detenerlo o decir algo, Luh se abalanzó sobre mi abrazándome increíblemente fuerte.
-Maldición Gona!! ¿en qué demonios estabas pensando cuando te fuiste? No has contestado uno solo de mis mensajes, no entraban las llamadas a tu celular, pensé que te había pasado algo, subnormal!!.-volteó a verme directo a los ojos, mientras aún me mantenía en sus brazos y añadió.- ¿por qué me dejaste solo?.- mi boca empezó a balbucear algo pero mi cerebro y mi lengua me estaban jugando una mala broma, estaba completamente bloqueado.
-Luh yo...- ¿qué demonios se suponía que debía decir?
-Dios santo, Gona, como me alegro que todo haya sido una falsa alarma, sabiendo que tu estas bien todo lo demás está bien.- ¿es en serio que acaba de decir eso? ¿cómo se supone que debo tomarlo?
-¿Q-q-quieres algo de beber? Hace calor aquí adentro y... fue... mucho tiempo de c-camino para llegar hasta aquí...
Me maldije a mi mismo por ser tan idiota
-Claro.- me respondió más animado.- vamos.- deslizó sus dos brazos hasta que su mano atrapó la mía y caminó con nosotros así hasta la cocina.

Vaya situación más bizarra: yo, con el hombre que he amado a escondidas hace como mil años o algo por el estilo, en mi cocina, sin siquiera verlo, pero siendo plenamente consciente de que el no me quita la mirada de encima mientras sigue bebiendo tranquilamente la limonada que tenía en la nevera, lo siento, es muy frustrante.
De pronto siento su presencia demasiado cerca y mi pulso empieza a acelerarse, levanto la mirada y me encuentro con aquellos ojos que tantas noches me habían quitado el sueño a tan pocos centímetros que puedo ver cada detalle en ellos, mis labios están resecos y mi respiración agitada, y de repente, el habló
-No has contestado mi pregunta.- dice serio, dominante
-¿Q-q-qué pregunta L-luh?
-¿Por qué te fuiste? ¿Por qué después de besarme?
Tragué en seco mientras mi cerebro estaba tratando de procesar la información
-P-pues yo...
De pronto sentí como se acercaba todavía más y ponía una mano en mi cadera, mientras que su pulgar se iba moviendo, acariciando mi piel.
-Tu ¿qué, Gona?

Y de pronto comencé a llorar. Y el paró en seco.

Me sentía como un niño pequeño al que le acacaban de quitar su peluche favorito.
-Yo... yo no puedo con esto Luh...-dije cubriendo mi rostro detrás de mis manos, estaba desesperado, no quería que me viera así pero lo tenía justo enfrente y no tenía escapatoria.- Yo... no puedo con todo esto que siento por ti... no podemos seguir siendo amigos, básicamente por que no tengo la fuerza para verte con otra persona, y se que es débil y egoísta, y se que tu no me quieres de la misma forma que yo, ¿cómo podrías querer a un hombre? ¿cómo te podría gustar siquiera?.- me quite las manos de la cara, pero seguía sin verle directamente, solo agaché la mirada.- Y por mucho tiempo, más del que crees, estuve luchando conmigo mismo, diciéndome que todo esto era pasajero, y que lo que sentía no era real, que estaba confundido, tu mismo sabes que tuve una novia, pero no podía, simplemente no podía... y luego, pude besarte, era la prueba de fuego para aclarar mi cabeza, y funcionó, pero solo para decirme que, en realidad.- hice un pausa para suspirar y limpiarme algunas de las lágrimas que corrían por mis mejillas mientras más salían de mis ojos, sentía una presión en el pecho, mi corazón iba a estallar, ya, esto es todo, aquí se acaba.- en realidad... me había enamorado de mi mejor amigo, pero, por obvias razones, el de mi no...

No Tardes, LuhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora