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Amanecí con un dolor de cabeza horrible, lo juro que el dolor era terrible, era tato que llame a mi madre gritando.

-Que pasa Violet? Pregunto con su acento mañanero británico

-Me duele mucho la cabeza. Me queje adolorida

Toco mi frente de una y se alarmo. Fue corriendo fuera de la habitación dejándome a hi sola por completo, mientras lentamente el dolor seguía subiendo. Mi madre regreso con un paño que desde donde yo me encontraba se encontraba húmedo, un termómetro y con su teléfono entre su oreja y hombro

-Si...entiendo....creo que si...bueno...se lo diré....estas seguro?......creo....bueno...si...no...si...no...no se......gracias. Y corto

Guardo su celular en su bolso, y se abalanzo en mí. Toco mi frente varias veces, me ordeno abrir la boca y lo hice y me puso el termómetro en el. Lo saco y dio un suspiro de alivio.

-Estas bien. Me dijo

-Que tengo? Pregunte asustada

-Tu marca, está evolucionando.

-Qué? Pregunte en un grito ahogado de dolor

-Sí, lo siento, te dolerá mucho durante el día, o durante dure. Dijo mi madre

-Porque pasa esto? Le pregunte asustada

-Estas creciendo, y no suele doler, pero eres especial, y lo sabes.

Asentí y mi mama volvió a hablar con Henry, el doctor de las personas como yo. Me acosté en mi cama y era lo que menos quería, yo era muy activa, parecía un conejo y estar aquí me mataba. Era un Sábado, a las diez de la mañana, soleado, en Nueva York, y yo aquí acostada como la inútil que soy.

-Vi, Henry dice que tienes que tomar esto. Dijo pasándome un frasco transparente con un líquido café.

-Nutella?

-Medicina. Corrigió

Rodé los ojos y me paso una cuchara

-Dos cucharadas. Pidió y mis ojos se abrieron como platos

Odiaba las medicinas, siempre que me enfermaba mi mama me daba sus sermones de que tomara las medicinas si no, no mejoraría y moriría, pero sigo viva. Para mi todas sabían igual de mal, todas, ninguna sin excepción.

Gruñí enojada y ella salió del cuarto. Tome la cuchara y la llene con el jarabe y obligatoriamente trague la medicina. Me queje del asco de la medicina, sabia a mierda comestible, a eso sabia. Sabia a chocolate de las fiestas, los que ponen en las piñatas, que su fecha de caducidad fue hace más de un año. Tome la cuchara de nuevo y repetí la acción, haciendo los mismo gestos después de terminar la acción. Tire el jarabe lejos de mí, lo más lejos, y me cobije tapando todo mi cuerpo.

-Sigues igual. Dijeron

Alcé mi vista esperanzada de verlo y lo vi. Seguía igual que antes, sus ojos igual de grisáceos que siempre, sus labios secos por el cigarrillo y el licor que habitualmente consumía, sin importar las advertencias. Sus tatuajes por su cuerpo, que nunca me llamaron la atención y que siempre me molestaron, con su mismo estilo de siempre. Sus shorts cortos de colores neutros, sus camisas siempre con el nombre de la marca por enfrente, sus Timberland que siempre usaba sin falta, y sus inigualables anteojos de sol oscuros.

-Tanto tiempo. Dije con una sonrisa

Bajo su cabeza, para después levantarla y quitarse los anteojos de sol y limpiarse los ojos y poder mirar esos ojos de nuevo, después de unos meses sin verlo.

-Sí, pero te tengo noticias. Dijo

Lo mire curiosa como lo hacía de niña y me sonrío

-Me mudare a Nueva York.

Se me dibujo una sonrisa llena de felicidad.

-Con nosotras? Pregunte

Negó divertido y se volvió a poner sus anteojos

-Tu madre me odia, es una buena mujer pero con un carácter intratable. Dijo

Asentí sabiéndolo

-Has venido solo? Pregunte

Le tomo un momento para responder mi pregunta con una fácil respuesta: si.

Asintió levemente

-Sabes que eres mi luz entre la oscuridad. Dijo

-Lo sé.

-Te quiero, ven a darme un abrazo. Pido y a como pude me levante de la cama con su ayuda

-Te extrañe. Susurre

-Yo también hija.


Violet...#PremiosAwards17 #P.BigDonutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora