Y fue ahí, sin avisar.
Supongo que tenía que ser.
Como la primera vez que vi cómo no dejabas que el pelo se te pusiera delante de la cara, sujetándolo con tus gafas de sol. Esas que bajabas en un acto reflejo cada vez que te pegaba el sol de frente.
Fuimos fugaces, como las estrellas, pero brillamos.
Ya lo creo que brillamos.
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Largas noches de insomnio
PoesíaAqui os dejo plasmado de la A a la Z una nueva recopilación de lo que pasa por mi cabeza