En la guardería: Llantos y la niña ranger

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Era domingo por la tarde, uno de esos días tranquilos y frescos donde salir a caminar parece la mejor opción para alejarse un poco de la rutina, el sol no pegaba con fuerza y había una suave y helada brisa que movía los árboles como al compás de una melodía antigua, aquella tarde los hermanos Blake salieron al parque en compañía de su madre ya que este era el único día en donde pasaban realmente como una familia, las obligaciones del trabajo consumían el tiempo de Amanda.

Usaron el auto para llegar hasta el parque ya que debían transporta la carriola de Daniel, aunque el pequeño ya tenía tres años su mamá seguía llevando la carriola pues cuando le daba sueño no importaba el lugar, el pelinegro caía rendido y simplemente se dormía por horas. Mientras la mujer castaña conducía sus hijos iban en el asiento trasero charlando animadamente, bueno, más bien Daniel hacía intentos por hablar y Lucas por entenderle.

-innie pooh come niel-le explicaba el menor a su hermano, queriendo decir que su oso de película como miel-

-sí, estoy consciente de ello-Lucas rodó los ojos divertido-lo ves todos los días

-Lucas...-Amanda llamó la atención del mayor-

-dime, mamá-este la miró por el espejo retrovisor-

-había olvidado decirte que la señora Patherson no cuidará más de Daniel-le comentó la mujer mientras giraba a la izquierda-

-¿qué?-este arqueó una ceja-¿por qué?

-porque con cada día que pasa Dani se vuelve más inquieto y la señora Patherson ya no está como para andar corriendo detrás de él, está muy mayor-explicó su madre-

-¿quién lo vigilará por las mañanas entonces?-el pelinegro frunció el ceño mientras miraba a su hermanito jugar con un auto color azul-

-lo inscribiré en una guardería-afirmó la mujer-

-no, no puedes-se apresuró a decir el de los ojos claros-está muy pequeño aun

-lo sé, cariño-la mujer sonrió con ternura-pero no tengo otra opción, además ya viene siendo tiempo de que Daniel haga amigos. Tú lo tienes muy consentido y además de ti, Adrián y ese oso, no habla con nadie más, es demasiado tímido

-pero solo tiene tres años-insistió el pelinegro-

-amor, entiendo que te preocupes por tu hermanito y que seas muy apegado a él pero es por el bien de Dani-dicho el eso el auto se estacionó, habían llegado al parque-

Dejaron la charla pendiente, bajaron la carriola, el skate de Lucas y el carrito de Daniel, cerraron el auto y empezaron a buscar un lugar donde sentarse tranquilamente.

La sombra de un frondoso árbol captó su atención así que bajo sus fuertes ramas se sentaron mientras el pequeño amante de winnie pooh tomaba su carrito y corría a la mini resbaladera roja frente a ellos.

-¿enserio piensas mandarlo?-volvió a preguntar Lucas-

-es lo único que puedo hacer-le respondió su madre-

-¿y si le pasa algo?-cuestionó el pelinegro-hace poco menos de dos meses nos hemos enterado de su problema con el azúcar, ¿qué tal si come algo que no debe?

-para eso se habla con la persona que los cuida, cariño-dijo Amanda de manera suave-Dani estará bien

Lucas se quedó callado, como reflexionando lo que le había dicho su madre, realmente le preocupaba su hermanito, no por nada en especial pero su mamá tenía razón, se había pegado mucho al hecho de cuidar y proteger a Daniel y ahora le asustaba que algo pudiera pasarle, le aterraba que su algodón llegase a sufrir aunque sea una parte de lo que él pasó.

Detrás del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora