En el orfanato: castaños entre olvidos y recuerdos

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Era una mañana un poco fría pero el sol se imponía majestuoso sobre el cielo azul, era de esas épocas intermedias en donde el frío y el calor combaten por ver quien predominará aquel día, niños corrían sobre el césped amarillento detrás de una pelota desgastada, algunas niñas se hacían trenzas sentadas en un banco de madera, otros comían algunas galletas robadas de la cocina y otros simplemente se paseaban entre las habitaciones buscando algo que hacer, esos eran los típicos días en aquel orfanato, nunca transcurría nada interesante y la verdad a los niños todo les daba igual, sin embargo en la semana de cada mes en que había visitas de posibles parejas que quisiesen adoptar el ambiente daba un giro total, las mesas portaban los mejores manteles y las ventanas relucían cual espejo, los niños elegían sus mejores ropas y se reunían en la sala con una enorme sonrisa esperando y rogando que su sueño se cumpliera, ese de tener un hogar, una familia, a alguien a quien llamar mamá, a quien llamar papá. Niños y niñas lucían esperanzados e ilusionados toda esa semana y cada vez que una pareja visitaba la casa hogar, todos excepto la pequeña castaña que siempre se escondía en el sótano o en la parte abandonada del jardín, todos menos el niño castaño que apenas hace una semana había llegado al orfanato y que no quería pensar en una familia hasta no recordar al menos su nombre.

La castaña se encontraba leyendo un libro viejo que había encontrado en el sótano, estaba sentada sobre las hojas que caían del enorme árbol que le acompañaba, alejada de todos, porque realmente prefería aquello si no los recuerdos la golpeaban hasta noquearla y refundirla en las lágrimas. Por otro lado, el pequeño que decía no llamarse Thiago buscaba un lugar tranquilo donde pensar, el clima de niños alborotados en busca de padres lo abrumaba un poco así que al encontrar aquel refugio en el patio del orfanato no dudó en esconderse allí, y aun cuando se percató de quién leía sentada sobre las hojas, decidió quedarse.

-Hola-saludó amablemente mientras se sentaba a una distancia prudente de ella-

Él lo había notado, desde que llegó y la vio por primera vez él notó que ella no se sentía a gusto cuando alguien se le acercaba demasiado, así que como él se consideraba respetuoso y prudente tomó sus precauciones.

-hmm..hola-respondió Brianna algo insegura pero realmente agradecida de la distancia que había tomado aquel chico al sentarse-

-¿qué lees?-preguntó curioso el castaño-

-yo...este...no lo sé-ella negó con la cabeza repetidas veces-lo he encontrado tirado y le falta el lugar donde va el título-le explicó insegura por su presencia-

-¿crees que tú podrías prestármelo cuando acabes de leerlo?-cuestionó el de ojos claros con una sonrisa-la verdad había buscado algo para leer todo este tiempo pero los cuentos del salón son demasiado comunes

-¿comunes?-la castaña inclinó la cabeza, confundida-

-el pato que terminó siendo cisne, cuando en realidad es que su huevo cayó en el nido equivocado-el niño rodó los ojos al tiempo que explicaba-la princesa que quedó atrapada en la torre cuando pudo haber escapado sola, a eso me refiero

-pero son lindos ¿no?-Brianna le miró con atención, realmente le parecía interesante la forma en que hablaba aquel niño-

-básicamente-respondió el castaño-no digo que no pero no hay necesidad de una corona para decirle a una niña lo bonita que es o la necesidad de una espada para que un chico sea valiente, no lo sé, digo que hay cuentos que abren más posibilidades a la imaginación

-creo que tienes razón-la castaña cerró el libro que antes leía-hmm...yo no te había visto antes

-llegué hace una semana-le dijo "Thiago"-mis padres murieron en un accidente de auto

Detrás del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora