Sakura estaba enojada con la situación. Sentía que estaba perdiendo el control y tenía que hacer algo para volver a recuperarlo. Rápidamente, se sujetó el pelo con las manos mientras que con un tirón se libraba de Naruto.
-¡Mi sombrero! -protestó con dureza.
Él tenía una expresión de agresiva resolución y sus ojos brillaban por el triunfo. No solo no le hizo caso, sino que además se abalanzó sobre sus gafas y se las quitó también. Así dejaba su rostro a la vista para su posible identificación.
-Nos encontramos de nuevo -observó con una sarcástica sonrisa de satisfacción-. Una reencarnación bastante curiosa.
Sakura se quedó de piedra por la impresión. Todavía tenía las manos en el pelo, aunque ya era inútil intentar disimular. Lo único que podía hacer era mirarlo impotente mientras él se guardaba las gafas en un bolsillo.
-¡Son mis gafas! -le advirtió, intentando recuperar el control.
-Están a salvo -le aseguró. Con otra sorprendente maniobra, pasó a su lado y cerró la puerta.
-Así estaremos a salvo de interrupciones.
Ya no había posibilidad de escape. Estaba totalmente hipnotizada sin saber qué iba a suceder a continuación. Los latidos de su corazón le zumbaban en los oídos.
-De preciosa hada que concede deseos... a dama oscura de la venganza -comentó con una mueca-. ¿Te gusta jugar con las personas?
La pregunta la tomó por sorpresa.
-Se suponía que no me ibas a reconocer.
-Entonces, ¿es que querías tener un palco de primera para ver cómo la amada Hinata me daba calabazas? -observó Naruto enarcando una ceja, retándola a que lo admitiera.
-Algo así-reconoció con desgana.
-La relación con esa mujer estaba ya dando los últimos coletazos antes de la fiesta. Ninguno de los dos era feliz con el otro.
-Entonces, ¿por qué estabais juntos?
-La fiesta llevaba ya mucho tiempo organizada. Y hubiese sido... poco amable retirar la invitación -dijo encogiéndose de hombros.
Sus ojos brillaban con un deseo invitador que provocaba en ella sentimientos incontrolados.
-Pero desde entonces, me he estado arrepintiendo por no haberlo hecho -añadió arrastrando las palabras con suavidad.
A ella se le puso la piel de gallina al oírlo.
-No te importó herir sus sentimientos -le reprochó recordando lo que le había pasado a ella hacía nueve años. Él no había hecho ni caso a su regalo de cumpleaños. Sin embargo, cuando la chica del coche deportivo le hizo el mismo obsequio, aunque bastante más caro, se lo puso para demostrar a todos quién era la que de verdad le importaba.
-Algunos sentimientos silencian a otros -le contestó Naruto.
Sí. Como los que hay debajo del pantalón, nada que ver con el corazón, pensó intentando analizar las cosas desde su antiguo punto de vista.
-Incluso pueden traspasar un disfraz superficial -continuó, acercándose poco a poco.
Instantáneamente, se puso tensa. Entonces su voz la envolvió
-Y ahí estaba yo, mirando las alas cuando de repente sentí tu presencia en esta habitación.
«No puede ser», razonó sin querer creerlo.
-De hecho, se me erizó el vello de la nuca-dijo acercándose aún más.
Ahora era su vello el que se erizaba debido a la intensidad de los sentimientos que él proyectaba.