Octubre de 1930.
Bucky y Ava tienen 15 años.
Es un día de octubre como cualquier otro, soleado y frío. Hace fresco fuera de la biblioteca pública de Nueva York en la Quinta Avenida, el aire huele a un familiar olor a limpiador de moquetas y a polvo, pero muy a pesar de eso James Buchannan Barnes no puede evitar sentirse fuera de lugar.
Nunca había estado en la biblioteca de Manhattan, y ahora que había traspasado la barrera donde comenzaba la sobrecogedora fachada de mármol hasta el primer rellano de la escalera esta aún más nervioso. La biblioteca le inspira la misma sensación de ansiedad que la de una mañana de Navidad.
Se detiene en el tercer rellano justo bajo el arco de piedra y se da media vuelta con las manos escondidas en su desgastada chaqueta de segunda mano. La inminente vista del distrito más rico de Nueva York le quita el aliento y lo llena de una cólera impotente.
La luz matutina y otoñal brilla y se cuela por los altos ventanales de los edificios mientras las calles están abarrotadas de gente; ricachones despreocupados seguidos por sus esclavos sirvientes importados de otros distritos, algunos sentados en recias mesas con un libro encima fingiendo prestar atención o siquiera interesarle la lectura ante sus ojos.
¿Era así cómo en realidad era la vida de los elegidos?A Bucky le pareció que para estar rodeado de puros snobs como esos prefería mil veces quedarse con la antipatía de la Biblioteca Pública de su escuela secundaria.
Hacia ya casi un año que Ava se había mudado de Brooklyn a un apartamento nuevo en la 1100 de Park Avenue. Su tía Mimi se había vuelto a casar, esta vez con un empresario adinerado del Upper East que no se había visto tan afectado por el decaimiento de la bolsa de valores y podía darle a la familia la vida que Mimi pensaba que merecían vivir. El nombre del hombre es George Malcom.A principios de octubre Ava se puso un vestido camisero azul y se dirigió a cuatro cuadras de su nuevo hogar hacia la Escuela Nightingale-Bamford, uniéndose a una clase de sólo 15 otras jóvenes privilegiadas en un entorno mucho más pequeño de lo que había conocido en St. Joseph, su anterior escuela en Brooklyn.
En Nightingale las niñas eran protegidas de los problemas que enfrentan las otras instituciones de la ciudad, como la convivencia con las escuelas públicas y sus ubicaciones poco convenientes para jóvenes debutantes.
Bucky sostuvo un cigarrillo entre sus labios de forma cansina y lo encendió. Posteriormente le dio una profunda calada.
Las cosas permanecían igual de regreso en casa pero en realidad se sentía como todo lo contrario. Ahora que habían crecido Steve y él salían mas a menudo, explorando más allá de los parámetros de su barrio. No obstante, sus tardes parecían más solitarias desde que Ava se había marchado.
Steve suele dibujarla a menudo cuando ambos van de paseo a Fort Greene, planteando la idea de ir a visitarla para entregarle la obra como un presente, aunque tenían la sensación que de una forma u otra forma eso no iba a ocurrir y era lo que más les aterraba.
Ava ahora estaba sola en un mundo completamente nuevo, lleno de gente falsa que no dudarían ni un instante en aprovecharse de su inocencia para beneficio propio. ¿Qué pasaría Ava tuviera otro ataque y no pudiera controlarlo? Steve y él ya no podían estar allí para protegerla, para cubrirla ¿Qué pasaría si alguien descubriera sus poderes?
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Electric | James Barnes.
Fanfic«Electric te sumerge en los primeros años del universo Marvel mostrándonos un lado que jamás conocimos. Esta es la verdadera historia».