Realidad

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[Si pudieseis escuchar la canción (y estar solicos) mientras leéis la historia mejor :3 (Illusion de VNV Nation)]

Estaba sentado en una de las sillas de mi jardín, leyendo uno de mis libros favoritos y rodeado de muchas flores. Sus diferentes olores me embriagaban y hacían que me sumergiera más en la lectura.

- Hey Arthur...
- ¿Hm? ¿Qué pasa Alfred?

Alcé la vista cerrando el libro, no sin antes marcar la página por donde me había quedado, y miré a Alfred curioso.

- ¿Es fácil cuidar de tantas plantas?

Su pregunta me pareció algo extraña y desvié la mirada al cielo pensativo.

- Mm... Sí. Bueno, tiene su trabajo, pero no es que sea complicado.
- Ah~ Te hubiese ayudado a cuidarlas pero no es que se me diese muy bien~

Rio un poco y lo miré de reojo con una pequeña sonrisa al recordar aquellos momentos.

- Ya lo sé. Lo intentaste una vez y casi me destrozas todas las rosas.
- Verdad... lo siento~ Pero tienes que admitir que esa tarde fue entretenida~ Hahaha.
- Sí... Acabaste con tiritas en todos los dedos.

Esta vez me reí con él y volví a llevar la vista al cielo, solo que a los segundos cerré los ojos relajándome mientras la brisa movía mi cabello.

- No entiendo cómo una flor tan bonita tiene que tener esas espinas...
- ¿Hm? Bueno, así son.
- Todo lo bonito tiene peligro...
- ¿Eh?

Ante su comentario no pude evitar mirarlo y nuestras miradas chocaron provocando una leve sonrisa en él.

- Las rosas tienen espinas... Tú me puedes dar puñetazos...~
- ¡¿P-pero qué dices?! ¡Idiota!

Me sonrojé por sus palabras y cogí bien el libro para golpearlo con este intentando disimular el sonrojo de alguna manera.

- ¡Ves! Ya estás atacando, encima con un libro hahaha~
- C-cállate... Tendré que seguir leyendo mañana, no hay más remedio...

Dejé definitivamente el libro y lo coloqué en una pequeña mesa que tenía al lado. Ya habría momentos para leer.

- Sigue si quieres, no te molestaré más.
- No te preocupes, p-prefiero hablar contigo.
- ¿En serio~?
- C-claro...

Me miró, con esos grandes ojos azules y sonriéndome como siempre hacía, cosa que no ayudó a que mi sonrojo bajara. Inconscientemente me acerqué a él buscando sus labios, tan deseables... Pero la realidad me azotó de golpe en cuanto me junté con él. En vez de besarle, lo que hubiese querido, simplemente lo atravesé.

- Ah... Se me había olvidado...
- Arthur...

Todo volvió a mi mente, todos los recuerdos, todo lo ocurrido. Había intentado olvidar lo sucedido hace unos días atrás.

- E-estoy bien, solo... Recordé que estoy en un sueño.

Volvió a mi cabeza el accidente, el supuesto funeral al que no fui. Simplemente no pude. Me resultó imposible. Sabía que como fuera me derrumbaría allí mismo y no sería capaz de avanzar.

- No es un sueño Arthur...
- Claro que sí. O puede que una pesadilla. Sí, una pesadilla...

Reí. Una risa forzada que era evidente para cualquiera. Intentaba tomarme este sueño como algo cómico, o tal vez irónico. Puede que sea masoquista...

- Arthur...
- Lo siento, ni siquiera fui ayer a tu funeral.
- No llores Arthur...

Sin darme cuenta había empezado a llorar. Creo que, si no me hubiese dicho nada, no me habría dado cuenta nunca. Se me había hecho tan habitual el llorar estos días que ya ni lo notaba... Acercó una de sus manos a mi mejilla con la intención de limpiarme las lágrimas, cosa que fue imposible.

- Lo siento...

Era lo único que se me ocurría decir. Apartó su mano al ver que ya estaba haciendo yo mismo el trabajo de quitarme las lágrimas y dejó salir un leve suspiro.

- No te disculpes, no tienes la culpa de nada.

Haciendo caso omiso a sus palabras seguí hablando, sucumbiendo a mis sentimientos y dolor.

- Te dejé solo de nuevo, lo siento...
- Arthur, no quiero que estés así por mi culpa. Por favor...
- ¿Y cómo quieres que esté entonces?

Se hizo el silencio mientras agachaba la cabeza organizando todos mis sentimientos. Por un lado quería despertar de esta pesadilla, sabía que nada de lo que estaba ocurriendo era verdad, pero por otra quería permanecer en este sueño en el cual podía volver a hablar con él y verle, aunque estuviera todo en mi imaginación. Mientras, Alfred se levantó y se puso delante de mí. Se arrodilló para mirarme a los ojos y sonreírme. Creo que comencé a llorar de nuevo.

- Quiero que sonrías, que dejes de llorar por mí y que seas feliz. No quiero que estés triste el resto de tu vida por mi muerte.

Desvié la mirada, escapando de sus ojos apagados. Sentía que si permanecía así por mucho tiempo me costaría más dejarlos, aunque no fuesen los que solían ser.

- Alfred...
- Y no te sientas tan culpable... El culpable aquí soy yo. Te prometí que estaría siempre contigo y...

Agachó la cabeza, mirando al suelo. Su sonrisa ya no estaba.

- Lo siento.
- No pidas perdón por morirte, idiota.

Hice una leve sonrisa. Para confortarlo, pensé. Pero creo que le entristeció más.

- Me creería esa sonrisa si dejases de llorar...
- Quiero dejar...

Volví a restregarme un poco los ojos pero las lágrimas empezaron a salir con más fuerza y comencé a temblar levemente.

- P-pero no puedo...
- Arthur...

Empezó a desvanecerse. Intenté tocarle, rozarle, pero era inútil. Ya lo había intentado otras veces, pero seguía teniendo la esperanza de por lo menos poder abrazarle.

- E-espera.
- Sonríe para mí todos los días Arthur.

Me dio una última sonrisa, y antes de desaparecer por completo vi una pequeña lágrima recorrer su rostro.

- A-Alfred... Lo haré...

Por suerte o desgracia, desperté, con la cara totalmente empapada por las lágrimas. Volví al mundo real, al mundo que es cruel con todos, a la realidad. Después de aquella noche intenté volver a verle, pero no apareció. De alguna forma me lo esperaba, y con el tiempo desistí. Al menos mi subconsciente sabía que esa era la mejor opción. Aprendí a sonreír de nuevo por él, aunque por dentro estaba ahogándome en mis propias lágrimas. No podía dejar que me viese llorar nunca más, se lo prometí. Y no pensaba romper la promesa que le hice a mi amado.

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