4 de enero del 2002.
Tirado en el sofá del salón que ocupa la casa de tu novia, miras hacia el techo y pensas. Piensas en todo. En todo lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará. Tus brazos se juntan detrás de tu cabeza y formas parte del silencio que hay allí dentro. Tu cuñada no está presente porque se juntó con sus amigos. Tus suegros no están, pero tampoco tardarán en llegar. Y tú sigues pensando en todo lo que abarca la palabra todo. Cierras los ojos y suspiras. Pero, cuando los vuelves a abrir, ella aparece rompiendo tus esquemas. Y, desde hace cuatro meses que está acompañada. Y los dos te observan desde la punta del sillón. La más mayor con una sonrisa en su rostro. El más pequeño, con un chupete celeste enorme, que lo hace más pequeño de lo que ya es.
-¿Estas bien? -te pregunta, acercándose con Juani en brazos. Les haces un lugar a los dos.
-Sí... estaba pensando, nada más -y acaricias uno de los brazos gorditos de tu hijo.
-Vale que le cuentes a tu mujer y a tu hijo en qué pensabas -ella quiere y necesita saberlo todo.
-En todo -pero no vas a dar muchos detalles. Ella sabe muy bien que es lo que abarca tu todo. Te mira por un gran rato más y se agacha, despacio, hacia tu cara para besarte.
-¿Vas con papá? -le habla a su (y tu) hijo que no deja de moverse. Juan es blanco como la madre y con el color de ojos del padre. La nariz como ella, la boca como tú- vamos, ve con papá -y te sientas para auparlo- hijo, estás pesando mucho. Vas a dejar a mamá sin brazos -ella se levanta y los estira. Y vuelve a miraros. Siempre os observa cuando estáis juntos- es increíble el parecido -porque Juan es igual que tú- ni que fuese hijo tuyo -y te hace reír. Se vuelve a acercar para besarte- voy a prepara algo para tomar -y sale camino a la cocina. Vais a merendar en mitad del salón.
-¿Ya le has dado de comer a él? -preguntas mientras lo levantas en los aires y ves como ríe. Porque Juan se ríe de todo.
-Obvio. Soy una madre responsable, nene -te responde desde la cocina. Y sigues concentrado en tu hijo, ese que te cambió completamente como persona. Ese que sonríe apenas despierta. El que llora para hacerse notar y el que se queja cuando algo no le gusta. El que le vomitó en el hombro a Josefina y el que se convirtió en la luz de los ojos de sus abuelos. También el que se duerme con las canciones que le tararea Victoria a la hora de la siesta.
-Eres precioso, tú. Sí, tú, eres precioso -unes tu nariz con la de él. Y él se ríe y te contagia. Jade sonríe cuando regresa y apoya las dos tazas de café sobre la mesa pequeña que está en mitad del salón, frente a vosotros. Se vuelve a sentar a tu lado y os vuelve a observar.
-¡Ay, mis hombres! -y os abraza bien fuerte.
-¡Ay, nuestra mujer! -claramente, con el único que la compartirás es con tu hijo.
-Estaba pensando, sabes... sí, pienso, Harry -y te ríes apenas. Acomodas a Juan sobre una de tus piernas- me parece que no está nada bien esto de tener dos hombres en casa, eh. Le vas a contagiar todos tus celos y no voy a poder ni salir al jardín a cortar flores.
-Y si era nena, iba a morir infartado. Por la salud de los dos, era preferible que sea varón -ella busca su taza de café y bebe un poco. Y ríe entre sorbo y sorbo.
-¿Qué miras? -pero se lo dice a Juan- ¿Qué miras, eh? -a ella le gusta pelearlo. Y Juani sonríe- eres un loco, eh. Loco como tu padre -se le acerca para besarle el cuellito y luego uno de las mejillas.
-Yo también quiero beso, no sé, digo... -te haces el tonto.
-¡No me digas que te vas a poner celoso de tu propio hijo!
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Incógnita | Jarry | {Adaptación}
FanfictionHay que saber quienes fuimos Para saber quienes somos. Hay que saber que pasó, Para saber que cambiar. ©I do not own anything. Todos los derechos reservados a la autora. Esta novela NO está escrita por mi y no ha sido revisada desde que la adapté ha...