Capítulo 12

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Eran las tres de la mañana y yo aún no podía dormir ¿Por qué? Bueno, yo soy el tipo de persona que no puede desechar sus pensamientos fácilmente.

Siempre admiré a esas personas que dicen "lo resuelvo mañana, ahora es muy tarde" y pueden dormir tranquilamente. Yo no puedo hacerlo. En otras palabras, yo dejo que mis angustias me coman viva y lo peor es que siempre estoy angustiada.

Recuerdos, problemas, mi discapacidad ¡todo me altera!

Suspire y me dirigí hacia mi baño para lavarme la cara. Normalmente, eso me ayuda a relajarme pero aun así no puedo dormir.

Caminé a pasos lentos por mi habitación hasta terminar frente a la inmensa pecera. Sonreí y coloqué una mano encima del vidrio, viendo como diminutos pescaditos se acercaban mientras que otros descansaban en la oscuridad.

Ahora que lo pienso ¿debo alimentar a los peces? Es decir, obviamente ellos comen, no soy tan ignorante pero ¿esto es automático o que pedo?

Rápidamente me dirigí al mueble junto a mi cama y abrí el cajón encontrándome con un frasco de comida para peces. Automáticamente me golpee la frente con la mano y corrí hacia ellos.

Miré por todos los ángulos existentes la pecera para buscar un hueco por donde meter la comida y cuando encontré una pequeña ventanita, la abrí y tiré el alimento por esta. Cinco segundos después, casi toda la pecera estaba peleando por aquellos trocitos que parecían más hojas de colores que comida.

Ni para cuidar peces sirvo.

¿Sera que si les tiro hojas de colores cortadas en pequeños pedacitos se las comen?

Luego de preguntarme un montón de cosas llegué la conclusión de que; tengo hambre.

Si, probablemente los problemas que estoy pasando y recuerdos no tengan nada que ver con la comida pero vamos, la comida resuelve todo.

Es especial para ahogar tus penas, matar el aburrimiento, hacerte olvidar de las cosas. La comida es amor, es vida.

Creo que me desvié del tema.

Luego de ponerme las pantuflas, bajé las escaleras saltando de a dos en dos mientras tarareaba una canción o bueno, algo así, ustedes me entienden.

Frene en seco cuando vi a Calum con un vaso de leche en su mano, estaba parado mirando hacia el piso, justo donde había empujado a Verónica. No sabía si acercarme o alejarme y cuando estaba a punto de hacer lo segundo, Calum me miró y suspiró.

-¿Planeas decirnos que fue lo que en verdad sucedió?

Durante segundos no hubo más que silencio. Yo estaba ahí parada, estática mientras que el dejaba salir pequeños suspiros de sus labios y agitaba el vaso que sostenía en su mano derecha.

-Alicia, nosotros no somos tan tontos como parecemos y sabemos que hay algo extraño en todo esto, que nos hagamos los que no notamos nada es muy diferente.

¿Se estará refiriendo a...? No, imposible. Ellos no pueden saber que soy muda. No ahora, la estaba pasando bien aquí a pesar de todo. No quería irme, no tan de prisa.

-Hey, Hey -se acercó a mi preocupado. Yo solo me alejé- ¿Estas bien? Nena, no llores.

Levanté el dorso de mi mano para secarme las lágrimas y me voltee para irme pero Calum me agarró de la mano y me empujó hacia él, haciendo que terminara pegada a su pecho.

Yo no quería estar aquí. No así.

-Deja de escaparte de tus problemas -susurró. Posiblemente para no asustarme-. Alicia, enserio ¿Qué pasó hoy? -Negué-. Nena, no podemos ayudarte si no sabemos que sucede.

Si hablara, te insultariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora