Capítulo 42

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Charlie

La muerte es tan sutil. Tan callada. Impredecible. No sabes cuando vendrá a por ti o a por los tuyos. Si será tragica o apacible. Solo sabes, que es el final que  a todos nos espera y cuando la muerte es, nosotros ya no somos.

Es el fin de quizás una corta o larga vida. Aunque nunca sabremos si es realmente un final o quizás un comienzo. Según algunas religiones, es el comienzo de una nueva vida, para otras es el final del cuerpo físico pero la vida eterna del alma.  Para otros tantos, hay reencarnación y para otros la entrada al reino de Dios.

Yo nunca había temido la muerte puesto que esta es oscura y en la oscuridad no hay nada. Es el fin de un ciclo. Es el fin de un cuerpo.

Nunca lo había dicho en voz alta. Jamás se me había ocurrido tan siquiera decirle a las personas, que tenia una hermana. Una hermana pequeña. Era la dulzura que mi salvaje vida necesitaba. Estábamos tan unidos. Eramos mi padre, mi madre, ella y yo. Y Abby, Abby era pureza infinita. No olvidaré, su voz, su apacible voz tan arrulladora como una nana de cuna. 

Ella era mi pequeña pero grande musa. Fue la inspiración de muchos de mis poemas. Le encantaba que le leyera mis escritos. Además cada mañana me despertaba, con su gran sonrisa blanca. Sus cabellos negros eran como el carbón. Mi pequeña hermana, oh, de solo recordarla, mi frío corazón llora de dolor. 

Sus ojos, no tenían descripción alguna, eran maravillosos. Un azul inigualable. El día que aquellos ojos perdieron la vida, yo también la perdí con ellos. Mi vida, mi vida se fue con ella, y jamás volverá.

Cuando vi a Lauren, todo cambió. A pesar de saber quién era, me enamoré de ella. Aunque nunca he sido capaz de decirle a Lauren un "Te amo". Aquellos solo se los decía a mi pequeña Abby. A mi difunta hermana, que donde quiera que esté, vengaré su muerte. Y la muerte de mi padre. 

Oh, Lauren, eres tan indefensa y tan frágil y no sabes que tu destino ya venía marcado. No tienes la culpa de nada. Tu tan solo eras un bebe, no podías saber nada. Por desgracia, me enamoré de ti. Aunque me salvaste de hundirme en una eterna oscuridad. Mi amor.

El amor y la venganza no son compatibles.

-Porque no me lo habías dicho...- susurra. Sus ojos se tornaron tristes. Una infinita e indescriptible tristeza que conmovería a cualquiera. Incluso a mi frío corazón.

Oh, pequeña, mis sombras te podrían atrapar. ¡Qué desventura!.

-Eres muy pequeña para entenderlo...- le contesto. Esta me mira confusa. 

En otros momentos, no tan delicados, Lauren me habría soltado un sermón sobre las condiciones de la edad y la madureza, dejándome así desarmado. Pero esta vez, sus ojos empezaron a llover. 

-Si tan pequeña soy, ¿Qué haces conmigo?- me dice entre lagrimas. 

Mi corazón está a punto de partirse. 

¿Desde cuándo tienes corazón? me pregunta mi conciencia. 

Sí, tengo, pero está congelado. Congelado en el tiempo, en el dolor y en el remordimiento. Pero esta adolescente, lo ha derretido poco a poco. 

-Lauren, no quería manchar de oscuridad tu infinita luz.- le digo, mientras aquellos ojos que me recordaban a mi hermana, me miraban, a punto de estallar en lágrimas nuevamente.

-¿Pero que clase de monstruo eres? ¿Tenía que enterarme de esta manera?- ladra. Ahora las lagrimas se habían convertido en furia.

-¡¿Tú crees que esto no me duele?!. Maldita sea.- grito. Aprieto los puños con fuerza.

Tenía miedo de su reacción, Lauren puede ser muy impredecible. Entonces esta se levanta de la cama. Se pone en frente mío.

-Sí no me dices la verdad, te juro que no volverás a saber nada de mi. Te lo juro.- gruñe bruscamente.

Esa idea de no volver a saber nada de ella, me hacía retorcer por dentro. ¿Podría vivir en un mundo sin ella?. No soportaría la idea de perder de nuevo a quién quiero. Mierda. Si le digo la verdad, me odiará. Demonios.

-¡NO PUEDO!- grito desesperado y con furia.

-¿Porqué no puedes?- me pregunta casi al borde del colapso.

-Me odiarías si supieras la verdad...- murmuro.

- No lo creo. Entendería muchas cosas de ti. Te conocería más...- empieza a decir.

-¡NO ENTIENDES NIÑA, NO ENTIENDES NADA!- grito. Ese grito fue tan fuerte, que incluso las ventanas resonaron.

-¿Como quieres que me acueste contigo, si ni siquiera sé quien eres, joder?

- Mi pasado no puede condicionarte.- gruño.

-¡No, a mi no, pero nuestro presente y nuestro futuro juntos. Sí. Si los condiciona.!- grita.

No quiero perderla. Pero podría perderla por ser lo que soy. Podría perderla por decir la verdad. Es estos casos en los que me cuestiono, si realmente la verdad es tan buena, y la mentira tan mala.

-Esta bien, te lo contaré todo. Pero si huyes, quiero decirte, que siempre serás mi verdadera musa. Mi verdadero amor...

Entonces Lauren, posa sus dulces y a la vez salados labios a causa de las lagrimas en los míos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentí como mi alma y la suya danzaban en una conexión eterna. Algo que iba más haya de lo terrenal, algo espiritual, divino. Es como dos galaxias que se unen. Sentir su suave piel, me hacía estremecer y oler su cabello hacían que me elevara aún más . Era algo tan religioso. Ella era mi religión.

-Eres lo mejor que ha sucedido en mi vida.- murmura entre sollozos. Yo la abrazo fuertemente.

Deseaba abrazarla hasta fundirme con ella. Quizás esta era una de esas veces  en la que no sabes cuando será la última, cuando ya lo es. Hundí mi cabeza en su cuello. El roce con su piel, me quemaba. Mis manos en su cara se derretían. Y mi alma, mi pobre alma condenada, se salvaba un poco a su lado.

Y entonces, le susurre ¡Qué maravillosa es la vida ahora que tú estas en mi mundo!.

Las Sombras De CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora