Ya llevaba tiempo en Corea y nada resultó como lo había imaginado al bajar del avión. Pero no se arrepentía, le gustaba demasiado ese país como para dejarlo. No después de pasar por tanto para llegar a el viajando desde el otro lado del mapa.
Trabajaba limpiando casas y en algunas ocasiones hacía delivery de una famosa panadería. Aunque la paga no era mucha, lo hacía porque gracias a ese trabajo podía recorrer lugares y conocer a gente que, de otro modo jamás se cruzaría en su camino. Lo que fue una gran ayuda para poder aprender a hablar el idioma con mas fluidez.
Debido a que en esa panadería también funcionaba una cafetería, en más de una ocasión pudo estar cerca de varios artistas que se reunían para entrevistas, ya sea de programas televisados como también encuentros con sus fans. Como era sólo una empleada no tenía permitido acercarse pero se conformaba con ver de lejos.
Era conocida por su calidez y su buen humor. Muchas veces era el punto de atención de sus compañeros debido a su gusto por hacer bailes, gestos o chistes graciosos, con su estilo único debido a que provenía de una cultura completamente distinta, más desinhibida.
Y fue justamente por ello, que en más de una ocasión, captó la mirada de los artistas que, aunque no podían escuchar lo que decía, se reían por sus gestos. También esto le ocasionó recibir un par de regaños más de una ves.
Sin embargo, su carisma le había ganado un lugar de estima hasta con sus jefes.
Ese día en particular una reconocida boyband utilizaba por primera vez esa cafetería para su encuentro con las representantes de su club de admiradoras. Ella quería quedarse a ver quienes eran. Pero para su mala suerte, habían muchos pedidos que entregar. Sin retraso salió a cumplir con su trabajo dejando atrás a la cafetería que desde la mañana se encontraba abarrotada de gente.
-En otra oportunidad será- Se consoló y encendió el motor de la motocicleta.
Varias horas después, con sus repartos terminados, se disponía a volver a la cafetería a devolver la moto y dar por finalizado su trabajo. Cuando a lo lejos, pudo distinguir a dos chicos que hablaban animadamente parados en la esquina; a medida que se fue acercando noto que varias chicas de uniforme escolar se amontonaban muy cerca de ellos.
Los chicos sabían que eran el centro de atención y a su ver, se sentían un poco incómodos. En cuestión de segundos la horda de colegialas se abalanzó hacia ellos, que buscaron cruzar la calle sin esperar que el semáforo les diera el paso. Instintivamente aceleró la motocicleta y llegó justo para evitar que el auto, que venía por su mismo lado, los chocara.
-Tengan más cuidado- les señaló el semáforo aún en rojo. Los chicos miraron al suelo avergonzados y ella aún con el corazón acelerado por la adrenalina del momento soltó una suave risita, a lo que los dos jóvenes correspondieron levantando la mirada y sonriendo más cómodos.
-Gracias-respondieron a dúo.
-No hay nada que agradecer. Pero creo que es hora que sigan su camino, si no quieren que las niñas se despierten del shock- Ella aún sonreía mirando a las seguidoras paralizadas unos metros atrás.
Comprobando que la luz estaba en verde, los jóvenes le sonrieron una vez más y siguieron su camino.
Se quedó unos minutos más para asegurarse de que las niñas no continuaran con su plan de acoso y luego de que el semáforo la relevara son su luz verde, retomó su regreso al trabajo.
Una vez que llegó a su departamento compartido, todo el cansancio del día cayo sobre ella, por lo que saltándose la cena, se fue directo a acostarse, sin embargo, más allá del agotamiento no pudo evitar recordar a esos chicos. No era algo cotidiano tener la oportunidad de salvar la vida de una persona y no podía negar que al hacerlo se sintió muy bien. Luego de repasar unas veces más los sucesos del día se durmió con la sonrisa de los chicos aún plasmada en su mente.
Al día siguiente, el clima caprichoso se decidió por un amanecer gris y lluvioso. Pero por más tentadora que se mostrara la tibia cama, debía levantarse; puesto que la mañana también estaba cargada de repartos.
Ni bien llego a la panadería sus compañeras de trabajo corrieron a ella, a contarle emocionadas, todo lo que habían visto el día anterior.
-¡Lau! ¡Son hermosos!-gritaba entusiasmada la que atendía la caja.
-Son perfectos…-suspiraba la panadera, que no pasaba de los treinta años –lástima que son todos chicos… no pasan de los veinte…
-Yo escuché que el más grande tiene veintitrés, ¿saben cual es? el pelirrojo de la sonrisa tierna-comentó la más joven del grupo, con estrellas saliéndose de sus ojos.
Ella sólo las escuchaba con una sonrisa, mientras acomodaba los paquetes que debía entregar.
-¿De que hablan? yo me quedo con el líder. Es precioso, cuando se ríe sus ojitos desaparecen… mmm pero también está el macknae…
-Con sólo escucharlas me dan ganas de conocerlos- Laura se giró nuevamente hacia ellas antes de irse, despidiéndose con un simple movimiento de manos.
El día cada vez se ponía más frío y la llovizna no ayudaba mucho.
Para la mitad de la tarde los pedidos habían sido entregados y el agua caía en torrente desde un cielo negro, iluminado por finas líneas de luces que aparecían de manera aleatoria.
-No tengo miedo, los rayos no asustan-intentaba infundirse tranquilidad, pero con cada potente trueno no podía evitar que un agudo chillido se escapara de su garganta.
Le gustaba la lluvia, amaba pasearse bajo las gotas provenientes del cielo… Pero las tormentas, eran otra cosa.
Estando a tan sólo unas pocas cuadras de su trabajo se vio obligada a refugiarse bajo un estrecho toldo en la entrada de un negocio. Para su mala suerte un frio viento llegó a complicar, la ya intensa tormenta. Aún con los fuertes truenos aturdiéndola, acomodó lo mejor que pudo la moto para que le sirviera de barrera contra las oleadas de agua y viento que azotaban casi con enojo. Su cuerpo comenzaba a tiritar y sentía que la cabeza iba a explotarle.
Por el temporal, hasta los autos habían dejado de pasar y cada negocio estaba completamente cerrado. Sus posibilidades de conseguir ayuda eran prácticamente nulas o eso pensó antes de ver esa minivan deteniéndose en la esquina. Lamentablemente, la conciencia la abandonó antes de poder distinguir las siluetas en la espesa lluvia.
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Sintiendo más de Lo Que Se Debe... Got7
FanfictionSólo buscaba vivir en Corea y disfrutar su juventud... pero la vida da mil vueltas y lo que por lo general, son sólo sueños, a veces se vuelven realidad. El problema viene cuando por esos sueños un grupo puede llegar a disolverse...