La despertó un rayo travieso que se colaba entre las cortinas para darle justo en los ojos. Se levantó lentamente, tratando de salir de ese letargo matutino que siempre la mantenía media tonta hasta una hora después de despertar. Pero ni bien miro a su alrededor todos sus sentidos de pusieron alerta. No estaba en su habitación, ni mucho menos en su casa. Dio un repaso a todo el cuarto mientras trataba de recordar como había llegado hasta allí. Guiándose por todos los peluches y corazones que se amontonaban en varias repisas, estaba casi segura de que una mujer la había ayudado. Con cuidado se fue acercando hacia la puerta, abriéndola sin hacer ruido, y ni bien asomó su cabeza, pudo escuchar movimientos y risas al final del pasillo. Respiro profundo y colocándose un buzo que estaba doblado sobre un mueble, salió en busca de su salvadora.
Cuanta fue su sorpresa, cuando al llegar, a lo que parecía la sala de estar, se encontró con cinco chicos que se quedaron mudos al verla en el umbral del pasillo.
-Bbuenos días...- saludó dudosa de como debía comportarse.
-¿Cómo estás? ¿tenés fiebre?- uno de los chicos se acercó hasta ella con pasos lentos -ayer te encontramos bajo la lluvia y no sabíamos donde vivís... espero que no te hayas asustado mucho al despertarte en una habitación desconocida ¿Podes hablar en coreano?
-Júnior la vas a marear con tantas preguntas deja que se siente primero-agregó un chico alto mientras le acercaba una silla.
- ¿Desde cuándo tan servicial Yugyeom?- contraataco Junior, consiguiendo que el mencionado bajará la mirada un tanto avergonzado.
Laura le sonrió en agradecimiento, sentándose ante la mirada de todos los presentes.
-¿Fueron ustedes...? Mmmm... ¿Ustedes me ayudaron ayer?-preguntó tratando de acomodar sus pensamientos.
Cuando Júnior, el primero que se había acercado a ella, intentó hablar fue interrumpido por dos, que entre risas ingresaban a la sala cargados de bolsas. Una vez más todo quedó en silencio al verla sentada frente a los otros chicos que la miraban desde el sofá.
-Ese día...fuiste vos ¿no?- señalo a uno de los chicos que recién aparecían. De pronto Laura lo recordó, al que habían nombrado como Junior, también estaba ahí esa tarde que por escapar de unas seguidoras casi los atropellaban.
Tanto el señalado como Júnior sonrieron.
-¡Mark! ¿Porqué no me dijiste nada?-reprochó el que venía con él, dejando las bolsas a un costado y acercándose con rapidez a Laura que se paró al instante, un poco asustada de su reacción.
-Mucho gusto, mi nombre es Jackson- saludó alegre, descolocado un poco a Laura, que se quedó callada.
-Si te acercas así, la vas a asustar- lo regaño uno desde su lugar al medio del sillón.
-Si, JB tiene razón. Mira la cara de la chica, hasta saltó de la silla...- agregó el más pequeño de los siete.
Nuevamente, Laura era el centro de las miradas.
-Les agradezco de corazón, por haberme ayudado ayer- Laura hizo una reverencia al grupo.
-No hay nada que agradecer- una vez más, Junior tomó la palabra -tómalo como una retribución por lo que pasó antes. Ahora vamos a desayunar, los chicos trajeron café porque no sabíamos que era lo que te gustaba pero tenemos varios tipo de te o si gustas hay fruta.
Se sentía muy agradecida por las atenciones de los jóvenes pero Laura sólo quería irse a su casa y darse un buen baño, que la despejara lo suficiente para aceptar que todo lo que estaba viviendo no era un sueño.
-Disculpen, pero es tarde y tengo que ir a trabajar. Ya me van a llamar la atención porque no lleve la... ¡la moto!- Con todo lo le había pasado recién se acordaba que tenía la moto de su trabajo.
-No te preocupes- habló por primera vez Mark -la trajimos. Está en el estacionamiento.
Laura sintió que el alma le volvía al cuerpo, si algo le pasaba a esa moto, ni con diez trabajos más iba a poder pagarla, no, si quería seguir comiendo y teniendo un techo.
-Es hora de irme- volvió a despedirse. Se dirigió a la puerta por donde habían ingresado Jackson y Mark. Levantó sus zapatillas y sin más salió de la casa, agradeciendo que sólo dos pasos más allá estaba su motocicleta. Se calzo y sin mirar atrás se subió arrancando el motor y acelerando más de lo acostumbrado por ella.
No tardó mucho en ubicarse para poder encontrar el camino a su departamento. Una vez allí se desplomó en su cama, repasando en su mente el inicio de esa mañana.
"realmente pensé que había sido una mujer..." suspiró hundiendo la cara en su almohada. Unos minutos más tarde, el teléfono fijo comenzó a timbrar con insistencia. Se estiró si ganas de levantarse y atendió.
-¡Lau! ¿Dónde estas? ¿Qué pasó ayer? ¿Por qué no volviste? No me digas que tuviste un accidente...- la voz de su encargada la hizo saltar de su cama buscando el reloj. Estaba atrasada media hora.
-¡Perdón!¡ya voy! La moto está bien, no paso nada. En cinco minutos llego- le aseguro antes de colgar.
Una vez más, tuvo que salir a las apuradas tomando sólo unos minutos para peinarse, lavarse los dientes y la cara. Sabía bien que llegar hasta la panadería le tomaría más de cinco minutos y por ello manejó sin tener muy en cuenta las normas de transito.
Para su buena suerte, sus jefes estaban al tanto de su miedo a las tormentas por lo que no pusieron quejas cuando Laura le explico que una vez terminado los reparto había decidido irse directamente a su departamento.
Como siempre, su día estuvo cargado con repartos asique no le quedo tiempo para pensar en lo descortés que había sido con esos chicos.
Su turno matutino terminó alrededor de las cinco de la tarde, por lo que se apresuró a dejar sus cosas en orden para poder llegar a su segundo trabajo.
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Sintiendo más de Lo Que Se Debe... Got7
FanfictionSólo buscaba vivir en Corea y disfrutar su juventud... pero la vida da mil vueltas y lo que por lo general, son sólo sueños, a veces se vuelven realidad. El problema viene cuando por esos sueños un grupo puede llegar a disolverse...