Diario de una chica corriente.

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Es bastante tarde, lo suficientemente tarde como para que mi cabeza empiece a ir por sí sola. Es de noche, pero pocas estrellas se ven debido a la contaminación. De todos modos, ¿alguien sabe que brillan a pesar de no verse?

Sólo me ilumina una lamparita de noche, es bastante más cálida y acogedora, mientras escucho esa música que perturba el estado de ánimo. Quisiera cerrar los ojos, pero cuando lo hago un montón de preguntas se graban sobre mis párpados, y ya si que me pierdo en mi misma. El sueño es lo que hace ¿no?

Ahora está de moda el aspecto. Vestir pantalones ajustados, camisetas anchas y deportivas, no digo que este mal porque yo también voy así, sólo que me he dado cuenta de que me importa demasiado mi aspecto físico. Es más, mi vida se ha regido por un: tienes que estar más delgada, ser más guapa, vestir mejor, y demás cosas para mejorar mi ego.

Pero vivo en una lucha constante conmigo misma. Hay veces que me miro al espejo y estoy deseando que la persona reflejada sea una extraña. Hay otras tantas que me miro y veo a una desconocida. Y ninguna de las dos sensaciones me gusta. No, simplemente no. O más pelo, más rizado, menos voluminoso, más singularidad.

Cuando voy por la calle siempre me comparo con todo el mundo, y suelo ser yo la que acaba perdiendo. Que si las piernas, el estómago, la cara...todo cuenta y en todo llevo desventaja. Porque cada día descubro una parte nueva de mi que no me gusta y me gustaría cambiar. Que tengo el puto autoestima enterrado bajo tierra.

Me acuerdo cuando era pequeña y todas las de mi clase eran preciosas, delgaditas y tenían a algún chico tras ellas, mientras yo me apuntaba a algún deporte con la esperanza de ser como ellas. Y me acuerdo como me apunté a un gimnasio pensando que así un día me gustaría a mi misma.

Qué estupidez.

Y ahora ya no se en que creer. Se que si hay alguna persona que me vaya a impedir hacer algo esa soy yo misma, la que me pone barreras. Sé que la gente que merece la pena te acepta seas como seas y con lo que ello incluya. Pero, entonces, si no me acepto a mi misma, ¿merezco la pena? Es entrar en un bucle constante. Es decir primero: Quien me quiera me va a querer así, y más tarde sentirme la última mierda por no destacar entre la gente.

En resumen, pensar por la noche es una mala idea.

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