Zona Cero

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Descendía....descendía...

Flotando en un gran y amplio espacio, ubicado en medio de la nada. No pesaba en absoluto, como si le faltara gravedad, pero a pesar de ello, continuaba su largo viaje,originándose hacia el fondo de un pozo oscuro que parecía no tener final. Bajaba en calma.

Add sabía, que se estaba internado en un viaje incierto, hacia el corazón de la emperatriz. Si ese sitio tan vacío de cualquier cosa, era parte del ser interno de esa chica metálica, entonces sus vagos pensamientos, sobre que él y ella a final de cuentas no eran tan diferentes se confirmaban. Y nada más lejos de la realidad; lo cierto era que ambos tenían un profundo vacío interior, como boca de lobo.

Y no importaba el hecho de que ella fuera un androide, hecha de metal y circuitos. Eve tenía sentimientos, pero él ahora comprendía que, para los de su estirpe, los sentimientos siempre habían sido un tabú. Algo humano, que no les pertenecía. Y él los juzgó por ello. 

En cambio, ahora que era el propio Add, el ocupante de aquel cuerpo que parecía hecho de porcelana y acero –vaya combinación extraña- no tenía problemas para encontrarse con sus emociones. No era muy distinto a usarlos en su antigua prisión de carne, eso solo significaba una cosa: Eve se censuraba a si misma y a su propia forma de ser a propósito. Si ella se restringía tanto, si él y ella compartían similitudes...esos significaba que también el se restringía emocionalmente . Y eso lo incomodaba, porque lo sabía.

Él había colaborado en secreto con Sir William, él había agredido a Eve y había destruido a su preciado Oberón; él se había burlado de Elsword, trataba con frialdad a los demás. Y a pesar de eso, el espadachín nunca lo juzgó, ni lo menospreció, al contrario, le dirigió una sonrisa muy estúpida y le ofreció un trato:

-seamos amigos-

"-Me pregunto si con esa misma pregunta estúpida se ganó el favor de aquellos que llegaron antes que yo...-" se preguntaba.

Sin darse cuenta, acabó aceptando sus buenas intenciones;  él se sentía bastante impuro...su mente estaba doblegada por un vacío existencial, cuya existencia dentro de su mente, definió como permanente; una herida que nunca podría curar. Él pensaba en usar a Eve para sus propósitos egoístas y de paso usar a los demás para su beneficio.

¿Cómo mostrarle buena voluntad a nadie?

...

¿Por qué de pronto pensaba en esas insensateces? El suspiró con desilusión, pero al cabo de un rato, comenzó a sentirse realmente relajado. Era como flotar en un amplio mar de color oscuro...rodeado de cientos de luces de colores. Como chispazos destellantes.

El pozo pronto anunció su final, las candelas de todos colores a su alrededor iluminaban aquel pasaje con mucha más frecuencia, y más allá, un destello blanco indicaba el final del trayecto hacia lo que fuera que hubiera ahí.

-Creo que he caído en la madriguera de cierto conejo blanco- Add refunfuñó con cierta ironía.

La potencia de aquella luz se acrecentó gradualmente en silencio y el muchacho no tuvo otra opción más que cerrar los parpados y cubrirse la cara, sintiendo como si diminutas burbujas lo ahogaran y le rozaran el rostro.

Trece puntos de distintos colores aparecieron frente a él, en medio de un panorama claro, en el que parecía no haber nada. Los puntos formaban una circunferencia perfecta alrededor del suelo. En un descuido, miró sus manos y casi se va de espaldas al notar que eran las suyas; ya comenzaba a acostumbrarse a mirar las bellas manos de Eve. Obviamente no podía estar experimentando una clase de viaje con el cuerpo de ella. Era su propia alma la que estaba intentando explorar la información de esa gloriosa Nasod.

♂ Contrato de Almas ♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora