En contra del rey #COOF

Capítulo 3

Viendo un poco de Mogeko Castle de nuevo, pude notar que no hice el orden exacto de los Mogekos especiales y eso. O eso creo. Pero #yolo (?) Lo siento, pero es que mi memoria es... Como decirlo... Algo defectuosa (?) xD

De todas formas, el orden no va a alterar el producto (?) Quiero decir, que esta historia va ir por el mismo camino de una forma o otra. Espero que la estén disfrutando.

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Conseguimos escapar de las malvadas garras de Moge-ko con suerte. Eso era lo bueno. Lo malo es que ya no podríamos ir al siguiente piso por el camino por el que la macabra niña nos había impedido pasar. Si volvíamos, lo más probable que es nos la encontramos de nuevo. Pero... ¿Como podríamos cruzar al siguiente piso entonces...?

Entonces, se me ocurrió una idea. Era bastante arriesgada, pero no había otra forma.

-Señorita.- le dije.

Ella giró su cabeza hacia mi.

-¿Que pasa?- me preguntó.

Me tomé unos pocos segundos antes de decir lo siguiente:

-Tenemos que entrar en la habitación de Moge-ko. Allí si habrá una salida.-

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En todo el rato que nos llevó ir a la habitación de la hija del rey, Yonaka me hacía preguntas, muy preocupada, y yo se las respondía todas lo más calmado posible.

-Escucha, se que no es el plan más seguro. Pero no hay otra. Es muy probable que la otra salida este vigilada. Sin embargo, no creo que muchos Mogekos estén interesados en pisar su habitación. Es más, como lo hagan, ya pueden prepararse para la peor experiencia de su vida.-

Pude notar cómo Yonaka tragaba saliva ante lo que había dicho.

-Pero eso no significa que nos tengamos que relajar. Hay que estar muy alerta por si vuelve.- no la quería asustar, pero le tenía que decir la verdad. No iba a ser tan fácil.

Fuimos sigilosos hasta la habitación de Moge-ko. Tenía tonos rosados por todas partes y objetos típicos de una princesa... Excepto por los libros de terror que tenía en sus estanterías. Y mejor no fisgonear mucho, que puede que nos encontraramos con alguno de sus instrumentos de tortura.

Busqué la salida, que era, como todo el mundo se esperaba, a través de su cama. La encontramos con facilidad, y nos estuvimos a punto de ir, pero algo nos llamó la atención...

Una pequeña libreta, con tapas de color rojo y totalmente abierta estaba en la cama de la sádica Moge-ko. Estuve confundido cuando la vi. ¿Que hacía eso allí? ¿Acaso era un repertorio de torturas para Mogekos o algo parecido?

A pesar de que está mal leer las cosas de los demás, no pude evitar echar un vistazo a lo que contenía aquel cuaderno...

Era un diario. El diario de Moge-ko.

Lo cogí, sorprendido de mi hallazgo. Empezé a leerlo, y parecía que Yonaka hacía lo mismo. Con cada palabra que leía, mi asombro crecía más.

"¡Hola Diario!

Hoy he descuartizado a unos Mogekos, pero aún sigo aburrida. ¡Siempre reaccionan igual! Ojalá tuviera algo distinto para variar...

Pero...

¿Sabes? Me gustaría que mi padre me acompañará. ¿No sería más divertido? ¡Hacer sufrir a los Mogekos juntos, viendo como se desangran y como chillan de dolor! ¡Sería genial!
Pero... Mi padre no tiene tiempo para eso...

Así que supongo que nunca podrá ser...

¡Bueno, también me puedo divertir yo sola! ¡Ya veras como lo haré! Tendré que buscar nuevas maneras de torturar a los Mogekos... Jijiji~"

Más adelante del diario no ponía nada más, aunque tampoco me interesaba ver lo demás. Aquello ya había sido suficiente. Con eso se podía decir que ella... puede que tenga sentimientos. En el fondo, y a su manera, pero parece tenerlos.

Y justo en ese momento, se escucharon unos pasos que venían hacía aquí.

-¡Vámonos, Yonaka!- le dije.

Pulsé el interruptor que abría nuestra salida, y corrimos hacía ella. Cuando ya se había cerrado, pude notar que alguien había entrado en la habitación, pero ahora ya no importaba.

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Llegamos al siguiente piso, en el que nos encontramos a los Moffurus, otro de los Mogekos especiales. Eran algo diferentes de los otros Mogekos especiales. Bueno, ellos ya son todos diferentes de por sí, pero estos lo son aún más.

Una de sus características que es tienen un suave pelo blanco, que lo hace muy adorables. Otra cosa a tener en cuenta es que no hay solo uno. Hay varios Mofukos dispersos por todo el piso. Sin embargo, todos ellos tienen un líder, que se llama cómo su especie, Moffuru. Sin embargo, lo malo de ellos es que... están enfermos. Si eres un Mofuko, es por que dentro de poco más a morir. Horrible, pero cierto. Los Mofuko siempre tuvieron que soportar ese cruel destino.

Preguntamos a Moffuru como llegar al siguiente piso, y nos lo indicó con amabilidad. Llegamos al otro piso más rápido de lo que parecía.

Luego nos encontramos con Mogecucko, un Mogeko con forma de gallina. No tenía mucho más pero, como todos los Mogekos especiales, había resistido a la tiranía del rey. También nos indicó con alegría cómo llegar al último piso que nos quedaba.

Y ahora...

-Señor Mogeko Defectuoso... ¿Queda algún Mogeko especial que tengamos que ver... Para que me guíe a casa...?- me preguntó Yonaka.

Yo asentí con la cabeza ante su pregunta.

-¿Y sabes quien es?-

Yo sonreí ante su pregunta. Me arrodillé, cosa que a ella le extraño, y la miré a los ojos.

-Soy yo, señorita Yonaka. Ahora me puede llamar Nega Mogeko, si usted lo desea. Yo la guiaré y la protégere para que llegue sana y salva a su destino.-

Continuará...