El trabajo rutinario de un Hokage.

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CAPITULO 11

                                                        "Delodio al matrimonio solo hay un paso"

  

    

— ¡Hashirama! ¡¿ quiero saber porque se te ocurrió esta idiotez?!—Replicó Madara viendo la enorme cabeza del primero que se alzaba sobre la aldea— ¡Tu cara es lo primero que veo al despertar y lo último que observo al acostarme! ¡No deseo tener que soportarla vigilándome cuando a salgo a caminar!

—No es para tanto, creo que se ve bien atraerá muchos turistas.

— ¿En serio? ¡Es una de las ideas más ridículas que has tenido!... ¡No me digas que es una manera para inflar más tu ego, sólo eso explicaría la estupidez de poner tu rostro en una montaña!

El aludido se encogió de hombros, sonriendo al ver su semblante grabado en piedra; únicamente deseaba que los aldeanos supieran que su líder velaría y cuidaría de ellos por siempre....pero realmente le hubiera gustado que fuera el de su esposo el que estuviera allí.

—No seas paranoico Madara—Desestimo Tobirama entrando en ese momento en la oficina del Hokage—Sabes que la hemos construido pensando en ella como un refugio para los civiles de darse algún ataque, desde que viste el proyecto hace tres años has tratado de sabotearlo.

El aludido gruño mirando al albino antes de señalar—A ti tampoco te gustaba en un principio.

—No me llama especialmente la atención poner mi rostro grabado en piedra para ser utilizado como excusado por los pájaros, tal como sucede con las estatuas o monumentos en los parques...

— ¿Y tu cuando has visto eso hermano?—Pregunto extrañado el pelo castaño.

— ¿No te has fijado en el monumento que la esposa de ese señor feudal tan amablemente nos regalo, verdad?

— ¿La que pusimos en ese jardín improvisado porque no sabíamos dónde colocarla? ¿La que dijo qué era una creación de su talentoso hermano?

— Sí.

—...No... ¿Que sucede con ella?

—Nada particular, únicamente que todos los cuervos de los alrededores han decido dejar una muestra de "aprecio a la obra maestra"

Intervino en la conversación el pelinegro, sintiéndose de mejor humor al recordar aquello. Al parecer las aves consideraban obligatorio pasar por el lugar donde estaba la escultura, graznando a todo pulmón "¡Kagoo, kagoo, kagoo!" Y desembarazando sus intestinos de cualquier carga que hubiera en su interior. En resumen, el adefesio mal llamado "obra de arte" era horrible pero se había vuelto la diversión general de los chicos (y algunos adultos) de la aldea contar cuantas veces los pájaros evacuaban por la tarde su maloliente carga sobre la "magnífica escultura"

—Es... "única" pero no creo que sea para tanto.

— Es un tributo al mal gusto... y una constante fuente de abono.

—...Vamos a tener que contratar a alguien que recoja los excrementos y los ponga a secar al sol, para mandárselo a los agricultores cuando estén listos.

—Pues si encuentras a alguien para el trabajo asegurarte de pagarle bien.

—Dejen de preocuparse por minucias—les interrumpió el albino—ya contrate un granjero para que se encargue de ellos maneja una pocilga a sí que dijo que no había mucha diferencia y de paso él y sus hijos ganan un poco de dinero adicional.

Del odio al matrimonio sólo hay un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora