Hoy era el día de mi graduación, por fin acababa el maldito instituto. Hayes, mi novio, el que ya había acabado el instituto hace dos años, iba a acompañarme al baile de fin de curso. Casi me dejaron sin ir al baile porque el director no dejaba que Hayes entrara, se empeñaba en que algún otro chico dentro del instituto me lo pidiera.
Esa tarde fue muy ajetreada, primero fui a la peluquería y despues yo en mi casa me maquillé. Me vestí y puse mis zapatos para cuando viniera Hayes a recogerme.
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A las 7 en punto Hayes estaba en la puerta de mi casa, hablando con mi padre. Bajé las escaleras y él estaba ahí, con un traje negro y una camisa también negra.
-Madre mía...
La noche pasaba y nos lo estábamos pasando muy bien. Esa noche yo me iba a quedar en casa de Hayes a dormir, llegamos sobre las 5 de la mañana.
Hayes me agarró por la cintura y me apegó a él.
-Estas muy sexy hoy, nena.- Me dijo al oído.
-Tu también estas muy guapo, mi amor.
Me empezó a besar y nos caímos al sofá y me subió la falda del vestido. El beso se iba tornando mas caliente a cada segundo.
-Nos sabes como estoy ahora mismo.- Me dijo con su voz ronca que me encendía y miré a su pantalón.
-Se nota, cariño.- Toqué su notable erección por encima de los pantalones y suspiró.
Desabroché su pantalón mientras le besaba y el me desabrochaba el vestido. Agarró fuerte mis caderas. Cogí con mis dos manos su miembro y empecé un ritmo constante y placentero. Él introdujo dos dedos en mi y yo eché la cabeza hacia atrás. Acabamos los dos a la misma vez. Y cuando casi nos íbamos hacia arriba de repente se escuchó la puerta abrirse. Menos mal que estábamos vestidos...
Era Nash y su novia que a la vez era mi hermana Melissa.
-Oh, hola chicos-Dijo Nash dejando de besar a mi hermana.- Vosotros a lo vuestro vamos arriba, mamá y papá no están.- Nos guiñó un ojo y le tiró un condón.
-Cuidado, hermanita.-Me guiñó un ojo como Nash a su hermano y desaparecieron por las escaleras riéndose.
-A lo que estábamos.
Hayes y yo acabamos desnudos y haciendo lo que solo querría con él. Entraba lentamente, como si me fuera a hacer daño. Era mágico como todas las veces.
Era el amor de mi vida y no pensaba separarme de él nunca.
