Otra pesadilla, ya era el séptimo día desde la caída de Sherlock, John no dejaba de soñar con él, se atormentaba, repitiendo el momento una y otra vez. Quinta noche consecutiva que tenía la misma pesadilla: Sherlock cayendo, él sin poder hacer nada, queriendo atraparlo sin lograrlo, el cuerpo inerte de su amigo en el suelo, muerto.
John se levanto de su cama con el corazón agitado, podía jurar haber oído el violín de su amigo, rápidamente se fue hasta su habitación con la intención de encontrarlo. Entro de golpe a la habitación de Sherlock, su mirada se posó con dificultad en la oscuridad, pasó sus ojos por la habitación intentando encontrar a su amigo, sólo había sido una alucinación, se echo a llorar descontroladamente, debía volver a su habitación pero no quería hacerlo, sólo quería volver a estar cerca de él. Se levantó y camino hacía la cama de su mejor amigo, levantó las sábanas para recostarse, se adentró en la cama y cerró los ojos. Por más que intentó no logró conciliar el sueño, las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas, sólo podía pensar el Sherlock, pensar en él era su único consuelo, alimentarse de los recuerdos era lo único que le quedaba.
Puso su rostro en la almohada, volvió a sentir aquel olor que tanto extrañaba, abrazó fuertemente la almohada deseando que se convirtiera en Sherlock. Su mano sintió algo extraño bajo la almohada, la levantó y encontró algo que no espero ver jamás: una carta.
Una carta dirigida hacía él, con la letra que tanto conocía, las esperanzas inundaron el cuerpo de John, rápidamente tomó la carta y la abrió.
''Mi Querido John Watson
Mi querido John, siento tanto dejarte, siento alejarme, siento estar haciéndote daño. Todo lo quiero hacer es volver.
Siempre he sido una persona diferente, lo supe desde que era un infante, jamás me gustaron las cosas normales o comunes, hacía cosas que los demás no hacían, pensaba cosas que los otro niños no pensaban (bueno, esto sigue ocurriendo en la actualidad). Nunca me importó lo que pensaran o dijeran sobre mí, jamás pensé llegar a sentir cosas tan normales y mundanas, jamás pensé llegar a querer a alguien, y mucho menos amarlo, pero aquí estoy escribiendo esta carta con la intensión de que no me odies.
John, ¿Alguna vez te dije cuanto te necesito? Creo que jamás salió directamente mi boca, pero creo muchos te lo dijeron, además estaban todas esas señales obvias (incluso Lestrade lo dedujo). Eres la persona más importante para mí, gracias por estar y quedarte en mi vida John.