Capítulo diecisiete. Vaya mierda de plan.

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Narrado por Anastasia.


El gps del coche nos marcó desde que lugar habían salido aquellos hombres que tanto miedo daban. Porque, siendo realistas, yo soy una persona que no le teme a nada pero estaba claro que a esos hombres no los aplacabas con una simple llave de yudo. Podría arriesgarme a decir que ni si quiera un camión los podría parar, probablemente ellos pararían antes al camión como el de crepúsculo y Hulk juntos.

Lo más extraño es que yo me esperaba que nos llevase a una casa lujosa y con piscina incluida, porque lo más normal es que si tenían dinero al ser unos mafiosos, tendrían una casa grande. Al menos eso haría yo. Pero, sin embargo, este chisme nos había llevado a una especie de fábrica abandonada y he de decir que ya empezaba a hartarme de tantos sitios abandonados. Mi hipótesis de que eran unos traficantes de drogas, unos mafiosos o algo de eso, aún no se había confirmado pero estaba segura de que se trataba de algún crimen tipificado y con el que se ganaba mucho dinero. Más o menos un crimen como el que estábamos cometiendo nosotros pero sin ganar dinero.

No valemos para esto. Incluso dudo que valgamos para el espionaje, yo soy la persona más patosa del mundo, pero oye, por intentarlo...

—Era predecible. —Dije una vez que entramos y, literalmente, el techo se caía poco a poco. —El trasto ese nos ha indicado mal. —Añadí mientras que señalaba a la entrada, donde tras ella estaba el coche negro.

—Vamos—Dijo Marcos animado mientras que se giraba hacia mí con sus brazos abiertos. —¿te vas a rendir tan rápido?

—No sé si eres consciente, pero no quiero que se me caiga el techo encima. —Comenté señalando al susodicho.

—Sería una pena que una cara tan bonita quedase bajo escombros. —Guiñó su ojo. —Pero si los tíos esos tan raros, supuestamente, viven aquí, dudo que se venga esto encima. Estarán seguros de que les queda algo más de tiempo asegurado.

—Esos hombres serían capaces de levantar el techo con sus propias manos.

—Y luego serán unos novatos en la cama. —Dijo el moreno mientras que miraba por todos lados.

—Pues no lo sé, no puedo verificar eso, pero lo dudo. —Imité sus actos.

—¿En serio quieres entrar en este tema de conversación? —Preguntó enarcando una de sus cejas. Yo, como respuesta, simplemente me encogí de hombros. —Está bien. Tú lo has querido. —Añadió mientras que levantaba sus manos en signo de despreocupación. —Todo el mundo carece de algo y les falta otra cosa. Si ellos tienen músculos, van de malotes y son guapos, tienen que ser malos en la cama por pura lógica.

—Alomejor lo que les falta es la inteligencia.

—Si están metido en chanchullos, créeme cuando te digo que son inteligentes. Este tipo de personas tienen que ser sigilosos y trazar buenos planes para que el negocio les vaya bien.

—Supongamos que tienes razón, ¿a ti qué te falta?

—¿Estás insinuando que tengo fuerza, inteligencia y soy bueno en la cama? ¿Todas las cosas? —Curioseó con una mirada pícara. —Me siento alagado.

—Eso lo has dicho tú, no yo. —Respondí sin prestarle atención.

—Me encanta que tengas esa imagen de mí, pero siendo realistas, carezco de fuerza. Pero al menos soy bueno en la cama. —Me dedicó una sonrisa lasciva.

—Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. —Dije guiñándole el ojo y volviendo a la búsqueda. —¿Qué se supone que estamos buscando?

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora